Tengo miedo a…( retrocedo a antes de ser madre)
De pequeña, tenía miedo a perderme. No sé que edad tendría, pero en un viaje visitando Roma me perdí. Fueron apenas unos segundos, en al Fontana di Trevi (elegí el mejor sitio) íbamos todos juntos y de repente…¡estaba sola! ¿qué era lo que había qué hacer? ¿mejor moverse o esperar? ¿buscar ayuda? Mil cosas en un segundo se me pasaron por la cabeza, y aunque tengo mala memoria, recuerdo la sensación a la perfección. Por suerte, a mi padre le gustaba vestir con ropa bien vistosa y tarde unos segundos en ver donde estaban.
También me daban miedos ridículos en atracciones. Si en la fila aparecían mil avisos de peligro por razones de salud, ya me daba no sé que subir. Y sino, podéis preguntarle a la abuela de las criaturas sobre la vez que se subió sola a una atracción de regreso al futuro en Disney world, porque yo, a dos pasos de la entradas, me negué a subir y mi padre se quedó conmigo esperando fuera. También intentó subirse conmigo a otra atracción movidita en ese mismo viaje visitando el parque de noche, y no hubo manera. Seguro que nadie se imaginaría entonces que terminaría haciendo locuras como esta:
Y el tercer miedo…y creo que no es miedo, es un asco repulsivo, es a las arañas. No puedo verlas, se me ponen los pelos de punta y se me revuelve el estómago. Aun así, tengo un sexto sentido para ver la araña más pequeña en donde sea que voy. Y eso que si veo una cerca o la elimino o no puedo quedarme tranquila.
Tengo miedo a… (vamos con los miedos como mamá)
Esta categoría de miedos ya se multiplican y creo que no me van a caber todos, porque el post pretendía ser una reflexión corta y n voy por buen camino…pero voy a intentar dividirlos por categorías.
Los miedos por desconocimiento: y aquí me caben de todo tipo de miedos que nos persiguen cuando las situaciones son nuevas: cuando son bebés y te despiertas mil veces para ver si respira, cuando los coges por primera vez y te da miedo que se te caigan, la primera fiebre, la primera gastroenteritis, y toda esa serie de cosas similares.
Los miedos espontáneos: esos miedos de los que no me acuerdo hasta que la situación lo requiere: cuando veo a las niñas acercarse al bordillo de la acera sin preocupación aparente de que coches circulan medio metro más allá; o cuando las veo haciendo equilibrios sobre el borde del sofá, o escalando un mueble sin pensar que se les puede caer encima. Son esos miedos a que se hagan daño que surgen cuando los niños exploran y prueban sus propios límites, y tu tienes que decidir cuando morderte la lengua y sólo estar preparado por si se caen, y cuando pegar el grito de “cuidado!!!”
Los miedos reflexivos: por ponerles un título. son aquellos miedos que te acechan cuando piensas en qué quieres para tus pequeños, y piensas en todo lo que puede salir mal. Miedo a que tengan una enfermedad grave, miedo a que sufran bullying en el colegio…o en la vida!, miedo a que conozcan el sufrimiento muy de cerca, o vivan al muerte de un familiar cercano siendo niños, miedo a que no sean felices.
Y ya no menciono más miedos, que no me gusta nada pensar en ellos, así que mejor dejarlo así y terminar con una frase un poco más positiva para enfocarse en lo bueno:
#ElTemaDeLaSemana es una iniciativa nacida de los @PapásBlogueros para toda la blogosfera. Queremos saber un poco más de ti, y que sepáis más de cada uno de nosotros. Por eso propondremos un tema semanal sobre el que reflexionar brevemente en nuestros respectivos blogs y compartiéndolo en este carrousel para llegar a todas y todos.
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