Lo que el Covid-19 nos enseñó


Tabla de Contenidos

No estábamos preparados

No somos inmortales

Resiliencia

Solidaridad

Un respiro para el planeta

Otro mundo es posible

Todo va a salir bien

Cualquier evento que nos sucede en la vida, tanto lo bueno como lo malo, lleva consigo una enseñanza. Y la pandemia originada por el coronavirus que estamos viviendo no iba a ser menos. En este post comparto contigo algunas de las cosas que el Covid-19 nos ha enseñado.

Han pasado casi 2 meses desde que se inició la pandemia que ha transformado nuestras vidas, nuestra manera de relacionarnos y nuestra perspectiva a la hora de afrontar el mundo. Han sido tiempos de mucho sufrimiento, miedo, desesperanza y soledad. Miles de familias han perdido a seres queridos de manera cruel y otros muchos se han quedado sin empleo o ven peligrar su futuro laboral. En definitiva, consecuencias trágicas a las que aun estamos empezando a asomarnos y que deberemos enfrentar en los tiempos que están por venir.

Sin embargo, no debemos dejar pasar esta oportunidad para aprender de lo sucedido. Sería totalmente irresponsable que no extrajéramos ninguna enseñanza de esta situación y una torpeza que pagaríamos muy cara en el futuro.

Por eso, quiero en este post hacer una breve reflexión sobre las cosas que esta tragedia nos ha enseñado y de las que deberíamos tomar consciencia para que no vuelvan a repetirse. Seguramente son muchas más de las que aquí señalo pero son las que, personalmente, considero más importantes. Espero que me acompañes y que puedan servirte de ayuda.



No estábamos preparados



No quiero entrar ni mucho menos en debates sobre la gestión de la crisis. Cada cual que determine sus propias opiniones. Pero hay un hecho irrefutable y es que no lo vimos venir.

Nuestro sistema sanitario y nuestra estructura social no estaban preparados para semejante magnitud, y gran parte de las consecuencias de esta enfermedad podemos atribuirlas a esa falta de previsión. Es difícil de asumir, pero puede que muchas vidas se hubieran salvado si hubiera existido un protocolo escrito con anterioridad al brote de la enfermedad.

Camas de UCI disponibles, respiradores mecánicos, equipos de protección para los sanitarios, protocolos de actuación en centros de salud y residencias de ancianos y planes de contingencia son absolutamente necesarios para hacer frente a esta y otras epidemias que puedan aparecer en el futuro. Esto no nos puede volver a pasar, no nos podemos permitir que en un futuro vuelva a suceder.

No somos inmortales



Este es uno de los grandes problemas de base de las sociedades occidentales actuales y lo explica de manera brillante Arturo Pérez-Reverte en este artículo.

La falsa sensación de seguridad que nos aporta el primer mundo nos hace incautos, desprevenidos y arrogantes. Puede que esta pandemia nos haya situado frente a un espejo de humildad y que nos permita encarar nuestro tiempo presente como lo que es: un tesoro valioso que no debemos malgastar.

En estos días el tiempo ha recuperado su verdadera dimensión: agradecemos el tiempo que estamos compartiendo con nuestras familias y lamentamos el que no podemos pasar con los que están lejos o aquel que ya nunca podremos recuperar con los que se han ido para siempre. Si alguna enseñanza nos deja el Covid-19 es que debemos aprovechar el tiempo, nuestro único tiempo, y dedicárselo a las personas que más queremos.

Lo que el Covid-19 nos enseñó
Imagen de klimkin en Pixabay


Resiliencia



Desde siempre he tenido claro que la capacidad de adaptación del ser humano a situaciones adversas es infinita. Somos capaces de soportar desastres naturales, guerras, enfermedades y un sinfin de contrariedades, adaptándonos a nuevas situaciones y circunstancias de una manera asombrosamente rápida y eficaz. Ha sido la base de nuestra supervivencia y evolución durante milenios.

Lo que no sospechaba era que esta resiliencia podía presentarse en edades tan tempranas. Y es que si algo me ha sorprendido de esta adversidad ha sido la actitud de mi hijo y de los niños de otras madres conocidas de edades similares.

Con tan solo 20 meses ha hecho frente a un cambio tan brutal en su vida (dejar de ir a la escuela infantil, permanecer sin salir a la calle durante más de 40 días, no relacionarse con otros niños) de una manera tranquila, sin berrinches ni ansiedad, incorporando la nueva situación a su vida con una asombrosa naturalidad. Una vez más los más pequeños nos dan una poderosa lección a los adultos.

Solidaridad



En estas semanas hemos sido testigos no solo del dolor, sino de una oleada de solidaridad sin precedentes. Particulares tejiendo mascarillas para los sanitarios, restaurantes repartiendo comida a personas sin recursos o llevando bocadillos a los hospitales, empresas haciendo donaciones desinteresadas, jóvenes haciendo la compra a sus vecinos más mayores, taxistas ofreciendo traslados de manera gratuita, empleados de residencias de ancianos permaneciendo encerrados para no contagiar a los internos… y un número incalculable de gestos altruistas más.

Pero si dijera que me sorprende estaría mintiendo. Tengo la firme convicción de que hay mucha gente buena por el mundo (igual soy demasiado ingenua) y una vez más se ha confirmado que ante problemas graves y de tal envergadura, hay millones de personas dispuestas a ayudar desinteresadamente. Y es algo que, cuando mi hijo tenga edad para comprender, le contaré orgullosa: las infinitas muestras de solidaridad que se vivieron en esta crisis.



Un respiro para el planeta



Comenzábamos 2020 con la preocupación de una crisis medioambiental y la necesidad de frenar la contaminación y el cambio climático. Lo que no nos podíamos imaginar es lo que sucedería apenas unas semanas después.

Con un tercio de la población mundial confinada, los niveles de contaminación han disminuido notablemente. Hemos visto como el agua de los canales en Venecia dejaba de ser turbia, el cielo de nuestras ciudades volvía de nuevo a ser respirable y ecosistemas que estaban gravemente amenazados se recuperaban.

Puede que el Covid-19 nos haya traído una fantástica oportunidad para cambiar nuestro sistema de vida hacia opciones más sostenibles. Fomentar el teletrabajo para evitar desplazamientos innecesarios, incentivar la adquisición de productos de proximidad o consumir de manera más responsable pueden ser cambios que este virus nos ha obligado a hacer pero que pueden ser beneficiosos si los mantenemos en el tiempo.

Otro mundo es posible



Dicen los que saben que nos tendremos que ajustar a una nueva normalidad. Es posible que pretender volver al punto de partida resulte imposible, pero está en nuestra mano tomarlo como un fracaso o como una oportunidad para mejorar como sociedad y como individuos.

Si tenemos que crear una nueva realidad tras el Covid-19 , hagámosla más solidaria, más humana, más empática. Una realidad en la que ningún anciano quede abandonado en una residencia sin cuidados ni cariño, en la que los niños ocupen el lugar que se merecen en la toma de decisiones de las Administraciones, en la que nuestros sanitarios y demás trabajadores esenciales sean reconocidos, valorados y protegidos.

Que la nueva normalidad sea mejor que la anterior, más justa, más sostenible, más inclusiva, depende de las decisiones que tomemos de aquí en adelante. Si tenemos que reconstruir nuestro mundo, hagámoslo bien. Si nos vemos obligados a darle forma a una nueva realidad hagamos algo de lo que nuestros hijos se sientan orgullosos.

Lo que el Covid-19 nos enseñó


Todo va a salir bien



Aunque ese bien no sea tal y como esperamos. Esto pasará, lo superaremos y nos adaptaremos a todo lo que nos toque vivir. Lo hemos hecho siempre y lo continuaremos haciendo.

Incluso en la más profunda oscuridad, en tiempos de miedo e incertidumbre hay una esperanza, una luz que cada uno de nosotros lleva dentro y que nos dota de una fuerza sobrehumana.

Así que quiero terminar con un mensaje de optimismo recordando las palabras de Albert Camus que llevo tatuadas tanto en mi piel como en mi mente desde hace muchos años: En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible”. Porque por muy crudo que parezca el invierno que nos rodea, nuestra luz interior es mucho más fuerte.




Sería imperdonable acabar este post sin hacer una mención de agradecimiento a los miles de profesionales que se están jugando la vida y la salud por cuidarnos en esta crisis. A todos ellos: GRACIAS.




¿Cómo estás viviendo esta nueva situación? ¿Qué cosas piensas que cambiarán en el futuro? ¡ Espero tus comentarios !

Gracias por leerme.

Publicado inicialmente el3 mayo, 2020 @ 12:05 am

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