Pasamos un día muy tranquilo en Tavernes de la Valldigna, y nos quedamos enamorados de la playa.
Acostumbrados a playas más atiborradas de gente buscando un hueco en la arena, ésta según nos aseguraban nuestros anfitriones, era de carácter familiar y muy tranquila.
No vimos más un trocito de playa porque comimos en el apartamento, mientras los peques jugaban y los mayores nos sumergíamos en una sobremesa de horas.
Aun así salimos a tomar un café y dar una vuelta por el paseo, donde había ya "paraetas" típicas de verano.
Nosotros nos quedamos un rato en una feria que esta todo el año. Allí los peques estuvieron sin control de tiempo botando en un castillo de bolas. ¿ he dicho que no controlaban el tiempo?
hasta Jaume salió un par de veces para decirle a la mujer, ya nos toca salir, no? Pero la mujer les decía que salieran solo cuando se cansaran. Que maravilla.!
Al lado habían colchonetas para saltar, coches de choques, puestecito de crepes y patatas fritas, una pequeña noria y un par de atracciones que dan vueltas, pero nosotros de las bolas buscamos el coche porque temía un poco por si había retención de coches a la vuelta.
Como era de esperar a los dos minutos de subir al coche Jaume se quedó roque, ah! y de retención para nuestra alegría nada! Así que en una horita estuvimos en casa pero lo que duró el trayecto, estuvimos entregados en una conversación sin fin. ¿si tuviéramos que elegir porque nos toca un pellizquito de lotería que seria? ¿ apartamento tranquilo en la playa o casa de campo?
Uff... no nos pusimos de acuerdo.