Afirmar que un bebé de 16 meses quiere ser músico es de ser una madre un tanto chalada, y sí, lo soy?a estas alturas de mi maternidad ¿por qué no reconocerlo? Seguramente de aquí a unos años Vikingo decida que quiere ser astronauta, o bombero, o barrendero, o vete a saber. Sea lo que sea y decida lo que decida nosotros estaremos ahí para apoyarlo, pero dejarme que os cuente del porqué de esta afirmación tan rotunda y de paso os cuento que porque decidimos regalarle una batería por Navidad.
Todo comenzó una tarde volviendo a casa en bus de Barcelona, antes de que naciese Vikingo yo era una mujer pegada a unos cascos. Escuchaba música a todas las horas del día, pero cuando realmente la disfrutaba era en esos espacios libres, el bus, la carretera y un buen rato para sumirme en mis pensamientos mientras me evadía escuchando canciones de rock y algo de heavy. Hacía pocas semanas que Vikingo había comenzado a patalearme por dentro, no, aquellos no eran movimientos de un bebé que se mueve en la barriga, aquello era un Alien intentando salir por mi ombligo aunque aún le faltasen meses para nacer. El muchachillo es brutote, para que negarlo. Pues bien, la primera patada de esas que cortan el aliento la dio en aquel momento que comenzó a sonar "November Rain" de Guns N´Roses. En un principio pensé que aquella balada le estaba gustando y subí el volumen, pero las sucesivas patadas con mala uva me hicieron darme cuenta de que el heavy no era lo suyo. En días posteriores cada vez que escuchaba música sucedía lo mismo, pero las patadas comenzaron a variar cuando era Papidire quién escogía el disco. Así descubrí que Vikingo era de jazz y música industrial como el padre. Cuando sonaban los Einstürzende Neubauten el pequeño Vikingo parecía rozar mi barriga con amor y movimiento melódico. Algo muy distinto a cuando Robe de Extremoduro entonaba sus poesías. Finalmente Papidire me tuvo que grabar una lista de sus canciones en mi mp3 para que Vikingo dejase de patalearme por dentro.
Días después de su nacimiento cuando llegamos a casa pudimos comprobar que reconocía y se calmaba con aquellas canciones que había escuchado dentro del vientre y que los Plastic Bertrand cuando tocaban su mítica "Ca plane pour moi" eran los únicos de calmar a la fierecilla cuando íbamos en coche.
Meses más tarde Vikingo nos sorprendía llorando a moco tendiendo con canciones infantiles y deleitándose con "Until the last days" de los Skin of Cecile. Pero aún tendría que sorprendernos más cuando tras robarme a hurtadillas los palillos chinos de Papidire comenzó a hacer solos por la casa buscando los diferentes sonidos. Sí, nuestro pequeño pasaba de juguetes y cuentos, prefería pasarse las horas muertas con los palillos en las manos a modo de baquetas mientras recorría la casa aporreando muebles, lavadora, a Perrogato?.
Dale a Vikingo un rastrillo en el parque, se irá corriendo a la farola a probar diferentes ritmos. Aún así cuando Papidire y yo comenzamos a discutir sobre que regalarle por Navidad yo me negué en rotundo a su petición de comprarle una batería al niño. ¿Una batería? ¡Estamos locos o qué! La sola idea de imaginarme a Vikingo aporreando tambores todo el santo día, me hacía plantearme seriamente el regalo de Navidad. Papidire insistió en que todos los juguetes que yo había elegido iban a pasar sin pena ni gloria por la casa y ante los ojos de nuestro mochuelo. Mi madre apoyó la moción de Papidire tras comprobar que Vikingo es un fanático de los ritmos y mi amiga A. Educadora social insistió en que no la parecía tan mala idea. Tras 3 a 1 decidí ceder y encargar la batería para Vikingo. El peque llevaba ya un par de meses utilizando las baquetas que le regaló un amigo músico, lo más curioso es que nadie le había explicado como cogerlas, ni que la punta fina es con la que se consiguen mejores sonidos. Él solo llegó a esa conclusión y la puerta del lavavajillas era un lugar perfecto para probar.
La misma tarde de Nochebuena Papidire no pudo esperar más y decidimos dar el regalo a Vikingo, me lo llevé a la habitación con Perrogato y a la vuelta el enano se quedó sorprendidísimo al ver el gran paquete que había bajo el árbol. La que me sorprendí fui yo, al ver como Vikingo casi no dejaba montar la batería a su padre y le quitaba los bombos y el platillo. La batería estaba recomendada para mayores de 3 años, era algo que también me preocupaba pero tras comprobar que no había peligro nuestro pequeño músico comenzó a disfrutarla. Vikingo ha recibido más regalos por Papá Noel y Reyes, pero desde luego este se lleva la palma. Nunca le he visto más feliz con nada, se pasa el día baquetas en mano frente a su batería, lanzando las baquetas por el aire cuando ha terminado la función, repitiendo sonidos una y otra vez, intercalando tiempos, siguiendo ritmos que le marca el padre y sobretodo tarareando en su lengua extraña mientras toca su preciado instrumento. El jodío niño toca mejor que yo, que soy un pato para la música. Decididamente Vikingo adora la música y al final me alegro de haber cedido, eso sí, de momento hay horarios restringidos donde el chisme se queda mudo y se respeta el sueño de los vecinos, bueno y el nuestro que al final me va a tocar insonorizar la casa. Siempre quedan los palillos chinos y el lavavajillas para esos momentos. ¿Qué les habéis regalado a los peques?¿Os ha tocado ceder ante algún regalo?
Mami Productions