Ya no se puede hacer nada para evitar lo del viernes en París. Pero si está en nuestras manos que no se vuelva a repetir. De nosotros depende que nuestros hijos vivan en libertad. Que, aunque no lo compartan, respeten que Eva quiera a Patricia; que Felipe ame a Fernando; que Hussein no coma cerdo; que María rece el Angelus o que Efrón dedique el sábado al descanso. Es nuestra responsabilidad que nuestros hijos no pierdan la cabeza con historias grandiosas en las que todo vale para ir a paraísos celestiales. Es nuestra labor hacerles entender que nuestra libertad termina donde comienza la del otro y que no hay que hacer a los demás lo que a ti no te gustan que te hagan. Es nuestro deber enseñarles a vivir, convivir y respetar a otras razas, colores y religiones. Que no hay Dioses, ideas o fronteras por los que matar y mucho menos morir. En definitiva, que hay que dejar el mundo correr.
Somos muchos los que apostamos por la paz y no por el odio. Hagamos que nuestro silencio se escuche por encima del ruido de los radicales y consigamos un mundo mejor, porque otro mundo es posible y depende de ti.
¡¡FELIZ LUNES!!
(A pesar de todo)