Los otros tumores ginecológicos más frecuentes son los paraováricos y los uterinos, aunque también pueden presentarse lesiones tumorales en vagina y vulva durante la infancia. En niñas prepúberes, la quimioterapia es mejor soportada por las células germinales.
A pesar de que la mayoría de los tumores ováricos son benignos en la infancia, las niñas que desarrollan cáncer y sobreviven a él, en la adultez, tendrán cierta dificultad para la concepción y sufrirán abortos espontáneos repetidos en casos de haber sido sometidas a radiación abdominal o de las células germinales.
Si quieres saber más acerca de los abortos espontáneos, te recomiendo leer: Aborto y la importancia del diagnóstico precoz.
Los tumores del ovario son raros en la edad pediátrica, teniendo un pico máximo de incidencia entre los 9 y 12 años de edad, mientras que alcanzan una mayor tasa de malignidad en edades más avanzadas.
Clasificación de los tumores ováricos:
En general, la patología ovárica se divide en dos tipos:
Lesiones de origen neoplásico: En este grupo se incluyen a los tumores, que pueden ser benignos o malignos.
Lesiones de origen no neoplásico: Se incluyen los diversos grupos de quistes funcionales.
En relación con esto puedes leer: Quistes ováricos en adolescentes y sus causas.
La Organización Mundial de la Salud establece la siguiente clasificación de los tumores de ovario en relación con su origen histológico:
Tumores epiteliales:
Estos se presentan con más frecuencia en las etapas finales de la adolescencia, suponiendo menos del 15% de los tumores localizados en el ovario; dentro de este grupo se encuentran los siguientes subtipos:
Mucinoso.
Seroso.
Endometroide.
De células claras.
Tumores de los cordones sexuales:
En este grupo se encuentran:
Tumores de células de la granulosa.
Tumores de células de Sertoli.
Tumores de células germinales:
Los tumores ováricos más frecuentes en la infancia son los de este tipo, representando un 60% de los casos, suelen presentarse en los primeros cuatro años de vida. En este grupo se incluyen los siguientes subtipos:
Tumor primitivo de células germinales.
Disgerminoma.
Tumor del seno endodérmico.
Carcinoma embrionario.
Teratomas.
Tumores de células germinales y cordones sexuales:
Este tumor tiene un origen histológico combinado y se conoce como:
Gonadobastoma.
Si quieres saber más sobre esto, puedes leer: Neoplasias de las gónadas y de células germinales.
Tumores ováricos más frecuentes en la infancia:
Teratomas:
Estos son los tumores de ovario que se presentan con más frecuencia en la adolescente.
La mayoría de las veces son benignos, aunque pueden observarse en algunas ocasiones, características malignas.
En la radiografía abdominal se observa como una calcificación.
El tratamiento de elección es la extirpación quirúrgica, durante la cual se debe palpar el ovario contralateral y de sospechar de una lesión, se deberá tomar tejido para procesar biopsia.
Adenomas:
Constituyen los tumores de ovario más frecuentes después de los teratomas.
Tumores de células germinales:
En orden de frecuencia decreciente, en este grupo están:
Disgerminomas: Estos son los más frecuentes, cuya tasa de supervivencia a los 10 años es del 73%.
Teratomas malignos: Estos son procesos malignos, siendo más agresivos que los disgerminomas y presentándose con mayor frecuencia en niñas menores de 10 años. La tasa de supervivencia a los 10 años es del 33%.
Tumores del seno endodérmico: También son tumores malignos que se presentan más frecuentemente en niñas pequeñas, con una tasa de supervivencia a los 10 años del 39%.
Carcinomas embrionarios: La tasa de supervivencia es del 25%.
Tumores mixtos de células germinales: Tasa de supervivencia del 44%.
Gonadoblastomas: Estos son los tumores que tienen un mejor pronóstico, ya que las tasas de supervivencia son del 100%.
Tumores de los cordones sexuales-estroma gonadal:
Estos son los tumores ováricos menos frecuentes, representando sólo el 5% de los casos.
El más frecuente dentro de este grupo es el de células de la granulosa (representan el 1-2% de todos los tumores ováricos), se presentan desde los 6 meses a los 17 años de edad.
En cuanto a sus características anatomopatológicas, se observa: Formación de folículos, necrosis celular, estructura nodular, microquistes y un índice mitótico elevado.
El pronóstico no es muy favorable, sin embargo, ha mejorado debido a los regímenes de quimioterapia, teniendo en cuenta las complicaciones como: Mielosupresión, ototoxicidad y neurotoxicidad.
Manifestaciones clínicas de los tumores ováricos:
Masa abdominal: Esta es la forma de presentación más frecuente, pero no hay más que describir con respecto a ella, porque puede ser pequeña o grande, adherida o no a planos profundos y puede ser dolorosa o no.
Sintomatología crónica: La masa puede estar acompañada de dolor abdominal y de aumento de la circunferencia abdominal, sin embargo, esto se ve luego de cierto tiempo de progresión. Algunas veces pueden presentarse síntomas de compresión que tienen semanas o meses de evolución.
Abdomen agudo quirúrgico: Algunas veces puede presentarse de esta forma debido a que el tumor sufrió una rotura, una torsión o una hemorragia.
Examen físico: El principal hallazgo es una masa abdominal palpable, algunas veces será necesaria la exploración bimanual que es útil para detectar masas pequeñas y en adolescentes se recomienda realizar un examen vaginal.
Diagnóstico de tumores ováricos:
En vista de que el hallazgo de una masa palpable en el examen físico resulta sumamente inespecífico, se deben realizar estudios complementarios para poder evaluar las características de dicha masa, además, si se confirma que es un tumor mediante los estudios imagenológicos, luego serán necesario estudios más avanzados para saber qué tipo de tumor es el que presenta la niña.
Estudios de imagen:
Ecografía: Este es el primer estudio de elección debido a que es inocuo y tienen una alta sensibilidad, el cual permite distinguir entre una masa sólida (tumor) y un quiste.
Tomografía computarizada y resonancia magnética: Ambas son útiles para valorar la extensión local y a distancia de los tumores ováricos, además de que permiten identificar su origen, que suele ser muy difícil de establecer con el ultrasonido.
Estudios de laboratorio:
Hematología completa y química sanguínea: Se solicitan en forma de rutina para valorar el estado de la paciente.
Prueba de embarazo: Siempre debe solicitarse la cuantificación de la subunidad beta de la gonadotropina coriónica humana en todas aquellas niñas que ya hayan tenido su menarquía y con más razón en aquellas que refieran inicio de actividades sexuales.
Marcadores tumorales: Los cuales serán distintos dependiendo del tipo de tumor, teniendo que deben solicitarse si se sospecha de los siguientes: tumores epiteliales (CA 125, CA 19-9 y CEA), tumores germinales (Alfa feto proteína), disgerminoma (lactato deshidrogenasa) y coriocarcinoma (subunidad β de gonadotropina coriónica humana).
Estudio histopatológico: Este es el estudio que da el diagnóstico definitivo. Es necesario que se sea muy minucioso en el análisis de la muestra ya que algunas veces pueden coexistir más de un tipo histológico de tumor en una misma masa ovárica.
Diagnóstico diferencial:
El diagnóstico diferencial debe hacerse con otras masas anexiales, como:
Quistes foliculares ováricos:
Estos son comunes y suelen aparecer desde el nacimiento a la pubertad, desapreciando de forma espontánea.
En la ecografía se observan como imágenes no ecogénicas, que suelen superar los 20 mm de diámetro mayor, también se observa un aumento del tamaño de los folículos en la zona cortical.
Torsión de ovario:
Esta es una situación que debe considerarse en el diagnóstico diferencial de un tumor ovárico, ya que puede ser una complicación del mismo o de un quiste.
Suele manifestarse por dolor abdominal agudo, el cual puede irradiarse hacia la extremidad ipsolateral.
Para valorar esto y corregirlo, es necesaria la laparoscopia.
Se recomienda siempre el tratamiento conservador en vista de que la evolución observada es favorable y mientras se esté resolviendo la torsión de un ovario, el otro debe ser evaluado y se le debe practicar una ooforopexia.
Autoamputación del ovario:
Esta es una condición en donde se observan masas pequeñas calcificadas y libres en ausencia de ovarios.
El mecanismo fisiopatológico más frecuentemente asociado es la: Torsión ovárica antenatal o subclínica que causó una necrosis, calificación y separación de los ovarios de su sistema de vascularización.
Es frecuente que la niña permanezca asintomática.
El diagnóstico se establece mediante ecografía.
Otras:
Embarazo ectópico: Clínicamente puede descartarse la presencia de un embarazo ectópico, al realizar el interrogatorio de la paciente; pero en vista de que es necesario establecer un diagnóstico específico, con la realización de un ultrasonido es suficiente.
Abscesos tuboováricos: No sólo aparece una masa, sino que también la niña manifiesta fiebre, lo que no se observa en casos de tumores ováricos ni quistes, por lo que al realizar una ecografía se podrá evidenciar la presencia del absceso. No son frecuentes en la infancia.
Endometriomas.
Anomalías Mullerinas.
Tratamiento de tumores ováricos:
Una vez establecido el diagnóstico de una masa abdominal, se debe decidir cuál es la mejor alternativa terapéutica, teniendo que las indicaciones para la cirugía son:
Casos de abdomen agudo.
Masas persistentes de origen desconocido.
Sospecha de malignidad.
Aumento del tamaño de la masa.
La técnica quirúrgica usada debe ser lo más conservadora posible con el fin de preservar la fertilidad adulta futura de la paciente y la salpingo-ooforectomía solo está reservada para aquellas masas que son de gran tamaño o si se sospecha de malignidad. Para los tumores de pequeño tamaño o de aparente benignidad, está recomendada la tumorectomía mediante laparoscopia.
Los tumores ováricos no son muy frecuentes en la infancia, pero cuando se presentan, la mayoría suelen tener un buen pronóstico, aunque como pudo verse, esto depende del tipo de tumor que tenga la paciente. En vista de que la manifestación más frecuente es una masa abdominal, muchas veces las madres no les prestan la debida atención y no llevan a sus hijas con un médico.
Lo más importante al detectar la masa es solicitar una ecografía para verificar si se trata de un quiste o de un tumor, de ser este el caso, serán necesarios otros estudios que permitan establecer sus características y el grado de malignidad que posee para posteriormente armar un régimen terapéutico según sea el caso.
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