Y un día, me encontré a gatas, arrastrando un coche rojo, de plástico "irrompible" (de esos que, dicen, te duran para siempre, pero que en manos de tu pequeño puede llegar a durar unos cuantos minutos) por todo el living de mi casa.
¿Dónde quedó aquella mujer tan femenina que ni loca se arrodillaba en el suelo para no ensuciar sus pantalones? Aquella que no se compraba un zapato que no tenga menos de cinco centímetros de taco, ¡y ni loca usaba plataforma! La que no se ponía un jogging ni muerta, ni salía a ka calle sin maquillarse. La que tenía una cartera y un par de zapatos de cada color y los combinaba cuidadosamente... Los zapatos fucsia eran exclusivos de la cartera fucsia...
La maternidad te cambia, sin dudas. Cambia tus prioridades, tus tiempos, tus modas. Y, antes de comprarte un nuevo par de botas, lo pensás cinco veces, porque con esa plata podés comodas las zapatillas de cars que tanto quiere tu príncipe, o ese autito a control remito por el que lloró cuando fueron al hipermercado.
Y la ropa de moda deja de importar, porque la moda empieza a incomodar. Pues, si de repente te encontrás con que tenés que estar todo el día detrás de un pequeño hiperactivo que, además, tiene muy poca conciencia de las cosas que representan un peligro, preferís andar todo el día con esas viejas zapatillas que son tan cómodas y relegas a los estiletos al fondo de un oscuro placard. Y esos jeans ajustados que tan bien te calzan se vuelven una pesadilla cada vez que te tenés que agachar a juntar un juguete de los cientos que andan tirados por toda tu sala de estar. Entonces, sacás a relucir los joggins que no usabas desde aqullos tiempos en que ibas al gimnasio (en mi caso, desde que hacía educación física en el colegio, porque al gimnasio nunca fui)... Eso sí tenés la suerte de que todavía te queden... Ah, porque ese es otro asunto... Seguramente el embarazo te cambió el cuerpo para siempre y te ves obligada a renovar tu armario.
La maternidad te cambia aún más cuando tenés dos varones. Y tu lado femenino tiene que aprender sobre autos o ponerse a jugar un picadito en la plaza sólo para complacer a esa personita que con un "porfiss" lograría que pongas el mundo a sus pies... El otro día casi pierdo el aliento cuando intente alzar a mi bebito de 14 kilos después de jugar uno de esos picadito con el mayor!
Y bueno, pero ser mamá también es ser femenina... Aunque te la pases viendo carreras de autos, o juegues picaditos todos los fines de semana, aunque andes de pantalón de gimnasia y llantas, cual cumbiero...