Reconozco que siempre he sido reacia a esta celebración por el hecho de no ser una tradición propia, no sentirla nuestra. Sin embargo, recuerdo que de niña me moría de ganas por celebrarla, sobre todo cuando veía alguna peli americana ambientada en ella.
Así que ahora que soy madre y que cada vez está más presente en nuestra sociedad, no puedo evitar dejarme llevar y celebrarla, no ya por mi, que me pilla grandecita (aunque me sigue gustando más un disfraz que a mi gato dormir), sino por los niños, porque para ellos es my divertida y no entienden de cultura ni tradiciones, sobre todo con la multiculturalidad.
En el cole, al ser bilingüe inglés, la celebran como medio de conocimiento los diferentes aspectos culturales de su lengua extrangera. Imposible librarnos.
Así que este año decidí, además de prepararles los disfraces (aprovecharíamos los mismo del colegio para la calle, si se terciaba salir ese día), decorar un poco la casa para darle una sorpresa a los niños y preparar algo especial para comer. Al final no pudo ser todo por una serie de catastróficos improvistos de última hora.
Vamos al lío. El jueves fue la fiesta en el cole de la peque, que decidió que quería disfrazarse de bruja con escoba para volar y gorro. Lo que vienen siendo todos los avíos brujiles. Ahí que me fui yo a comprar un disfraz pero no me gustaba ninguno, demasiado "perfectos". Fui al chino a acompañar a una amiga que iba a comprar cuatro tonterías para ella y allí vi unas faldas de tul por poco más de 2â?¬. Cogí una en negra, con la previsión de que era muy apañada y podría servirme para diferentes disfraces. Aproveché y compré una escoba y un gorro de bruja tamano niña. Y de paso, un par de guirnaldas con forma de araña en su tela y gatos negros, y una tela de araña con arañitas. Ahora que lo pienso, mi niña podía haber ido de reina de las arañas. Ya tengo idea para el año que viene. No me gasté ni 5â?¬ en total
Me di una vuelta por varias tiendas de niños y en H&M encontré lo que buscaba, una camiseta morada de manga larga. Ideando, ideando, se me ocurrió tunear la camiseta para darle un aire brujil, pensé que podía quedar bien un gato negro así que compré un poco de fieltro negro y, usando uno de los gatos de la guirnalda como plantilla, hice la aplicación a la camiseta. Por aquello de no matarme demasiado la pegué con adhesivo textil, si me tengo que poner a coser os aseguro que no empiezo.
Como tenía pegamento de purpurina en casa (la manía que me ha dado por ir comprando cada vez que puedo cosillas para hacer manualidades, por lo que pueda pasar), le hice un borde decorativo al gato y dibujé una telita de araña al lado. Luego, para darle más realismo, se me ocurrió pegar sobre el dibujo un trozo de la tela de araña que había comprado, rematando la decoración con una arañita negra.
El último detalle fue ponerle unos lazos de tul a la camiseta en los hombros, para darle un toque. Como la falda tenía tres capas, a la superior le recorté unos 10 cm, dejándola más corta (os juro que no se notaba nada) y de ahí saqué para dos lazos. Pero como quedaba sosa, como que le faltaba algo, se me ocurrió hacerle un volante de tul al cuello, y con lo que había cortado tenía de sobra.
Me encantó el resultado. Chapucero, todo hay que decirlo, pero era diferente y único, no habría dos iguales. Y lo mejor es que a mi niña le gustó aún más. Con los accesorios y el maquillaje improvisado con sombras y lápiz de ojos, estaba para comérsela.
Mi príncipe decidó a última hora disfrazarse de enfermero zombie. Pasó de zombie a secas a vampiro, demonio, esqueleto... pero lo que más cobraba fuerza era la idea del zombie. Lo que no se es de dónde sacó la idea de ser enfermero zombie. Así que la tarde anterior a la fiesta del cole me volví loca buscando disfraz o apaño. Con tiempo le hubiera podido hacer algo totalmente casero, pero tuve que rendirme a comprarle un disfraz, no sin antes intentar encontrar bolsas de basura grandes, gruesas y verdes o blancas para ello. Imposible. Las blancas era pequeñas y muy finas, el resultado iba a ser muy cutre, y las verdes eran algo más grandes pero olían a pino. Y hasta donde yo se, los zombies deben oler a todo menos a pino.
En mi búsqueda del disfraz casero logré que mi matrona me facilitara unas mascarillas sanitarias, casualidad que la tienda de disfraces estaba cerca de su centro de salud y que ella estaba allí en ese momento. Encontramos un disfraz perfecto y batante asequible, así que ya lo teníamos todo.
Lo mejor fue cuando llegué a casa a eso de las 9:30 de la noche, después de no haber parado por casa más que para comer, y veo en el grupo de whatsapp de madres del cole (esto se merece post aparte y prometo hacerlo) que había que llevar algo de comer al día siguiente. Hubiera elegido muerte.
Por suerte me he convertido en una madre de recursos y en mi casa nunca falta lo necesario para hacer un bizcocho. Así que decidí hacer un bizcocho de chocolate y tunearlo para que pareciera una calabaza. La idea inicial que me pasó por la cabeza fue la de cubrirlo con fondant naranja y decorarlo pero uffff la pereza infinita y las ganas de meterme en la cama me hicieron desistir de la idea. Así que le dije a mi santo que recortara unos triángulos y lo que venía siendo una sonrisa de calabaza de halloween y lo utilizaría como plantilla para decorar el bizcocho con azúcar glass. Simple pero efectivo. Del bizcocho no quedaron ni las migas (ni el plato, aún estoy esperando que me lo devuelvan).
La fiesta de la niña fue el jueves, la del niño fue el mismo viernes. Viernes de Halloween empezó de miedo, por decirlo de alguna manera. Imaginadme saliendo de casa con el tiempo pegado al culo después de vestir y maquillar al enfermero zombie, con una niña protestando porque también quería llevar su disfraz de bruja y un bizcocho en la mano. La fatalidad quiso que, camino del cole de la niña, una de las ruedas del coche decidiera darse de baja. En el momento en el que sentí un ruido raro en el coche y se me pasó por la mente la idea de "mierda, he pinchado una rueda", no me lo podía creer.
Yo no se cambiar una rueda, y más la del coche grande, que solo buscar el gato en el coche es como buscar un tesoro sin mapa, os lo juro. Las piezas están repartidas por el coche a mala leche. Y para más inri yendo en minifalda, seguro que no me habrían faltado ayudantes.
Así que bajé a los niños, al bizcocho, dejé el coche aparcado a mitad de camino y hala, caminata mañanera. La niña llegó a tiempo al cole pero mi enfermero zombie tuvo que llegar cerca de 20 minutos tarde, el tiempo de dejar a su hermana y esperar al autobús. Imaginadme caminando a esas horas de la mañana con dos niños, uno disfrazado pa cagarse de miedo, y con el bizcocho bajo el brazo. Porque mi niño iba auténtico pero auténtico, el chofer del autobús alucinó al verlo.
Así que el puto pinchazo del coche me fastidió toda la mañana y no tuve tiempo de preparar los huevos araña y las salchichas dedos de muerto. Al menos pude decorar la casa con las guirnaldas y la tela de araña, tardé un par de minutos y aunque no era gran cosa, al menos hacía ambiente. Y lo más importante, mis niños se sorprendieron mucho al llegar a casa y les encantó la idea.
Por la tarde quedamos con unos amigos, que ella es canadiense y celebra esto de Halloween con más intención y tradición, en la zona donde viven porque celebraban una fiesta y había un recorrido de truco o trato por las casas y comercios, no era mal plan. Y para mi gozo, ¡los adultos también se disfrazaban!.
Así que decidí disfrazarme y en un principio mi idea era tirar de mi disfraz de vampira, pero al probármelo me quedaba enorme y horroroso. Y no era ese la clase de miedo que quería dar. Pensando en la temática zombie, y que en cuestión de zombies todo vale, recordé que tenía una minifalda de cuadros de hace por lo menos 10 años. Y la encontré. Recordé que tenía una blusa blanca de cuando trabajaba en esos grandes almacenes que todos conocemos. Y la encontré. Rebusqué en el cajón de las medias algunas que parecieran apropiadas, y las encontré. Solo me faltaba una corbata. No, no la encontré. Pero me había sobrado fieltro negro del gato del vestido de mi niña y, sin plantilla ni nada, recorté una corbata a la que me bastó ponerle un elástico para fijarla.
Así me convertí en colegiala zombie por una tarde. Lo mejor de todo es que la gente me veía y me decía que iba genial, que parecía un disfraz comprado a propósito. Al menos le he dado uso a esa ropa que llevaba siglos guardada, lo que me daba miedo era no entrar en esa falda talla mini jajaja.
Y nos fuimos a trucootratear toda la family (menos papá, que iba disfrazado de sí mismo jajaja).
Como no, hubo recuento de chuches recaudadas, digo yo para qué si a mis hijos no les gustan. Pero el caso es pedir y acumular, a eso no le hacen ascos.
Ahí no quedó todo porque si nuestra intención era volver pronto a casa, al llegar a la plazoleta nos encontramos a todos los vecinos en la calle, muchísimos niños y adultos disfrazados, compañeros del cole (del antiguo y del nuevo), y no pudimos evitar quedarnos. Lo más curioso fue que visitamos algunas casa de vecinos que las habían decorado como auténticas casas del terror, con sus habitantes disfrazados saliendo de debajo de una mesa o tras una puerta. Imaginaos esa mezcla de diversión y pánico absoluto en los niños. Estuvo genial, toda una sopresa tratándose de mi barrio.
Así que, resumiendo, para celebrar Halloween con los niños os propongo:
- unos disfraces caseros (sin aguja e hilo también se consiguen)
- una decoración terrorífica (y reutilizable, si es posible)
- un menú de miedo (no hace falta ser Adriá para hacer algo resultón)
- la compañía de amiguitos para trucootratear (imprescidible).
Podeis acompañarlo de:
- alguna manualidad (hacer guirnalda de arañas o murciélagos con rollos de papel higiénico no cuesta nada)
- una película típica (viva Tim Burton y su "Pesadilla antes de Navidad")
- una banda sonora molona, si incluye coreografía, mejor (quien dice Thriller dice el baile de los esqueletos)
Y vosotros, ¿celebráis esta fiesta? ¿Os gusta? ¿Qué hacéis para ello?