Y es que ante la adversidad los padres hacemos cualquier tipo de peripecias para tratar de salvaguardar la salud mental de nuestros hijos, tanto su integridad física como emocional.
Pero ante un apagón de magnitudes épicas como el que hemos sufrido los venezolanos, algunos por más de un semana, ¿cómo podemos meterles a nuestros pequeños en una burbuja en la oscuridad? Esta pregunta puede tener infinidad de respuestas válidas, pero realmente es imposible ocultar un hecho que afecta la cotidianidad de todos los que podemos disfrutar de alguna forma este servicio público, que impacta prácticamente cualquier entorno de nuestra vida.
Estar sin luz amerita que las actividades más rutinarias se vean afectadas, porque no puedes tener agua, no logras hacer ninguna actividad financiera o comercial que implique transacciones como transferencias o pagos por puntos de venta, es decir, se hace difícil adquirir productos o servicios y cómo tener efectivo si los cajeros electrónicos no pueden funcionar…
Los centros de salud sino disponen de plantas eléctricas no pueden asistir a sus pacientes, no podemos ir a comprar medicamentos, el desplazamiento se complica por la imposibilidad de surtir de combustible tanto a los vehículos de uso personal como a los de transporte público y el metro se detiene. Los niños no pueden ir a sus clases, los padres no podemos laborar… Los que hemos tenido que afrontar estas dificultades y muchas que se me están escapando, sabemos que no es lo mismo contarlo que vivirlo, incluso por más de 100 horas.
Es imposible mantener a nuestros hijos alejados de lo que está sucediendo
Cuando un suceso altera completamente su mundo y el de su familia, no puedes lograrlo, viendo además a sus padres sumidos en la incertidumbre, que ellos mismos sienten al no saber cuándo llegará la luz, el agua, podrán salir, recibir sus tratamientos médicos o simplemente volver a reunirse con sus compañeros en sus salones de clases. Cómo evadir los gritos de sus vecinos, que expresan su desespero y drenan la angustia o los aplausos de todos cuando regresa la electricidad a sus hogares.
Por esto, es importante no crear una burbuja en la oscuridad, conversar con nuestros niños de lo que está sucediendo y ofrecerles explicaciones a sus inquietudes, siempre ajustadas a su edad y procesamiento cognitivo. Dejar que se expresen de la forma que puedan: hablando, llorando, jugando, dibujando… Ellos requieren que sus opiniones sean escuchadas y esperan de nosotros cariño, seguridad y contención.
Además, de comentarles que lo que sucede no es normal, que las penurias que estamos atravesando deben finalizar aunque no sepamos cuando, para asegurarnos que ellos valoren lo que tienen y trabajen a favor de eliminar las causas que conducen a este tipo de consecuencias que padecemos, las eviten para ellos al llegar a ser adultos y protejan a las generaciones futuras.
Fuente: Lislet Núñez / Editora de Mischiquiticos.com
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