A medida que pasan los meses, empiezan a expresarse y comunicarse con la sonrisa primero y la risa después. Los acontecimientos se sucederán de la siguiente manera:
Al nacer: la “sonrisa de los ángeles”. También llamada sonrisa endógena, espontánea o refleja y suele aparecer mientras el niño está soñando o sencillamente se encuentra muy a gusto. Se trata de un gesto innato, asociado a momentos de bienestar.
Al final del primer mes: la sonrisa activa. Una suave caricia o una voz suave también pueden hacerle sonreír y, en pocas semanas más, responderá igualmente a movimientos de luces y de la cara humana.
Entre el segundo y el tercer mes: la sonrisa social. Sonrie más a menudo y lo más importante, lo hace hacia las personas y objetos que más le agradan, respondiendo así a los estímulos que recibe de ellos. Esta fase marca un hito en el desarrollo del niño, pues forma parte del inicio de su relación y comunicación con el mundo que le rodea.
A los cuatro meses: la sonrisa de anticipación. Se llama así porque se produce justo antes de que tengan lugar los acontecimientos que más placer le proporcionan –por ejemplo, la hora del paseo–. Sus sonrisas son cada vez más selectivas: sólo las muestra cuando y con quien quiere.
Hacia el sexto mes: la carcajada. Los sonidos que acompañaban sus primeras muecas, habrán evolucionado tanto que será capaz de emitir auténticas carcajadas cuando se divierta.
Información texto y fotografía: http://www.guiadelnino.com/bebe/el-desarrollo-del-bebe/asi-aprende-el-bebe-a-reirse-a-carcajadas
Autora: Vanesa Lleó