Visto que crear verdades es tan barato, me vais a permitir que hoy traiga yo mi propia verdad.
Nos encanta hablar de IGUALDAD y UNIDAD, pero nos pegamos para separarnos.
Cuando proclamamos que el mundo debe evolucionar hacia la eliminación de barreras, nos empeñamos en reafirmar nuestras diferencias.
Lo sé, la igualdad completa es una utopía, al igual que un único gestor, independiente, capaz de trabajar, objetivamente, por el bien de todos. Pero algo me dice que esa idea se parece más a las luchas actuales que deberíamos librar.
Nuestras diferencias nos hacen únicos como personas, sin duda, pero no como comunidad. Tener un pasado común debe enriquecernos, pero no puede ser un motivo para separarnos del diferente.
Como de costumbre, no tengo la solución a ningún problema, pero la actual situación me parece un circo, lo mire por donde lo mire.
Si a mi alrededor, posturas a ambos lados de un conflicto, afirman con firmeza su verdad, ¿Dónde está la verdad?
No somos coherentes, sólo nos preocupa el bien común cuando no toca lo nuestro.
El mundo se empeña en crear problemas en lugar de soluciones.
Somos hipócritas y egoístas.
No me gusta a realidad humana que estoy descubriendo.
Somos capaces de creer con ojos cerrados y pies juntillas lo que nos dice aquel a quien seguimos y de abuchear y criticar, sin ni siquiera escuchar, aquel a quien odiamos.
No me excluyo de ninguno de los grupos, no me creo mejor que nadie. Lo único que pido es que, en algún momento, vuelva la coherencia al mundo y consigamos que los que vienen detrás nuestro sean más inteligentes que nosotros. Que aprendan de nuestros errores, ya que nosotros nos empeñamos en cometerlos, una y otra vez.
Quizá, entonces, puedan ser felices.
O, lo más importante, sean conscientes de su felicidad y sepan disfrutarla.
Y hasta aquí mi verdad
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