Llámame loca, tonta o inocente. Llámame rancia, falsa o necia. Llámame lo que quieras pero esta es la realidad. Y no me importa que esa persona que ahora tiene éxito me haya hecho daño en algún momento de mi vida. Si su felicidad no ha dependido de la mía, si su éxito no es gracias a mi fracaso, claro que me alegro. La vida son dos días y no merece pasarlos amargada por la felicidad de los demás. ¡Qué mala es la envidia!
¡¡FELIZ MARTES!!