Las primeras veces, vuelo largo para mi significaba la oportunidad de ponerme al día con los últimos estrenos, y avanzar con el libro que estaba leyendo. Ni se me hacían tan largos. Y el jetlag, dependía de la escala y el horario de vuelo, y de si viajaba cuando tenemos 6 horas de diferencia o cuando tenemos 4. Pero también era manejable.
No hay nada que me apeteciera más que viajar cuando aquí es invierno, para ir sacando capas durante el trayecto y guardándolas en la maleta de mano. Subir al avión con abrigo y bufanda, bajar en chanclas y pantalón corto. Qué mejor. A la inversa es un bajón pero para qué vamos a hablar de eso.
Pero después tienes hijos. y viajar en un avión 14 horas se te hace un mundo. Recuerdo el primer vuelo con la mayor de las terremoto, de apenas un mes recién cumplido. Creo que llevé de todo, como si fuera a pasar un mes en el avión. Y la pobre, viajó tan tapada toda esas horas. Tan pequeñita y con el aire acondicionado a tope. Así iba:
Nos dio un vuelo tan y tan fácil. Tanto nervio, para que al final, lo que nos preocupó es que dormía y comía! Ella que no paraba en todo el día ni tan bebé, que apenas dormía y que era una pelea para la teta, parecía que la habían cambiado en el avión. Comer y dormir!! y yo, que no dormía, por si no la oía llorar, por si tenía hambre, por si tenía calor, o frío, o estaba muy tapada…total, que no dormí por no querer.
Después de ese viaje, los hemos ido experimentando en todas las etapas. Con la mayor ya más grandecita, pero sin caminar aun, la mayor caminando y yo con un embarazo de algunos meses, la mayor de dos años y la peque de meses, con las dos a medida que van creciendo…y me doy cuenta de algo: con el tiempo, he aprendido a simplificar. Ya no me agobian los viajes, de hecho, los disfrutamos todos y las niñas tienen muy clara la dinámica, y los aguantan estoicamente. Aunque nadie duerme cómodo en un avión.
Pero eso sí, también tengo clara otra cosa: siempre llevas algo de más en los viajes, que al final no usas. Siempre. Da igual los años que lleve viajando. cuando iba sola, me llevaba dos libros ¿dos para que? Pues eso. después, exceso de mudas de ropa y pañales. Después, demasiados juguetes…y ahora, ahora son ellas las que manejan sus maletas y aun así, siempre llevan algo que ni se mueve de la maleta…a veces, en todas las vacaciones. Pero claro, siempre puede haber imprevistos, y mejor estar preparados.
voy a intentar resumir algunos puntos importantes que, en mi experiencia evolucionada y ya más calmada de lo que es viajar con niños, me permite simplificar en viajes tan largos, por si te sirve de ayuda.
si vas a cambiar de estación en el vuelo, como nos pasa a nosotros, haz la maleta con tranquilidad días antes del viaje. a nosotros nos pasa que siempre vamos de invierno al verano o al revés. entonces llevamos ropa que las niñas llevan unos 4 meses por lo menos sin ponerse. Hay que probarles las cosas, que no será la primera vez que me doy cuenta allí que el pijama que les he llevado no les entra o que el vestido les queda de camiseta. Y como hay que probarse la ropa y no muchos niños gustan de ese proceso, mejor ir haciéndola poco a poco, con días de anticipación.
Llevar de ida una maleta vacía. siempre en los viajes se compran cosas. Nosotros que solemos ir en época de rebajas siempre aprovechamos. aprendimos hace años a llevar siempre una maleta vacía, porque cada año es un tetris cerrar las maletas para volverse, así al menos tenemos algo de espacio reservado.
Dejar que las niñas, cuanto ya tengan edad, preparen parte de sus cosas. Eso las integra en el viaje. a la edad que tienen ahora las terremoto, las maleta de mano ya no las puedo ni tocar, son cosa de ellas. Puedo sugerir…pero nada más. Y ya aprendí a no intentar controlar lo que llevan.
Pero…dejar que hagan sus maletas no significa que no lleve yo algún imprescindible escondido, de los que ya os hablé hace un tiempo atrás.. A ellas las dejo hacer sus maletas de mano pero me voy fijando de lo que llevan y, según lo que veo que falta, llevo algo en mi mochila. Quizá un juego de viaje, o alguna manualidad pequeñita.
Llevar cojines inflables y pijama. Nadie duerme cómodo en un avión (bueno, me imagino que en primera clase si) así que si podemos ponerle una nota de comodidad, con un pijama y algo más blandito que el mini cojín que te dan, pues siempre ganaremos algunas horas de sueño.
Llevar merienda por partida triple, porque el menu del avión no siempre gusta, y menos en esta casa, y si tienen hambre ahí si no hay manera de parar en el super.
No llevar peso…porque aun cuando les encante llevar sus mochilas, en algún momento se cansan.
Llevar un ipad con montones de pelis o series. Porque a veces, hay turbulencias, o viajamos de día, o sencillamente no se duermen, y todos necesitamos un ratito de relajo que son 14 horas.
Y paciencia, que 14 horas en un avión no es lo mismo que estar en la playa, y los niños necesitan moverse. si nos lo tomamos con filosofía, mejor que mejor.
También, en estos años he aprendido que me encanta viajar con niños. Los niños dan otro aire a las vacaciones. Vale, a veces no parecen vacaciones, pero ellas le dan una mirada distinta. Puedes ir a una ciudad que has visitado millones de veces, como en mi caso que Barcelona es la ciudad donde viví 25 años, pero ellas siempre logran inventar algo, descubrir un rasgo de la ciudad en el que yo no me había fijado, inventar un juego del que no nos vamos a olvidar y que será recordado como “el de los viajes a Barcelona”, o una rutina que es de “cuando vamos a Barcelona” Y pongo el ejemplo de Barcelona, porque ha sido el destino más repetido. Pero nos ha pasado con cada salida. vayamos al sur, al norte, o donde sea. Ellas le ponen otra nota al viaje, es otro punto de vista, se vive de otra manera. visitas a urgencias incluidas, que eso también nos ha pasado.
y a ti ¿te gusta viajar con niños?