Hoy es el cumpleaños de mi madre o como la ha bautizado Vikingo “Mamaya” porque ser madre y abuela molona tiene nombre propio. Mamaya hoy cumple 65 años, aunque por ella los años no pasan y sigue conservando su espíritu jovial, risueño y encantador de cuando era niña. Mamaya fue una mujer adelantada a su tiempo, mientras las jovencitas buscaban marido ella se dedicaba a recorrer el mundo en su Harley. Visitó la Rusia de los 80, trapicheó con caviar y jeans consiguiendo pasar la frontera, recorrió Italia en moto, sobrevivió a jornadas de trabajo interminables y decidió ser madre soltera con 35 años. Porque según ella si no encontraba un hombre que la llenase ¿por qué iba a perderse la oportunidad de tener una hija? ¡Y aquí estoy yo!
Mamaya siempre ha sido una madre de esas que no gritan, no pegan, no reprimen, pero te echan una mirada que taladra el alma y te hacen sentarte de inmediato en la silla. Yo aún sigo ensayado aquella mirada delante del espejo, pero con Vikingo no surge efecto…excepto si es Mamaya la que lo mira mientras dice un silencioso “¿Estás seguro?” entonces Vikingo deja de intentar suicidar las pinzas por la terraza mientras yo busco un sitio para esconderme con mis casi 30 años.
Mamaya es una de esas personas que ríen a todas horas, que se despiertan cantando, que siempre parecen felices y que no paran de hablar con las plantas, los gatos, el perro, la vecina, las ollas, el tejado. Mamaya se abraza a los árboles, para llenarse de la energía de la Madre Tierra. Mamaya planta hierbas extrañas en el balcón, para curar las heridas, las quemaduras, para hacer un potingue y tener el pelo bonito, para la acidez de estómago…
Mamaya regala alas de hada, brujas, duendes, muñecas de trapo mágicas, campanillas de sueños a su hija que ya es madre, para que siga cuidando a su niña interior. Mamaya no sabe disimular, es de las qué tienes que advertirla que no mire antes de decirla algo tipo así “Mamá mira que zapatos tan ridículos lleva la chica” Mamaya se vuelve toda ella en busca de la muchacha en cuestión mientras señala con el dedo y alza la voz “Si que son feos los zapatos sí” Y yo como hija pienso ¡Tierra trágame!
Mamaya disfruta cuidando a los demás, a los desvalidos, a los olvidados, a los que se consumen en la soledad. Mamaya me dio el pecho hasta los 3 años, porque ella siempre dijo que si su leche no alimentaba como la decían los pediatras ¿por qué yo engordaba y seguía mamando? Mamaya me dejó dormir con ella hasta que yo decidí independizarme. Mamaya pasó 3 años despertándose cada 3 horas porque trajo al mundo una niña porculera a la que la encantaba llorar por todo.
Mamaya dejó su vida y sus negocios en la ciudad para llevarme a vivir al campo. Mamaya me permitió tener 2 perros, 1 oveja, 1 pato y 3 gatos. Mamaya siempre tiene un abrazo, un beso, una frase para cada momento. Mamaya es una abuela molona, una de esas que te deja caminar descalzo, saltar en los charcos, te da de comer chocolate y te incita a rebozarte en el barro. Mamaya tiene una voz preciosa cuando canta y aún recuerda canciones de aquellas que cantaba mi abuela.
Mamaya siempre está ahí, en su casa de adobe y piedra, con el fogón encendido, tarareando una melodía, hablando por los codos, riendo sin parar, rodeada de naturaleza y montañas. Mamaya llora al ver una puesta de sol bonita, al escuchar el canto de un pájaro, cuando vive o ve injusticias, cuando sufrimos todos y ella no puede abrazarnos. Mamaya siempre está ahí, aún en la distancia, a través del teléfono, con su risa, su alegría y su jovialidad.
¡Feliz Cumpleaños Mamaya! Por muchos años más a tu lado, por muchas noches de luna llena observando el cielo de todos los veranos que nos quedan, por todas las leyendas antiguas que aún Vikingo tiene que escuchar.
Te queremos.
Vikingo y Mami Productions