¿Cómo estaba la plaza? Abarrotaaaaaaa. Así estaba el lunes a mediodía mi "pueblo" Benavente. La plaza Mayor con más de 6.000 personas pidiendo a grito pelao al alcalde que les concediera un toro enmaromado para las fiestas de este año de junio "toro, toro, toro...".
El pasado fin de semana fueron las fiestas de la Veguilla, declaradas de interés turístico regional y cuya tradición de pedir el toro se remonta a los años 40.
Bajo mi punto de vista, en esquinita de la plaza, el ambiente era divertido, animado, pero bajo la visión de mi madre, que ese día trabaja, desde arriba, el balcón del Ayuntamiento era "un macrobotellón" "una fiesta destinada sólo a los jóvenes a los que se les consiente hacer en la plaza lo que les venga en gana".
Más bien creo que lo que le preocupa a mi madre es si me verá allí a mí, en esa situación, cantando, bailando, bebiendo y empapada en alcohol.
Para mí, insisto ,fue bonito, estuve con mi padre, mi tía Mari y mi prima Victoria allí en la plaza no en el centro sino en los lados que es el lugar de niños y mayores, después se unió mi prima Andrea que había participado en la procesión de la mañana con la banda de música. Mi madre se incorporó mucho más tarde sobre las 4 cuando fue a comer a casa de mi tía.
Lo que realmente descubri y descubrieron de mí estas fiestas de la Veguilla es que no voy a ser como mi madre en eso de las atracciones. Mi madre es muy muy muy miedosa y eso de subirse aunque sea en los caballitos ni hablar. Mi padre no es que le de miedo pero tampoco le atraen demasiado. Pero a mí me encantaron, y eso que el día antes me monté en un camión de bomberos con mis primas y mi amigo Adrián y estuve todo el rato llorando como una loca. Pero el lunes por la tarde cuando volvimos sólo quería montarme en la misma atracción, así que mi prima y yo elegimos un cisne y de allí no había quien me bajara.
Mi madre se alegra porque dice que así no voy a ser "tan pava" como ella. Veremos a ver cuando vuelvan las ferias en junio.