Ma, tu hija a veces siente que no puede más, que el aire pesa y la vida cercena.
Ma, tu hija a veces se pregunta si de verdad vale la pena, si tú también dudaste, si tuviste miedo, si alguna vez fracasaste.
Ma, tu hija no siempre tiene ganas de mirar al cielo, a veces arrastra los pies, anuda palabras en su garganta, y deja que sus ojos sean pozas de lágrimas.
Ma, tu hija se cansa, se cae, se desvela, se hace un ovillo en la cama, se pone a gritar y se desangra el alma.
Pero Ma, tu hija recuerda que es tu hija y entonces se levanta, se sacude las rodillas, los codos, la esperanza.
Se da un baño tibio y pone en la olla café con clavo, anís, canela y piloncillo, se borda una nueva armadura porque no la criaste para rendirse, se mira al espejo y desde ahí reconoce tu sonrisa.
Ma, tu hija a veces necesita ir despacio, tirar uno que otro lastre, reencontrarse, derrumbar sueños y construir nuevos encima de ésos, a veces necesita sentarse a tomar un respiro, gritar para soltar el miedo, descubrirse, reinventarse.
Ma, tu hija a veces sufre, pero al igual que tú, no se rinde …
Autor Hija de la bordada