Porque claro, una vez le había pillado el gustito a esto que cada día hubiera una sorpresa bajo el árbol…y de repente no había nada. Por suerte para ella, faltaban por venir los reyes, que se recorrieron miles de km para llegar hasta esta punta del mundo. Y ella, más feliz que unas pascuas.
Cerrada la campaña navideña y sacado el árbol, podríamos pensar que se le pasaría el afán de buscar regalos por todas partes. Pero entonces llegó el primer cumpleaños infantil del año, y cuando vio una bolsa con algo envuelto, voló para atraparlo “regalo regalo” Le expliqué que ese regalo no era para ella, que estábamos invitados a un cumpleaños y era el regalo para la niña del cumple. El enfado
…hasta que nos invitaron a otro cumple. Y otra vez. “Y mi regalo? quiero mi regalo! este es miiiiiiiiiii regalo! ” En esta ocasión incluso se resistió en la entrega al cumpleañero, e incluso le hizo un escáner completo una vez abierto para ver si valía la pena llevárselo otra vez, pero al parecer no le gustó mucho una vez abierto, y nos pudimos ir tranquilamente.
Pero es que últimamente, paquete envuelto, paquete que persigue: ” es miiiiiiiii regalo”
Temiamos el dia del cumple de su hermana. Muchos regalos y muy de cerca. Y encima viene antes que el suyo. Peligro.
Y así fue. Su hermana recibía un regalo, y ella nos miraba con cara de gato se schrek “y yoooooo?” Le contamos una y otra vez que ese día era el cumpleaños de su hermana y que sería ella la que recibiera los regalos. No se conformó. Intentó abrir ella los paquetes, quiso estrenarlos todos, y con cada entrega de regalos pasaba lo mismo. Carita de pena y… “y yooooooo?”
Fue el mismo proceso tanto en la celebración familiar como en la fiesta con amigas. Ella tenía controladísimos los regalos, que su hermana no abrió hasta que se fueron todos. Y después no había quien la acostara porque quería estrenarlos todos. su hermana es más tranquila para estas cosas, así que a la mañana siguiente terminó siendo ella quien los estrenó todos (su hermana los abría, pero ella jugaba con uno detrás de otro)
Y no solo fueron los regalos. La decoración, los invitados, ella preguntaba cuando le tocaría a ella su fiesta de peppa (teníamos claro cual tenía que ser la decoración no?)
y entonces, llegó su día, su cumpleaños.
El año pasado ella se enteró que era su fiesta, se enteró que era su día, y le encantó recibir regalos. Pero este año lo tenía clarísimo desde antes. Qué decoración quería, qué amigas vendrían. Incluso fuimos todos juntos a comprar la piñata. Ese día nadie tuvo que decirle nada. Ella desgarraba envoltorios abriendo regalos, se le iluminaba la cara con cada regalo. En la celebración familiar, incluso abría cada uno y jugaba un rato antes de pasar al siguiente (como el que hace un testing de juguetes). En la fiesta, almenos conseguí que los desenvolviera pero no abriera (el caos que se monta con un grupo de niñas de 3 años si empiezas a abrir juguetes nuevos escapa de mis dotes de control)
Eso sí, no os penséis que después de este exceso de regalos, se le pasó la “fiebre” ¿Qué pasó en el siguiente cumpleaños? “y mi regalo mami? ¿no hay uno para mi? ¿cuando viene mi cumpleaños?”
casi me caigo de culo con la última pregunta. yo pensaba que con una hija que contara los días de cumpleaños en cumpleaños, la otra saldría menos ansiosa en ese sentido…pero parece que no. ¿será que les pasa a todos los niños? Si pasa en todos las casas por favor contadme, así me quedo más tranquila :)