Algunos pensaréis que ya era hora de que durmiesen solos, y otros estaréis en el mismo caso que yo estaba: los niños no se pueden dormir solos.
Para explicaros mi experiencia he de remontarme a la época en la que nacieron. Cuando mi hijo mayor tenía unos meses decidí cambiarle de habitación, ya que dormía con nosotros, y pasarle a la suya. Al principio nos quedábamos al lado de su cuna y le dábamos la mano, cosa que cogió como costumbre y ya solo se podía dormir con la mano cogida.
Si se dormía en 5 minutos bien, pero había veces que tardaba mucho en dormirse y nosotros, plantificados al lado de la cuna, esperando a que se durmiese. Seguro que alguno de vosotros se ve reflejado en esta situación, te crees que se ha dormido después de un buen rato, separas la mano y…¡sorpresa se despierta al momento!! Con lo que te toca estar otro buen rato en la cama.
También he de decir que me gusta mucho dormir con los niños, pero el hecho de que estén moviéndose toda la noche, dando patadas y vueltas en la cama hacía que por las mañanas me levantase echa polvo.
La situación siguió igual y yo, como cada día estaba más cansada, decidí que se volviese con nosotros a dormir a la cama.
Con mi hija pequeña al principio fue diferente. Creo que cada niño es un mundo y ella desde un principio dormía sola en su cuna.
Pero claro, pronto se dio cuenta de que su hermano dormía con nosotros, así que pronto le tuvimos que hacer un hueco.
La situación ahora había cambiado y al crecer se dormían viendo la tele con nosotros y les llevábamos a la cama, pero a las tres o las cuatro de la mañana se venían a dormir con nosotros.
Hace más o menos un mes decidí que esto no podía seguir así, ya que incluso su padre muchas veces se tenía que ir a dormir a sus camitas porque cada noche dormíamos al borde de la cama para dejarles espacio a los niños.
Una noche que su padre estaba trabajando les dije que se tenían que ir a dormir solos. Yo tenía que terminar un trabajo y estaba en el ordenador, así que encendí la luz del pasillo, les dí su muñeco preferido a cada uno y les dije: yo voy a estar en la habitación de al lado y no pasa nada, si tenéis miedo me avisáis.
Creo que el estar oyendo el teclado del ordenador les dio seguridad para saber que yo estaba allí y se fueron a dormir sin decir nada.
Estuve haciendo esa operación durante cinco días seguidos, siempre cuando su padre no estaba, porque creo que si no habrían ido a él a decirle que tenían miedo o a buscar otra excusa para meterse en la cama. También he de decir que les animaba a seguir haciéndolo “porque ya eran muy mayores”, e incluso se lo decía a sus abuelas y a su tía y primos (cuando les contaba lo que habían hecho ellos se sentían muy valientes).
Tampoco este cambio ha sido radical, todavía se quedan dormidos algunos días en el sillón y vienen de vez en cuando a la cama pero por lo menos ya hemos dado un pequeño paso.
Y vuestros hijos ¿siguen durmiendo con vosotros? ¿Cuando crecieron cómo conseguisteis que durmiesen en sus camas?