No llevamos ni una semana de calor y ya tenemos la primera polémica servida. Por lo visto, la semana pasada una alumna de un instituto público de Boadilla del Monte (Madrid) "fue apercibida" por su "vestimenta provocativa". La reacción de las alumnas no se ha hecho esperar y en el muro del centro ha aparecido una pintada haciendo alusión a lo acontecido: "Se empieza prohibiendo pantalones cortos y se acaba culpándonos de ser violadas".
Pues táchame de retrógrada pero estoy muy de acuerdo con la medida. Porque vamos a ver, hay pantalones cortos, muy cortos, cortísimos y luego están los tangalones y yo soy de las que opinan que el "tangalón" no es la prenda más idónea para ir a clase o ir a trabajar. Como tampoco entiendo muy bien esa moda de ir enseñando los calzoncillos por encima de los pantalones, en el caso de los chicos, como tampoco aprobaría que un profesor/a fuera a dar clase en pijama. Así que no se trata de un tema de machismo sino de una serie de normas básicas que todos deberíamos cumplir.
Y ¿qué pasa con el mensaje lanzado por el centro? Pues a mi no me termina de encajar. Desde mi punto de vista hubiera sido más indicado hablar de vestimenta inadecuada, sin meterse en jardines si es provocativa o no. Porque esa vestimenta, ¿qué provoca? ¿Provoca ganas de vacaciones, ganas de fiesta, de verano o ganas de mujer? Pues provoca mucho y variado y allá cada uno que escoja lo que prefiera. Pero como ya dijo Mecano en su día (Cruz de navajas) si hay ganas se mojan en el café.
¡¡FELIZ MIÉRCOLES!!