La recuerdo muy alegre, me enseñó el amor a los perros, cada que yo ayudo a un albergue me acuerdo de su gran ejemplo y entrega a ellos,brecuerdo las reuniones con sus amigas y la pata de elefante, misma que me causaba curiosidad y que resultó ser una gran botella gorda de ron, la música de aquí entonces y también me enseñó un poco de las sumas, fue la primera amiga de mi Madre en convertirse en abuela y yo fui madrina de su hija en el día de su boda, son amigas que fueron familia al final de la vida.
Yo no sabía que estaba enferma de EPOC, ella jamás fumo pero sus amigas si y de aquel humo ella enfermo de los pulmones, que injusto se me hace, la recuerdo con su pelo corto y chinito, con el periódico en la panza bajo los pants para ir a caminar y sudar el gordito, su decoración muy de los años 70 cuando vivía en la ciudad y siempre una historia que contar de su patria.
A los 40, la recuerdo con mucho cariño y me río pensando en la polenta (misma que conseguí y le di a mi hijo chiquito porque no subía de peso) y en aquella leche horrorosa con la buena intención de curar a una niña con principio de asma, gran madre y excelente abuela, ojalá la hubiera podido ver después a lo largo de los años pero así es la vida, separa de forma física pero el corazón sigue unido,por el recuerdo y el cariño, estará ya de gran platica con mi Madre, rodeada de muchos perros que le esperan para recibirla, desde aquí mi respeto y oracion en este viaje que comienza y mi abrazo fuerte para mi querida Anita.