Hace poco más de un año tuve que escuchar eso de que ya hablará y de que me estaba precipitando en llevarla a la logopeda porque tarde o temprano arrancaría a hablar. Y probablemente fuera cierto.
Pero conozco a mi niña, sabía que el pasaba algo y fuera lo que fuere, no la dejaba ser ella. Casi un año y poco más después puedo decir que efectivamente era así. Mi hija necesitaba hablar, sufría un retraso simple en el lenguaje por el que no podía hacerlo, y eso le impedía comunicarse, mostrarse tal y como es, ser plenamente feliz.
Hoy por hoy no puedo sentirme más satisfecha por haber tomado la decisión de llevarla a la logopeda. Porque veo a mi hija hablar, cantar, expresar sus emociones, comunicarse, veo lo feliz que eso la hace, y tengo más que suficiente. Lo necesitaba de verdad y ha sido una auténtica explosión.
Yo creía que mi niña era tímida. Lo pensaba de verdad por ese reflejo de bajar la cabeza y esconderse tras de nosotros ante los desconocidos, o por el hecho de no ser la primera en acercarse a algún niño desconocido. Sin embargo, desde que habla me he dado cuenta de que sí, es algo vergonzosa en algunos momentos, pero es muy muy sociable y solo necesitaba hablar para poder demostrarlo. Y es que no tiene ningún reparo en acercarse a algún niño o niña que no conoce, presentarse y entablar amistad.
La veo inmensamente feliz. Tiene un lenguaje muy completo, muchísimo vocabulario, pronuncia todos los fonemas menos la -rr (que por norma general no se pronuncia bien hasta los 5 años aproximadamente) y tienen la expresión oral y verbal de un niño de su edad. Eso en lo que viene siendo términos técnicos.
La logopeda le ha enseñado a comunicarse en el sentido más amplio: desde la parte más técnica como ejercitar la musculatura realizando ejercicios bucoarticulatorios, reconocer los diferentes sonidos y colocarlos, pronunciar los diferentes fonemas, hasta trabajar el lenguaje en el sentido más ampli, reconociendo y aprendiendo palabras con dibujos, imágenes, sonidos y voces. Y todo de la manera que mejor aprenden los niños: jugando. Lo más importante a lo largo de este tiempo, además de lo que ha aprendido, es lo mucho que se ha divertido, para ella ir a la logopeda es sinónimo de ir a jugar y pasárselo bien, le encanta. Suerte que hemos dado con una logopeda excepcional que trabaja de maravilla con los niños.
¿Y qué veo yo como madre?. Pues que es una charlatana de las buenas, que no se calla ni debajo del agua y que el gusta más hablar que comer chocolate. La seño dice que no se caaaaaaaalla y que no entiende cómo va a logopedia con lo bien que habla. Es bueno que lo diga, eso es signo de que realmente ha logrado los objetivos de la logopeda.
Me encanta ver lo que ha supuesto para ella poder hablar y cómo ha mejorado su vida. Ya no solo lo charlatana que es en general, que no pare de preguntarme cosas, que me cuente lo que hace, lo que le gusta, lo que le duele, cómo se siente. Que me diga que soy la mamá más guapa del mundo y que me quiera mucho -eso mola "y lo sabes"-. Es verla jugar tan tranquila con sus muñecas, sus juguetes y que no necesite nada más, ella crea sus juegos imaginarios y sus conversaciones, me resulta admirable y más echando la vista unos meses atrás. Observarla mientras ve los dibujitos animados o una película y canta todas las canciones mientras baila al compás.
Muero de amor cuando la veo cantar Suéltalooooo sin fallar una sola palabra (bueno, me puede el amor de madre, digamos que se sabe la letra muy bien) e imitando todos y cada uno de los movimientos de Elsa (el golpe del pie sobre el suelo para crear el hielo, cuando se suelta el moño, el giro final a lo folclórica cuando cierra las puertas del palacio de hielo). Es super cantarina en general y me encanta escuchar su vocecita, mientras le digo "qué voz tan bonita tienes y cuánto has tardado en dejarnos escucharla". Aunque desafina como un grillito, me encanta escucharla, sobre todo porque se la ve feliz.
Muero de amor viéndola, en general, porque cierto es que me tiene loca, loca, loca. Pero cuando la escucho hablar como una cotorra, utilizar palabras que incluso no corresponden con su edad (porque es una esponja y todo lo que escucha nueva lo incorpora a su vocabulario, que aumenta día a día), que mantiene perfectamente una conversación... Ains, juro que me siento la mamá más orgullosa del mundo porque se cuánto le ha costado y cuánto ha trabajado para ello.
Estamos a un pasito del alta definitiva, hemos pasado de sesiones semanales de media hora dos días a una hora cada dos semanas y finalmente media hora cada dos semanas.Y mi niña tiene pena por no ir más a jugar con su querida María, que tanto la quiere.
Todavía sigo escuchando eso de que seguramente hubiera hablado igualmente con el paso del tiempo, que quizás me precipité al no darle tiempo, pero, sinceramente, me da igual. Ver el resultado no hace sino reafirmarme que, sin duda, tomamos la decisión correcta. Mi hija es plenamente feliz desde que habla, y eso es lo único que me importa.