Este post va de cerrar los ojos, teletransportarse y embriagarse del aroma de la lavanda.
Es cierto que la zona de Provenza, si se va solo para ver lavanda, es plantearse unas cuantas horas de coche por carreteras con curvas, algunas de montaña, para encontrar el codiciado espliego y hacer las ansiadas fotografías. Sin embargo, Provenza es una región preciosa y más allá de la lavanda, encontrarás pueblecitos preciosos, carreteras a la sombra de los plátanos y zonas de naturaleza en donde olvidar la wifi.
Pero hoy sólo te hablaré de un color. El morado, el violeta o el púrpura, como prefieras. El de hectáreas y hectáreas sembradas de lavanda.
Bienvenido a Provenza!
Cuando comencé a preparar nuestro viaje de este año, me pasa lo de siempre, que me dejo llevar por las fotos-reclamo de las guías de viaje y de internet y me visualizo corriendo por campos llenos de lavanda. Ejem… Una vez más, error. La lavanda crece a partir de los 600 u 800 metros de altura y encontrarla en todo su esplendor no es tarea fácil. Hay dedicar tiempo y paciencia con las carreteras. Lo mejor, conocer el calendario de floración en webs especializadas como esta y esta en donde María e Íñigo os ayudarán a diseñar la mejor ruta.
Informarse a través de las redes sociales también puede ayudaros. Al final, si de algo me está sirviendo este mundo 2.0 es para conocer personas, algunas de ellas blogueras, que han estado ya y cuya experiencia me puede venir bien para mi viaje. Clara B Martín, a la que conocí hace unos meses, tiene una de las cuentas más bonitas de Instagram y curiosamente estuvo un par de semanas antes que nosotros por la zona. Lamentablemente no me dio tiempo de llegar a Valensole (en donde quizás haya más terreno dedicado a esta hermosa flor).
Comprar una buena guía nunca es dinero tirado a la basura. Yo escojo siempre las de Lonely Planet porque me parece las más completas y por supuesto, no podía dejar de ver la preciosa abadía de Senanque.
Ruta
Comenzamos desde Les Baux (en donde nos alojamos nosotros) aunque el tema pueblecitos de Provenza lo dejaré para otro post en donde os contaré cuáles fueron los que más me gustaron y los que, desde mi punto de vista, más encanto tienen.
Por carretera, después de visitar este hermoso pueblo llegamos a Gordes donde pasamos la mañana y nos fuimos a una de las atracciones turísticas más famosas de la zona: La Abadía de Senanque. Edificio del siglo XII al que prácticamente nadie hace caso porque los turistas llegamos ávidos de lavanda (la carretera se las trae) y poder hacerse una foto sin gente por detrás pululando es francamente complicado. Tiene una zona de muy fácil acceso con una explanada para dejar el coche. También es donde recalan decenas de autobuses cargados de turistas.
Si tu intención es ver más lavanda, debes abandonar Senanque y seguir perdiéndote por los caminos. A partir de ahí, si tu dirección es Sault, te enfrentas a una hora y media larga de carretera con muchas curvas. El paisaje es bonito pero no verás los famosos campos de lavanda en grandes extensiones sino más bien manchas púrpura que se disponen junto a otros cultivos. Sin embargo, los pueblos que te he citado son preciosos y merecen muchísimo la pena por lo que quizás podrías separar la rutas en dos. Por un lado poblaciones con encanto y por el otro lavanda.
Ya cerca de Sault, tras un cambio pronunciado de rasante, la lavanda nos recibe en todo su esplendor. Por fin. Ahí estaba, sobre una gran explanada de tierra rojiza. Solo nosotros y un grupo de cuatro turistas orientales acompañado de un guía. Y es que a medida que os vais adentrando en esa zona, los turistas comienzan a desaparecer como por arte de magia y ¡zas! bellas estampas tan solo para tus ojos. Por eso, si quieres visitar esa zona de Francia, lo mejor es que lo hagas en tu propio coche. No he visto muchos turistas por los campos aunque sí muchos en las poblaciones más conocidas.
Algunos datos de interés
Y es que la lavanda se hace querer. En el Museo dedicado a esta planta que visitamos en Coustellet, nos explicaron que para conseguir un litro de aceite esencial (lavanda fina) es necesario destilar más de 130 kg de flores. O dicho de otra manera, de una hectárea de lavanda se extraen tan sólo 25 litros de aceite. ¿Te extraña ahora que se le llame el “oro azul”?
Existen tres tipos principales de lavanda y solo la “lavanda fina” la más cara, es la recomendable para diversos usos curativos, antiparasitario, relajante o desinfectante entre otras propiedades a parte del aroma. Además de ésta, existe también la “lavanda espiga” y la lavanda híbrida. La primera de ellas tiene un aroma demasiado fuerte y en Francia prácticamente no se utiliza, al contrario que en España y Portugal en donde se usa como disolvente de algunas pinturas. Y por último la “lavanda híbrida” que es la más común a la hora de realizar los famosos saquitos de olor y es utilizada también para dar aroma a productos de aseo y detergentes.
Dónde alojarse
Como todo, depende. Depende de lo que quieras ver, depende de cuánto tiempo vayas a estar y dependerá de tu presupuesto. Nosotros solo estuvimos tres días por allí así que decidimos quedarnos en un hotel pero la opción de las casas de alquiler es perfecta si vas con niños y deseas hacer estancias más largas. Uno de los trucos que siempre utilizo a la hora de escoger el lugar, es mirar mucho google maps y calcular las distancias en coche desde el lugar de alojamiento a las diferentes localidades o lugares de interés que queremos visitar. Por eso, a nosotros Les Baux nos pareció perfecto. Era uno de los lugares que quería ver y nuestro alojamiento se encontraba tan sólo a tres kilómetros. Si tu presupuesto es más amplio, siempre puedes quedarte en los preciosos resorts en plena naturaleza por esa zona. Hotelazos preciosos 5 estrellas situados en lugares muy estratégicos junto a las principales rutas pero alejados del mundanal ruido.
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