A partir de los dos años el niño empieza a diferenciarse del adulto, ya no lo necesita la mayor parte del tiempo, pero aún no es lo suficientemente autónomo para poder gestionar solo sus sentimientos y emociones. Este proceso de separación despierta en el niño tensiones emocionales y conflictos en su relación con su adulto.
Los niños también utilizan las rabietas para llamar nuestra atención o manipular nuestras decisiones. A través de ellas nos evidencian su temperamento, personalidad y carácter.
¿Qué no debemos hacer?
Quien ha sido testigo de una pataleta en público sabe lo desagradable que estas suelen ser, es incomodo para muchos padres tratar de resolverlas frente a tanta gente.
No dejes que los nervios y la desesperación te hagan perder el control ocasionando que te alteres, enfades o grites. Todo lo contrario, pregúntate ¿qué emoción gestiono o activo la rabieta? ¿qué lo motivo a actuar de esa manera?
No utilices la fuerza corporal para intentar levantar a tu hijo, darle de jalones o cargarlo.
No intentes discutir con él, espera que se calme un poco, contenlo primero.
Déjale en claro que no vas a ceder ante sus deseos y explícale porque, recordándole las pautas de disciplina de manera clara.
No lo juzgues ni le pongas etiquetas como "malcriado" "desobediente" "terco" mientras lo corriges.
¿Qué debemos hacer?
Que las rabietas en público no te hagan sentir mal, no importa el lugar intenta gestionarlas, dialoga con tu hijo escúchalo, ayúdalo a poner en palabras sus emociones, manifiéstale que no te gusta su actitud y explícale porque.
Bríndale contención mientras logre a autorregularse.
Conversa con él y lleguen a un acuerdo acerca de los límites, hazlo de una manera clara y coherente para que lo pueda entender.
Evita las situaciones estresantes o sobre estimulantes en las que creas pueda desatar una rabieta
A medida que crece, el niño podrá manejar mejor sus emociones, tendrá más tolerancia ante la frustración, el desarrollo de su vocabulario favorecerá a que pueda verbalizar sus estados de ánimo. Ten en cuenta que es una etapa que toma su tiempo de maduración. No tienes porque preocuparte, mientras no se auto agreda, rompa cosas o sientas que no puedes controlarlo no hay que alertarnos ni buscar ayuda. Muchas veces las rabietas esconden un malestar de dolor más que el deseo de dominación o capricho, hay que estar atentos a las señales que nos dan los niños para poder comprender sus emociones.
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