Enmadrarse. Según la RAE, “dicho de un niño: encariñarse excesivamente con su madre”. Estoy seguro de que todos, en mayor o menor medida, hemos escuchado muchas veces a lo largo de esta vida este verbo pronominal. Y estoy seguro de que muy posiblemente, yo también lo haya usado para referirme a algún niño pequeño. Sin embargo, ahora que soy papá en prácticas y entiendo un poco mejor cómo se comportan los bebés (y los niños en general), me resulta muy fea la palabra. Y las connotaciones negativas que lleva asociadas. Motivo por el que me sorprende aún más escucharla de personas que han sido madres. O padres. Aunque esas funciones quizás les queden ya un poco lejanas en el tiempo.
Vaya por delante que como Mara apenas llega a los cinco meses, aún la hemos escuchado poco. Pero sí, ya hemos tenido que escucharla. Y vaya por delante también que la pequeña se va con todo el mundo sin decir ni pío y sin poner malas caras (aunque sus papás noten que en todo momento ella esté controlando que nos tiene a la vista). Sin embargo, basta con que un día ella esté cansada y no quiera cuentos con nadie, lo que se traduce en lloros cuando para en brazos que no son los de su madre, para que alguien no tenga reparo en soltar la frasecita de rigor:
Y un servidor se tiene que tragar la bilis por no escupirla, oigan. Porque esa frase y ese verbo llevan aparejadas unas connotaciones negativas que no tienen razón de ser. Muy especialmente cuando hablamos de un bebé. ¿Cómo no va a estar ‘enmadrado’ un bebé si su madre, en mayor medida todavía si ha apostado por la lactancia materna, es su fuente de alimento, descanso y consuelo? ¿Cómo no va a querer tener cerca a su madre si, además de haber pasado nueve meses en su interior, sabe que ella tiene todo lo que necesita para sobrevivir en estos primeros meses de vida?
La lógica, que pocas veces aplicamos los humanos (y así nos va), dice que lo normal es que un bebé esté ‘enmadrado’. Pero ‘enmadrado’ con connotaciones positivas. Así que soy incapaz de entender los comentarios de algunas personas. En mi caso, por ejemplo, hay veces que me acuesto con la pequeña saltamontes y ella no se queda tranquila hasta que aparece su mamá. Sabe de sobra que si necesita comer, en mí no va a encontrar más que un dedo para chupar. ¿No es lógico que se ponga nerviosa si no está su madre?