Pero con un sólo hij@ todo pasa rápido y cuando nuestro tierno retoño crece, espacia en el tiempo los despertares nocturnos, nosotras dormimos más horas seguidas (e incluso algunas mamás con suerte duermen toda la noche del tirón) y entonces lo vemos todo de color de rosa, olvidamos que hace poco tiempo nuestras ojeras llegaban a las rodillas y nos lanzamos a la piscina: es el momento de que nuestro retoño tenga un hermanit@. En ese momento, perdonadme la expresión, la cagamos. Sí. La cagamos porque el mayor vuelve a despertarse y reclamar atención a mitad noche y el bebé pide su dosis de tetita (o biberon) cada 2-3 horas. Nuestras ojeras vuelven pero esta vez no llegan a la rodilla, esta vez directamente las arrastras por el suelo. Esto si tienes suerte, si no la tienes cuando la mayor se despierta, despierta a la pequeña y cuando la pequeña se despierta, despierta ala mayor por lo que te encuentras enmedio de una improvisada fiesta del pijama cada noche.
Así se suceden los despertares noche tras noche y cuando llega el fin de semana no sabes ni quién eres. Te duermes en cualquier sitio y momento. Da igual lo que estés haciendo y con quién estés: como el nivel de activación de tu cerebro baje durante un segundo, te duermes. Necesitas estar en un estado constante de alerta, que tu cuerpo segregue la suficiente cantidad de adernalina durante todo el día para seguir despierta. Entonces te ves como Vin Diesel en la pelicula Cranck: buscando cualquier cosa que suba tu nivel de activación. cualquier cosa excepto sentarte porque incluso ponerte cara al ordenador supone bajar el ritmo y correr el riesgo de dormirte. Así que el ordenador, la tablet o un buen libro quedan relegados al momento "recién levantada (y un poco despejada) y con las peques durmiendo". ¿Cuando es ese momento? en el mejor de los casos, todos los días después de la siesta.
En el peor, nunca u, ocasionalmente, los domingos por la mañana.
El momento "relax en pareja" que normalmente es de noche acurrucudos en el sofá, tapados con una manta y viendo una peli (momento que antaño solía acabar en la cama y no precisamente durmiendo), cambia drásticamente a acurrucudos en el sofá, tapados con una manta, tu pareja viendo la peli y tu roncando a pierna suelta desde el minuto 0. Vamos, que el día que estás despejada alcanzas a ver los créditos iniciales y el título, pero el día que tienes sueño, tienes suerte si llegas despierta al sofá!
Pero como todo en esta vida, esta etapa pasa. Con mayor o menor sueño pero se acaba y entonces, de nuevo, volvemos a olvidar el sueño, las ojeras y las noches en vela. Las más osadas repiten maternidad por tercera vez. Las menos, nos cortamos la coleta pero el olvido selectivo de estos momentos nos hace decir frases como "¡Va! Si no es para tanto! todas hemos pasado por ahí y seguimos vivas". Frases que odiabamos que nos dijeran pero que, ahora, sabemos que son verdad porque por mal que lo pasemos, por poco que durmamos, son nuestr@s hij@s, nuestros bebés, pronto crecerán, dejarán de necesitarnos y por ellos haríamos cualquier cosa ahora, mañana y siempre sólo por verles sonréir. Esa sonrisa cura todo, incluso a una mamá zombi.