El miedo, ese temor tan especial que sienten las madres, similar a un pálpito continuo que advierte de que su hijo expuesto a mil y un peligros diferentes. Parece como si vuestra sola presencia les protegiera por arte de magia. Quizá sea un poco así. Estoy convencida de que las madres tenéis poderes si no paranormales ¡sí supranormales!
La impaciencia. Porque aunque sólo hace unos minutos que os alejasteis del bebé, ya os morís por verle de nuevo, acariciarle,olerle, sentir ésa conexion física tan especial que os une...
También está la inseguridad. Porque, aunque confiéis plenamente en la persona en quien habeis delegado los quehaceres de vuestro hijo, sentís que quizá no deberíais haberle dajado, que a lo mejor él o ella no van saber identificar lo que vuestro hijo necesita, por mucho empeño que pongan...¡es inevitable dudar de todo y de todos!
La insistencia. Sólo a veces,y cada vez os pasará menos. Tras dar todas las indicaciones sobre las horas de comida, bibi,baño,etc, crees que igual no ha quedado lo suficientemente claro. Por eso llamáis, varias veces, para cercioraros de que todo está en orden. ¡Y claro que lo está!
La añoranza, ése otro gran sentimiento del que habláis las mamas cuando se os pregunta por esta situación por la que todas pasáis aguna vez. Si a veces echáis de menos a vuestros hijos, incluso cuando éstos están en casa con vosotras, jugando o durmiendo, ni que decir tiene cómo os sentiréis al dejarles e iros lejos de ellos...¡Qué de sentimientos mezclados! Por eso...
¿Me contáis cómo fue la primera vez que os incorporásteis al trabajo, por ejemplo? ¿O la primera vez que os fuisteis de fin de semana sin él o ella?