Los dos años en la vida de un niño es considerada por los expertos como la etapa de la ‘independencia’ o la ‘primera adolescencia. A esa edad, los pequeños viven grandes cambios y experimentan avances importantes tanto físicos como intelectuales. Están dejando de ser bebés, aprenden a controlar esfínteres, amplían su vocabulario y pueden comunicarse de otra manera. Aunque todavía no puedan expresar muy bien sus emociones, es un momento ideal para comenzar a mostrarles sus nombres (no me canso de recomendar “emocionario” un libro perfecto para esta tarea, aquí puedes ver el post que le dediqué), y que aprendan vocabulario. También pueden exteriorizarlas a través de dibujos, o del movimiento. Es una etapa importante en cuanto al aprendizaje de la gestión emocional, por lo que debemos estar atentos y tratar de servir siempre como ejemplo.
Lo más significativo es que, como los adolescentes, quieren afirmar su independencia. "No" y "yo sol@" son las palabras que más pronuncian, pero para poder acompañarlos amorosamente en esta etapa, hay que tener claro que una de las características de esta edad son los berrinches. Para los padres, es una gran prueba de resistencia, el momento de perder la cordura o de ganar la batalla, muchos se sienten desorientados y no saben cómo reaccionar ante esta situación. Por eso he decidido crear este post. Además de darte mucho ánimo y grandes dosis de cariño y paciencia, te traigo unas cuantas pautas para ayudarte a enfrentar las temidas rabietas de los 2 años.
1. Evítalas.
Tú conoces a tu hijo y sabes lo que suele hacerle estallar. Si evitas situaciones que sabes que darán origen a un conflicto, tendréis una vida más pacífica en vuestro hogar. Si no puedes ir al supermercado sin que el niño para llore pidiendo chucherías, intenta hacer la compra en un momento en el que no estés con él, o que la haga otro miembro de la familia; si cada vez que ve el paquete de galletas llora pidiendo una, procura colocarlas fuera de su campo de visión. Pequeños cambios en vuestra rutina y vuestro hogar, pueden ahorraros muchos problemas .
2. -No pierdas la calma.
Mantener la calma durante los berrinches es fundamental para no empeorar la situación con tu propia frustración, ya que puedes complicar aún más el estado de las cosas y probablemente tengas que hacer frente a una rabieta mucho mayor. Si la situación te supera intenta alejarte un momento (si estáis en un lugar público, siempre manteniendo al pequeño en tu campo de visión), respira hondo y cuenta hasta 10 pausadamente. Sé que suena a tópico, pero te aseguro que bajará tu nivel de enfado.
3. Empatiza.
Ten siempre presente que tu hijo no es raro, no es malo, no te chantajea, y que él también sufre cuando tiene una rabieta. Recuerda que esta etapa forma parte de su crecimiento y llegará un día que se le pase. Así que, si tu pequeño se encuentra en un momento de frustración y enfado, necesita sobre todo amor. Ayúdale a gestionar esas emociones. No te enfades, al contrario, dale un abrazo (si es que el niño lo acepta, porque algunos no quieren contacto cuando están enfadados) y ten paciencia, siéntate a su lado y acompáñale, explícale que entiendes su frustración y que estarás con él hasta que se le pase y podáis hablar. Si estáis en casa, trata de darle un papel y un lápiz para que pinte su rabia (si ha comenzado a dibujar), dile que hablaréis cuando esté más calmado y quédate con él hasta entonces.
4. Sé su ejemplo.
No podía evitarlo, tenía que decirlo :). Las rabietas son una gran ocasión de aprendizaje para el niño y nosotros somos su principal modelo de imitación. Para conseguir que un niño reaccione de una forma determinada, primero será necesario mostrarle cómo hacerlo. Si tu hijo de 2 años ha pegado o otro niño en el parque y está en pleno berrinche, podemos decirle de buenas maneras, que eso no se hace y pedirle perdón amablemente en su nombre a la madre y al niño. Después, en casa, en un momento de calma, podemos hablar de lo sucedido, dejar que se explique, exponer nosotros nuestra forma de reaccionar y por qué lo hemos hecho así. Siempre sin ridiculizar, por supuesto, partiendo el diálogo desde la comprensión y la empatía. Una vez la rabieta ha pasado, el niño suele necesitar mucho contacto y cariño, comprobar que le seguimos queriendo y que estamos ahí para apoyarle en su aprendizaje.
5. Sé flexible.
Rosa Jové nos invita a reflexionar sobre esta frase ante las rabietas de los niños: ¿En cinco años esto importará?
Y es que en ciertas ocasiones somos los adultos los que nos ofuscamos con una cosa y creemos que es fundamental que el niño haga lo que le pedimos, tal y como lo queremos nosotros. Pero… si lo que pide el niño no es peligroso y en cinco años no importará, ¿por qué no dejarle hacerlo? ¿Por qué no puede ponerse unos zapatos de charol con un chándal? ¿Por qué no podemos quedarnos 15 minutos más en el parque? ¿Qué pasa si no se baña un día? Por supuesto, cada familia tiene sus normas y su forma de comportarse, pero conviene recordar que, en esta etapa, los niños están aprendiendo a tomar sus propias decisiones, y que les dejemos hacerlo les da seguridad. Por tanto, un poco de flexibilidad ocasionalmente les viene bien tanto a ellos como a nosotros, que nos ahorraremos entrar en una discusión, quizás, innecesaria .
Y para terminar, un pequeño truco más : Distracción. A veces, a estas edades es tan sencillo como proponer otra cosa divertida para evitar la rabieta. Si el niño quiere hacer algo que en ese momento no puede realizar, podemos proponer una alternativa que a él le guste hacer: cantar juntos una canción, escuchar su cuento favorito, pintar ( geniales estas pizarras antiaburrimiento para llevar a cualquier parte ). Pero sin duda, las mejores herramientas, son la paciencia y el cariño.
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