Ya os he hablado muchas veces sobre lo mucho que me ha cambiado la maternidad, y las que tenéis hijos, sabréis de lo que os hablo. No os cuento nada nuevo si os digo que ser madre implica un esfuerzo extra de aprendizaje constante y en muchas ocasiones, contrarreloj ante el desarrollo de los hijos. Supone todo un reto encajar esa nueva vida en un entorno muchas veces hostil o al menos, poco comprendido entre quienes desconocen todo el trabajo que hay detrás de esa palabra.
Cuando tienes hijos, intuyes que tu vida va a cambiar, pero no eres consciente de ello hasta pasados unos años. No se trata de un cambio de ritmos en la rutina, que también. Se trata de un cambio mucho más profundo. Cambias tu forma de ver el mundo y de moverte en él. Cambian tus prioridades, el valor de las cosas. Cambian tus necesidades, tus derechos y tus obligaciones. Cambia tu sentido de la responsabilidad, y cambian tus capacidades.
Ya desde el embarazo, aprendes a manejar tus miedos, convives con ellos, pensando y deseando que todo salga bien. Pero también te preparas para lo peor. El parto cambia tu umbral del dolor y el postparto te enseña a vivir en otro cuerpo, en otro estado de ánimo. Todo esto acompañado de la crítica y la observación constante de los que te rodean. Y aprendes a encajarlo, al tiempo que asumes que tienes una pequeña vida entre tus manos que depende de ti. En muchos casos, será la primera vez que sientas el peso de la responsabilidad.
¡Aprendes a adaptarte! Qué es la maternidad sino una adaptación constante al cambio y las necesidades de tu bebé. Él cambia cada día y tú tienes que estar a la altura. Lees, te formas, aprendes, escuchas y aplicas todo lo aprendido a diario para dar siempre lo mejor. Y lo haces en condiciones extremas. Las pocas horas de sueño te hacen estar irritable, pero ni eso ni la depresión post parto, ni la forma de tu cuerpo destartalado, después de los 9 meses de transformación, son suficientes para que tu bebé lo note.
Descubres el verdadero significado de la palabra Paciencia. Cuando tu hijo tiene cólicos o como cada dos horas, incluso por la noche, o simplemente reclama tu atención, da igual lo que estés haciendo, siempre estarás disponible para él, sea el tiempo que sea. También pones a prueba tu paciencia cada día con los constantes juicios de valor que recibes sobre cómo haces las cosas. Cómo bañas a tu bebé, como le coges, si le abrigas poco o mucho... todo será juzgado.
Te conviertes en directora general de tu casa. Salir de casa a hacer un poco de compra o ir de excursión a la sierra, ya no son decisiones que tomes en el momento. Aprendes la importancia de planificar, de organizar y prever. La maternidad absorbe tanto, que te enseña la necesidad de llevar un cierto orden si no quieres vivir en el caos más absoluto.
Aprendes a gestionar tus emociones. Descubres la realidad de las mujeres que tienen hijos en el mundo laboral y aprendes a manejarte en ambiente hostil. Aprendes a tomar decisiones en situaciones complicadas y aprendes a convivir con el estrés y la ansiedad. En el mejor de los casos, aprendes también a eliminarlos de tu vida y a establecer mecanismos de defensa.
Aprendes a resolver conflictos, desarrollas la imaginación y la creatividad y la aplicas de forma eficaz en la resolución de problemas o dificultades. Además, desarrollas la capacidad de adaptarte a la persona que tienes enfrente para que te entienda y puedan aplicarse las mejoras propuestas. Descubres que tienes capacidad para dirigir, para coordinar y para gestionar un equipo, tu familia.
Y todo esto sin recibir nada a cambio. Solidaridad, confianza, sacrificio, humildad... son valores que incorporas a tu vida de forma natural, como parte de ese proceso de aprendizaje continuo que es la maternidad.
Cuando lo comenté en mi entorno, alguien me dijo: cuidado con lo que pones porque no a todo el mundo le parece destacable. Y fueron esas palabras las que me dieron el empujón definitivo para no retrasarlo más. Porque si a alguien no le parecen destacables todas estas habilidades y capacidades, sin duda, lo quiero lejos de mí.
Y tú? ¿Lo pondrías en tu currículum? Puedes dejarme un comentario, me encantará leerlo!!
Un abrazo!!