¿A ti también te encanta la decoración pero a menudo piensas que las casas que aparecen en las grandes revistas son un tanto irreales?
El común de los mortales no vivimos en masías de 1000 metros cuadrados con puertas francesas y grandes porches con vistas a la piscina. Y francamente, con una casa así, no creo que haga falta esforzarse mucho ya que el continente es a veces el mayor protagonista. El verdadero reto está en sacar el máximo partido a una estancia nada singular. Decorar un salón de planta rectangular, de tamaño medio y un par de ventanas de dimensiones estándar es el verdadero reto ¿no crees?
Confieso que este post me da un poco de corte porque no deja de ser algo muy tuyo. Tu propia casa. Tus objetos personales y el lugar en donde pasas gran parte de tu tiempo en familia. Pero lo cierto es que, aunque considere que no tengo ningún don para la decoración, que no se me da bien mezclar, que no tengo estilo definido etc… me apetecía mostrarte un salón normal, de una casa real. La mía.
Creo que soy una persona de gustos cambiantes lo que hace casi imposible que alguien como yo, tenga un estilo propio. Me gusta cambiar las cosas de sitio tres veces al año y probar otras distribuciones. Relevo a menudo cojines y fundas nórdicas, color en las pareces y cambio cuadros muy a menudo. Y qué decir de los muebles, compro algo porque me enamoro pero al cabo de unos cuantos meses, termino casi por odiarlo lo que me genera bastante frustración.
Por eso he llegado a una simple pero pragmática solución: No invertir grandes cantidades de dinero en muebles (por si me canso) pero elegir pocas piezas singulares y diferentes al resto en las que no me importa invertir más. De este modo, me quedo con lo “bueno” y así no siento la pérdida de deshacerme de muebles más estandarizados.
Como ves, el salón no tiene nada de especial excepto que es muy luminoso y tiene dos aperturas al jardín, una puerta y una ventana lo que hace que la luz inunde todo el espacio hasta en los peores días de invierno. Eso es algo muy agradecido por lo que la decoración en sí no tiene un gran mérito.
Tras muchos cambios, colores diferentes etc.. al final, me quedo con el blanco. Es poco alentador no haber llegado a esa conclusión mucho antes y haber estado largo tiempo dando tumbos pero al final, el blanco lo reflecta todo y multiplica la luz por lo que, la mitad del trabajo ya está hecho ¿no crees?
Antes te hablaba de algunas piezas singulares y es que, si te fijas, el adorado Ikea está presente en cada rincón salvo honrosas excepciones. La primera es este aparador de madera procedente de Bali. No es muy grande, no es muy espacioso pero el color de su madera y su textura hace que me encante.
Otra de las cosas que más me gustan de este espacio son las dos litografías que colgadas sobre el sofá así como el espejo, la lámpara tipo foco de cine y algunos objetos pequeños procedentes de una tienda que me encanta, N&V, aunque últimamente su estilo ha “mutado” a algo tan industrial que me cuesta encajar sus piezas en casa.
No es que yo sea una enamorada del estilo nórdico pero he de reconocer que todo encaja a la perfección y que se trata de un estilo con el que me siento bastante identificada. Pocos objetos, líneas muy rectas y mucho mucho blanco.
Y para terminar, el que creo que es el gran protagonista. El SOFÁ. Lo pongo con mayúsculas porque el “amigo” mide nada más y nada menos que 3,15 metros y es totalmente extraíble lo que hace que Mr. Columpio y yo disfrutemos como enanos en nuestra sesiones de cine y series. Por cierto, ¿Te he dicho que soy adicta a las series americanas?
En un próximo post te hablo de las cuatro mejores series que he visto últimamente aunque no entiendo cómo es posible que no se emitan en España. En fin. Te dejaré mis propuestas y además, los sitios de internet en donde podrás ver alguna de ellas. Aviso: Son tan buenas que corres peligro de engancharte mucho.
Bye bye!!
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