No, no, no y mil veces no. Lo siento pero no puedo. Reivindico el derecho a tener mi cama propia. Sé que muchas familias están a favor del colecho y lo respeto, aunque no lo comparto. Además admiro a esos padres que comparten cama con sus hijos. ¿De verdad todos duermen plácidamente en paz y armonía? ¿Tienen una cama o un campo de fútbol?
Mi cama es de dos metros de largo por uno cincuenta de ancho y anoche estuve a un tris de terminar en la cama del colega canino. He pasado toda la noche al borde del precipicio. ¿Saben lo que es pasar toda la noche manteniendo el equilibrio para no caerte? ¿Saben lo que es pasar toda la noche reivindicando un pedacito de tu propia almohada? ¿Saben lo que es levantarse con el cuerpo helado porque alguien ha decidido que si él tiene calor tú también?No, no me digan que no. No me lo creo yo. Yo no soy la única que ha vivido esta situación, de eso estoy segura.
Eran las dos de la mañana, llevaba una hora durmiendo a pierna suelta, cuando el piojo se coló en nuestra cama. Infructuosamente intenté llevarlo a la suya pero perdí la batalla. La batalla y la guerra... Y justo a las dos de la mañana comenzó mi calvario... mi penitencia, bueno, nuestra porque yo dormí en el precipicio pero papá piojo se llevó todas las patadas. Hoy debe llevar marcado un 29 de pie en la espalda, je je je. ¡¡¡Me río por no llorar!!!
El piojo y "cojín cojín"(un cojín que ahora mismo lleva más mierda, perdón, que el palo de un gallinero y en represalia he secuestrado y voy a meter en la lavadora tras pasar por la lejía, ja ja ja ja) decidieron colarse en nuestra cama. No sólo colarse sino apoderarse a la fuerza de nuestro colchón, de nuestras sábanas, de nuestro sueño... haciéndose amos y señores de la que otrora fuera nuestra cama, cama de dos, que no ¡¡¡de tres!!!
A las tres de la mañana pensé en fugarme a tierra de nadie, al sofá, o conquistar los terrenos abandonados, la cama del piojo, pero soy débil de corazón y sabía que si levantaba la frontera el piojo acabaría en la cama de Gabo.
No, no quieran preguntarme si sentía pena por el piojo y su caída o por la invasión de la cama canina porque igual alguna me llamaría: ¡mala madre! Je je je...
Conclusión, hoy estoy muriéndome de sueño y con la impresión de haber dormido en el borde de un río a punto de ser devorada por los cocodrilos si caía de mi huequecillo. Esa es la primera, la segunda: esta misma tarde monto un referemdum en casa, en el que se decidirá si están permitidas las invasiones nocturnas o no y sé quienes tenemos mayoría, ja ja ja ja, pero también sé a quién le va a dar igual los resultados...
Besitos Avainillados y Adormilados