No sé si alguna vez he escrito dos post seguidos de esta sección, pero la actualidad manda y en las últimas semanas he escuchado varias veces la expresión que da título a este post, así que no me he podido contener más y he tenido que escribir sobre ella. No es una frase que nosotros hayamos escuchado dirigida a la mamá jefa más de una vez (o dos, que siempre tendemos a blanquear el pasado), pero sí que es cierto que es una de esas frases de manual que se repiten en nuestro entorno con bastante frecuencia. También, a diferencia de otras frases tratadas en esta sección, diré que no es una expresión que me moleste especialmente. Ni mucho menos. En todo caso podría decir que me genera un sentimiento de pena, especialmente porque la mayoría de veces suele salir de la boca de una mujer. Ahora os explico con más detalle el porqué de la pena que me produce, pero antes vamos a ponernos en situación.
¿Cuándo se escucha esta frase de manual?
Por lo que estoy viendo últimamente, generalmente está asociada a un momento de preocupación de una madre primeriza y con poca experiencia con la lactancia. Algunos pediatras tienden a preocupar en exceso a las madres con la ganancia de peso de sus bebés. Si encima esa madre tiene cerca a otro bebé alimentado con biberón, que suele coger peso con mayor rapidez, ya tenemos un colapso mental de competición. La madre, como es normal, contará su preocupación a alguna amiga. Y ésta, si no es madre o no está muy informada, puede que recurra a la frase de manual: “A ver si es que tu leche no alimenta”. O si no se lo dice directamente a la madre, puede que sea una de las teorías que tomen fuerza en una reunión entre amigas comentando el “problema” de la mamá primeriza. Y no las culpo por ello. Es el mensaje que ha calado en la sociedad.
También puede darse el caso de una madre que dé el pecho, su bebé coja peso poquito a poco y no muestre ninguna preocupación por ello porque está bien informada o, en caso de tener alguna duda, acuda a pedir consejo a una asociación de apoyo a la lactancia, donde recibirá una información más detallada y de más calidad para la supervivencia de su lactancia. Esas madres tampoco están a salvo de escuchar que igual su leche no alimenta. La diferencia es que ese comentario no les causará ninguna preocupación ni les hará replantearse las cosas porque están bien informadas. En todo caso puede que escuchar que su leche no alimenta les produzca un ataque de risa. Pero bueno, reírse dicen que es sano y alarga la vida.
Por qué no me indigna y sí que me da pena
Como he comentado con anterioridad, este es un mensaje que ha calado en la sociedad y que se ha trasladado entre las últimas dos o tres generaciones. Por eso no me indigna escucharlo. Hace uno o dos siglos, esto no hubiese pasado. O alguien se imagina a su bisabuela diciendo que su leche no alimenta o que no tiene leche, como escuchamos decir también hoy en día a tantas madres. Y si lo pensamos bien, ¿Qué hay ahora que no existía, al menos con el poder que tienen hoy en día, hace uno o dos siglos? Exacto, grandes compañías de alimentación y farmacéuticas que tienen en la alimentación de los recién nacidos un filón comercial.
Y eso, precisamente eso, es lo que me da verdadera pena. Porque cada madre es libre de decidir cómo alimentar a sus hijos pero me duele en el alma que las industrias farmacéutica y de la alimentación hayan conseguido hacer creer a las mujeres que no son capaces de alimentar por sí mismas a sus bebés, que les hayan creado ese complejo. No hay un alimento más perfecto que la leche materna (y eso no es un dato que tenga discusión) y TODAS, absolutamente TODAS las leches maternas alimentan igual. Cualquier madre está preparada genéticamente para alimentar a sus hijos y para hacerlo mucho mejor de lo que lo haría cualquier biberón porque el pecho materno es una maquina tan perfecta que produce justo lo que cada bebé necesita y demanda. Si un bebé engorda más o menos depende en gran medida de su predisposición genética. Y en el caso de la lactancia materna, de si ésta se ofrece a demanda y no cada tres horas, como hoy en día siguen recomendando algunos pediatras que se quedaron en el pleistoceno.
Sé que la mayoría de madres que os pasáis por este blog, sabéis de lo que os hablo, pero cómo nunca sé quién puede llegar a este blog ni intuir si algún día, una madre desesperada y preocupada llegará a este post por uno de aquellos azares de la vida y de Google. Así que quiero acabar este post dirigiéndome precisamente a esa madre y decirle que puede. Que por supuesto que puede. Que su leche alimenta como la de cualquier otra madre. Que confíe en ella. Y que si sigue teniendo alguna duda, que acuda a un grupo de lactancia. Seguro que encuentra uno cerca de casa. Allí le asesorarán y le informarán. Allí, junto a otras madres, podrá ver que es capaz y que estando informada nada ni nadie podrá volver a mermar su confianza.