Si mi madre lee esto, dirá que eso no es nuevo, que siempre ha sido así. He sido fantasiosa, me ha gustado soñar, como a todos, no?
Hubo una etapa de mi infancia que quise ser astronauta, jejeje. A lo que mi abuela respondió: "Para qué? Si tu ya tienes la cabeza en la luna"
Pues es verdad, y sigue siendo así, aunque me haya vuelto más realista, por eso de ser madre y tener una familia. Es lo que toca.
Pero no dejo de soñar, ni echo a los pájaros de mi cabeza. A mi no me molestan y me gusta tenerlos ahí, recordándome que no quiero estar siempre igual y que tengo ganas de cambiar, evolucionar y hacer cosas nuevas.
Pues esos pájaros de mi cabeza pian cada vez más fuerte, me cantan canciones cada vez más realistas. Canciones con ideas, no de viajes a la luna, sino a la vuelta de la esquina. ¿Y sabéis que? Me asusta.
Me asusta porque ya no consiste en seguir sueños inalcanzables, en tener fantasías imposibles de realizar.
Son sueños, no dejan de serlo, pero realistas y posibles de realizar.
¿Y por qué me asustan?
Pues por eso mismo, porque ahora depende de mi hacerlos realidad o no, dar el paso o no.
QUEDARME COMO ESTOY O ATREVERME A EVOLUCIONAR
El problema está clarísmo: LA COMODIDAD.
Nos acostumbramos a una rutina, a unas normas a unas situaciones y salir de ahí da miedo.
¿Seré capaz? ¿me irá bien? ¿será una tontería? ¿se reirán de mí?
La típica frase de: "Si no estoy tan mal así, para qué voy a cambiar?"
Pues eso, que aquí estoy, escuchando a los pájaros de mi cabeza, decidiendo si sólo son canciones o auténticos proyectos de cambio.
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Fuente: este post proviene de El Rinconcito de Mamy, donde puedes consultar el contenido original.
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