Pero desde que Minififi llegó a mi vida me he convertido en la reina del moño. Cuando me lo lavo, aguanto con el pelo suelto media mañana y corriendo me recojo.
Creo que esto viene de las épocas en las que Minififi era un bebe y me enganchaba el pelo a todas horas. Me acostumbré a cogérmelo porque era más cómodo y así sigo.
Siempre he llevado pendientes. Más grandes, más pequeños, a modas. En mis épocas adolescentes llevaba muchos, mi diversión era taladrarme (yo misma ohmygod) las orejas, el ombligo o cualquier trozo de carne que se me antojara. Han desaparecido todos. Ya no veo el momento de ponérmelos y cuando lo hago, para salir o para algún evento, me molestan. Igual me ha pasado con las pulseras, reloj y hasta hace muy poco, con los collares. Yo que era la reina de la bisutería, y no de la discreta, de la bisutería a nivel pro.
Mis últimos pendientes fijos fueron unas perlas de plata que metí en la bolsa de maternidad antes de parir y a los que les he perdido la pista desde entonces.
No se salir a la calle sin tacones. De plano me veo pequeña y así como chata, ya me entendéis. Mi altura no me permite andar en plano y además cuando lo hago me duelen las plantas de los pies. Pero la longitud de mis tacones ha ido menguando a la par que mi velocidad de correr detrás del terremoto.
Miro las web de zapatos y todos los tacones me parecen altos. Todos los veo "demasiado". Por eso que me he pasado a las cuñas, que con ellas parece que me veo "más estable". Todo lo que pase ahí como que me acojona, con lo que yo he sido?
Así que, resumiendo: he dejado de ser "la chica de los accesorios oversize y melena al viento con tacones de vértigo" y me he convertido en "la señora del moño sin pendientes que lleva tacones bajos o cuñas".
Vengo a contaros este rollo porque espero que entre vosotras haya alguna que me diga que esto cambia y que esto del moño es solo una etapa de transición. Y si no hay ninguna, por lo menos que me digáis que ¡a vosotras os pasa lo mismo!.