En Navidad vamos a tener un habitante nuevo en casa. No es una mascota, para desgracia de la Princesa, ni de un hermanito, por mucho que lo desee. Lo que vamos a tener es un duendecillo travieso que nos va a espiar hasta el día de Navidad.
Si, nos hemos subido a la tradición, muy reciente y de allende los mares, de The Elf on the Shelf, ¿la conoces? Te cuento.
En 2005, Carol Aebersold, su hija Chanda Bell y la ilustradora Coë Steinwart publicaron el cuento ” The Elf on the Shelf, Una tradición navideña” y lo que menos se imaginaban es que, efectivamente se iba a instaurar como tradición en muchos hogares, a ese y al otro lado del océano.
El libro cuenta una historia de Papa Noel y de cómo envía elfos para que visiten a los niños entre el Día de Acción de Gracias y la Nochebuena, para que al regresar al Polo Norte, les cuente quién ha sido bueno y quien malo.
El libro, y por tanto la tradición, señala dos condiciones que se deben respetar:
1.- Hay que poner un nombre al Elfo
2.- Bajo ningún concepto se puede tocar.
Lo divertido del asunto es que el duende es muy pillo y por la noche, mientras todos duermen, campa a sus anchas por la casa. Así que a los niños les toca ir buscarle todas la mañanas y descubrir la fechoría que ha hecho durante la noche.
Hay algunas francamente ingeniosas. Puede seguir en Instagram las historias de muchos otros elfos repartidos por el mundo, buscando con el hashtag #theelfontheshelf.
Si te apetece unirte, todavía estás a tiempo de pedir el tuyo al Polo Norte desde aquí. Aunque elfo hace su aperición justo después de Acción de Gracias, nosotros lo hemos españolizado y el nuestro vendrá la noche del 30 de noviembre al 1 de diciembre. Si no te quieres perder nada, búscale en las redes #elfosinzapatillas.
¡¡FELIZ LUNES!!