El pasado 7 de junio se celebró el 17º Día Mundial de los Derechos del Nacimiento, y la Plataforma pro Derechos del Nacimiento, PDN, presentó un documental muy interesante y revelador para conmemorar la ocasión.
Así describe la PDN el motivo que les llevó a realizar este estupendo trabajo:
Este documental tiene como propósito difundir los mensajes de alerta de tantos investigadores que durante años han ido publicando sobre la necesidad de poner atención en la gestación y el nacimiento por la repercusión que tienen en la vida futura.
Nos referimos a tener en cuenta que esas vivencias moldean el carácter y la personalidad de cada ser que nace y que, por tanto, debemos ser consecuentes con ello.
Y a propósito de esta conmemoración, Rosina Uriarte ha escrito un magnífico artículo titulado “Cuidando el parto para un mejor nacimiento”.
Aquí va el documental y el artículo de Rosina:
“Cuidando el parto para un mejor nacimiento”, de Rosina Uriarte
Hablar del parto es un tema delicado porque la mayoría de las mujeres hemos pasado por esta extraordinaria y única experiencia, y cada una la hemos vivido de una manera diferente. Otras pasarán por ella y posiblemente tengan ya una idea formada de cómo les gustaría que fuera. La realidad nos muestra que muy pocas veces tenemos el parto con el que habíamos soñado.
Y esto no debería significar que sea una experiencia negativa, sino simplemente diferente a lo que habíamos imaginado. Sin embargo, muchas mujeres sentimos que nos hemos perdido algo importante, algo irrepetible y que ya no volverá jamás. Peor aún es cuando sentimos que ese momento tan especial nos lo robaron en contra de nuestra voluntad. Es un dolor con el cual convivimos y que el paso del tiempo logra mitigar, pero no eliminar.
Esta sensación de habernos sido arrebatado lo más vital de un momento tan sagrado viene dada por una confrontación entre lo que nos pide nuestro instinto, nuestro cuerpo, nuestro amor por el bebé… y las decisiones tomadas por terceras personas desde fuera. Decisiones que aceptamos convencidas de que son por nuestro bien, otras veces son decisiones de las cuales ni siquiera somos conscientes ya que no siempre se cuenta con la mujer en todo el proceso del parto. Pero, ¡un momento! ¡Es la mujer la que pare! Los demás están para acompañarla desde la comprensión y el respeto, y ayudarla cuando sea necesario.
La ciencia está para ayudarnos. Y gracias a los avances científicos, muchos niños sobreviven, muchas madres también. Pero hemos incorporado la ciencia hasta tal grado en nuestra vida, que apenas existen ya procesos realmente naturales, como debería ser el parto.
Cuando en los años cuarenta los hombres ocuparon el lugar de las mujeres que atendían los partos y éstos dejaron de tener lugar en el hogar para hacerlo en el hospital, no se invitó a la madre naturaleza a estar también. David Chamberlain, pionero en la creación de la psicología pre y perinatal.
El parto es un proceso dirigido por protocolos que pocas veces obedecen a razones reales y que pocas veces ayudan, más bien complican las cosas.
La elevada intervención en el proceso del parto aumenta las estadísticas de partos largos, dolorosos, con empleo de fórceps, ventosas, cortes, etc… a las que siguen las estadísticas de depresiones postparto y de dificultades en el apego o para disfrutar de una lactancia plena y placentera para la madre y el bebé.
La madre… y el bebé… De todas las decisiones tomadas en un parto, ¿cuántas de ellas se hacen pensando en el bebé? Salvo que exista un peligro para su vida… muy pocas.
Normalmente, en la preparación para el parto, nos enseñan a pensar en nosotras, en cómo viviremos la experiencia, en lo que nos conviene, en lo que puede facilitarnos este trance…
La preparación es para el parto y ¿también para el nacimiento? ¿Acaso no significan ambos términos lo mismo, o son dos cosas diferentes? En realidad hacen referencia a dos experiencias muy distintas, de dos personas que también lo son, aunque hayan vivido y necesiten seguir viviendo en simbiosis, dependiendo la una de la otra.
Pero en este tándem de dos, hay una parte que es mucho más dependiente de la otra, mucho más vulnerable, que siente más el dolor… una parte a la que no se la ve, no se la oye, que casi obviamos a la hora de decidir si queremos un tipo de parto u otro. Y sin embargo, es lo que más nos importa: el bebé.
Para la madre el parto es una experiencia única, pero puede vivir más partos y más o menos sabe a qué se va a enfrentar cuando llega el momento. Es una persona adulta que puede comprender muchas de las cosas por las que pasa durante esta experiencia, puede elaborar mecanismos que la ayuden a superar lo más duro… Puede recordar o elegir qué olvidar…
Pero el bebé no sabe lo que se encontrará al nacer. Todo lo que conoce, todo su mundo, desaparecerá de repente, todo cambiará y será nuevo para él. No recordará la experiencia del nacimiento. Y precisamente por este motivo, no podrá protegerse de algo de lo cual no es consciente, no podrá buscar explicaciones ni elegir recordar u olvidar. La ciencia nos dice que existe una memoria celular y sabemos que en el cerebro quedan registradas las sensaciones de todo lo vivido, aunque no podamos ponerle palabras ni imágenes para recordarlo.
Esto hace que las experiencias vividas anteriormente a los 3 o 4 años, edad en la que están algo desarrolladas las áreas de la memoria, sean mucho más determinantes que todas las posteriores en la vida.
Hoy también sabemos que el bebé siente mucho, más que nosotros, que no puede inhibir sensaciones o el dolor y que sufre un bombardeo de estímulos que hacen que todo lo viva más intensamente. El nacimiento es una experiencia muy intensa, probablemente la más intensa de todas.
La plasticidad cerebral supone que el niño, cuanto más pequeño es, más conexiones y circuitos neuronales es capaz de crear con todas las experiencias que vive. El nacimiento será la experiencia más impactante, un cambio drástico, una ruptura de todo lo conocido hacia un mundo completamente nuevo en el que su único salvavidas, lo único que conoce, que le da seguridad y le garantiza su supervivencia, es el cuerpo de su madre.
La neurociencia nos explica cómo el cerebro del niño crea nuevas estructuras para adaptarse al medio, para poder defenderse en el mismo y aprender y desarrollarse.
Así ocurre que al nacer, el cerebro sufre un boom de conexiones y creación de estructuras que preparan al bebé para aquello que se encuentra fuera de su madre. Si el bebé encuentra el cálido cuerpo de mamá, su hogar, que le brinda seguridad, alimento y confort, su cerebro creará estructuras que le permitirán crecer y desarrollarse plenamente.
Si lo que se encuentra es un nacimiento inesperado para el cual no estaba preparado, el dolor, la soledad, el abandono (alejado del cuerpo de su madre), pruebas y procedimientos médicos sin el contacto, la voz y el olor de su madre o su padre, entonces su cerebro se conectará al modo supervivencia y se adaptará al medio hostil que le hará estar en estado de alerta y no le permitirá crecer y desarrollarse, ni aprender como sería de desear.
Esta programación cerebral que se crea en el nacimiento, nos acompañará de alguna forma a lo largo de nuestra vida, junto a todas las demás programaciones que vayamos creando en los primeros momentos de nuestra existencia. Es por esto que dicen que nuestro nacimiento determina nuestro carácter, y según nos demuestra la ciencia, en parte así es.
La buena noticia para quienes hayan tenido niños con un nacimiento complicado, es que existen medios para compensarlo de alguna forma y apoyar el desarrollo para que acabe siendo lo más pleno posible.
El nacimiento es una etapa extremadamente importante dentro de todas las etapas del desarrollo. El desarrollo es como una cadena con diferentes eslabones, todos ellos imprescindibles para que la cadena se mantenga fuerte, todos ellos insustituibles, sucediéndose uno tras el otro. No podemos olvidarnos de un eslabón, y precisamente de uno tan importante como el nacimiento, y pretender que la cadena siga siendo fuerte a la larga.
No es fácil planificar un parto/nacimiento y pretender que salga tal como lo habíamos deseado. Pero con mayor conciencia sobre la importancia de este sagrado momento, con más consideración y con más respeto por el niño, podemos tomar decisiones que le sean beneficiosas en ese momento y posteriormente toda la vida.
Las madres y los profesionales que atienden el parto podemos tomar decisiones previas o durante el mismo, el bebé no.
Desde la Plataforma Por Los Derechos del Nacimiento se pretende concienciar a toda la sociedad de la importancia que tiene el nacimiento para el niño. Para que podamos, con la información en la mano, tomar decisiones que no solamente nos conciernen a nosotros, sino también a nuestro hijo por nacer.
El lema de esta Semana Mundial por un Parto y un Nacimiento Respetados es Mi cuerpo, mi decisión, mi bebé.
Pienso que deberíamos invertir los términos del lema, para ser más justos con quien más lo necesita.
Totalmente de acuerdo, siempre la vida, y en las mejores condiciones, es lo primero.
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