Cómo superar los retos que van apareciendo al hablar a nuestros hijos en inglés

Retos al criar bebés bilingües no nativos


Criar niños bilingües no es una tarea sencilla. Es estimulante, emocionante, apasionante... una gran experiencia, pero definitivamente: no es fácil. A veces no sabemos si lo que estamos haciendo está bien o está mal, otras veces nos asusta un poco el futuro... Sin embargo, vamos mejorando día a día e intentamos hacer todo lo posible para criar a nuestros retoños sanos, seguros y con mucho amor.
Los padres que queremos hablar en inglés o en cualquier otra lengua extranjera a nuestros hijos desde que son pequeños, sumamos nuevos retos a los numerosos que ya hay normalmente. Lo más probable es que, mientras criamos a nuestros pequeños de una forma bilingüe no nativa, atravesemos diversos periodos que son bastante habituales. Lo bueno es que podemos hablar sobre ellos y prepararnos con antelación para vivirlos con calma y con las ideas claras.

Hay momentos de dudas, miedos, cansancio, timidez, inseguridad y situaciones en las que nos preguntamos si todo el esfuerzo merece la pena. Pero también hay ratos geniales en los que nos sentimos muy satisfechos y estamos muy animados con lo que hacemos. En los momentos en los que estamos cargados de energía, hacemos un rápido resumen de lo que hemos ido logrando, recordamos las razones por las que lo estamos haciendo y nos sentimos con ganas para continuar con lo que creemos que es algo bueno para nuestros hijos.

No todas las familias crían a sus hijos de la misma manera. Cada una tomamos nuestras decisiones sobre cómo educarles teniendo en cuenta aspectos como: el número de miembros que hablamos la lengua que nos interesa, el número de hermanos, la lengua mayoritaria y la minoritaria en el lugar donde vivimos, idiomas que aprenden en el colegio, tipo de escuela, edad de los niños, tiempo de exposición a la lengua, la diversidad de input que podemos proporcionarles o la fluidez que tenemos nosotros mismos.

Cada familia tendrá su propias sensaciones y vivencias. Sin embargo, como estamos tratando con crianza y lenguas, hay cosas que podemos tener en mente para que esta aventura bilingüe sea más sencilla y seamos capaces de dejar que los sentimientos positivos fluyan mientras criamos a nuestros niños con mucho amor, como cualquier otra familia, con la única diferencia de la lengua que usamos.

Estos son unos consejos para superar algunos de los retos que pueden aparecer cuando empezamos a hablar a nuestros hijos en una lengua extranjera:

Aprende vocabulario específico para bebés y niños

Cuanto más familiarizados estemos con este tipo de vocabulario y estructuras, más seguros y naturales nos sentiremos cuando hablemos con nuestros hijos. Yo misma, en inglés, suelo cometer errores con las preposiciones, por ejemplo: fall down/over/off; sit up/down; stay in/on... Estoy intentando mejorar en ello y también aprender más verbos, ya que hay muchos que se suelen usar con los bebés y que yo desconocía como: crawl, swaddle, snuggle, whine, drool...

Continúa mejorando léxico, fluidez y pronunciación

Seguramente, al hablar, se nos nota que no somos nativos. Sin embargo, podemos tener una buenísima pronunciación, una buena gramática, hablar de una forma fluida e ir aprendiendo nuevas palabras y expresiones todos los días. Si tu peque es un bebé, necesitas ese vocabulario especial que se usa con ellos, sin olvidar que se irá haciendo mayor y necesitará que dominemos la lengua perfectamente, así que conviene: leer, escuchar música, ver estos canales de Youtube de familias americanas y mirar cómo les hablan en inglés a sus hijos. Está claro que para tener el nivel que tienes hoy en día ya habrás hecho muchas de estas cosas. Pues bien, hay que continuar haciéndolo. Cuanto mejor hablemos y cuanto más vayamos mejorando, transmitiremos menos errores a nuestros hijos al principio que es cuando seremos su principal input y nos sentiremos mucho más seguros de nosotros mismos.

Cuanto más despacio, mejor

Al empezar, conviene hablar despacio a nuestros pequeños. Esto nos ayudará a nosotros a pronunciar mejor y a ellos les dará tiempo para escuchar todos los sonidos y apreciar las diferencias entre las sílabas y las palabras. Va a ser también muy positivo ya que la calma nos ayuda a pronunciar cada palabra de forma correcta y también tenemos tiempo para reflexionar sobre lo que vamos a decir. Además, así hablaremos a nuestros hijos de una forma gradual, al principio más despacio y poco a poco a mayor velocidad. El momento de hablarles rápido llegará en el futuro, y para entonces habremos mejorado mucho. Pero al principio, no hay necesidad de correr. No necesitamos mostrar a nadie que hablamos, ni perfectamente, ni muy rápido. Sólo tenemos que centrarnos en nuestros peques. Incluso los padres que hablan a sus hijos en su lengua materna les hablan de forma pausada y con calma.

No seas muy duro contigo mismo

No te estés corrigiendo todo el rato. Es normal que cometamos algunos errores al hablar, pero no debemos pensar constantemente que cometemos fallos. Tras decir algo, no empieces a pensar en si lo has dicho bien o mal, en si había una mejor forma de decirlo o si deberías haber usado otra palabra. Si hacemos esto demasiado, dejamos que nuestros miedos nos invadan cuando nos comunicamos con nuestros hijos en el día a día. Uno de los objetivos al vivir esta experiencia es sentirnos seguros, naturales y con fluidez. Si nos estresamos por cada una de las cosas que decimos, vamos a perder nuestra autoestima y vamos a tirar la toalla o a vivir el proceso del bilingüismo con angustia. Déjame decirte una cosa para que te cueste menos el dejar de pensar todo el tiempo en tus errores: tu hijo no es un examinador, le gusta cómo hablas, ¡te adora!
También es verdad que no somos nativos y tenemos que reflexionar sobre la lengua bastante a menudo, pero el momento de hacerlo no es justo cuando estamos interactuando con nuestros hijos. Un mejor momento es cuando estamos relajados, sentados en el sofá, aprendiendo vocabulario para bebés y expresiones y estructuras gramaticales nuevas.

Elimina la negatividad

No pienses demasiado sobre tus dificultades y sobre las cosas que te resultan más costosas. Deja de pensar en las situaciones que te sobrepasan. Nadie ha dicho que criar a un hijo de una forma bilingüe sin ser nativos vaya a ser coser y cantar. Sin embargo, hemos de recordar que los resultados llegarán al cabo del tiempo: nuestros hijos van a hablar diversas lenguas de forma fluida. Ya hay bastantes personas que lo han hecho y les va de maravilla. Así que no conviene preocuparnos demasiado si hay algún aspecto que no fluye de la forma en que pensábamos, al final, con perseverancia, mejorará. Es interesante centrarnos en las cosas que ya estamos consiguiendo y recordar de vez en cuando las razones por las que lo estamos haciendo para mantener la motivación. Hemos de saborear cada momento criando a nuestros hijos y no dejar que los sentimientos negativos formen parte de ellos.

No seas impaciente

Los resultados llegarán, pero tardan un poco. Sabemos que hay niños que empiezan a hablar cuando tienen un año y medio, otros cuando tienen dos, y otros lo hacen incluso después. Nuestros niños quizás no dirán frases (o al menos en la segunda lengua) hasta que tengan dos, tres o cuatro años. Quién sabe... Depende de muchos factores que no podemos controlar. Tras esta experiencia estoy segura de que todos seremos bastante más pacientes de lo que lo éramos antes.

Explica bien a tu familia lo que estás haciendo

Diles lo que estás haciendo, cómo lo haces y qué es lo que esperas de esta experiencia de cara al futuro. Quizás ellos necesiten preguntarte alguna duda o expresarte su opinión. Necesitan entender lo que estás haciendo, ya que quizás en algún momento necesiten ellos mismos explicárselo a alguna otra persona. Diles que han de hacer todo con naturalidad, como lo harían normalmente: ellos usan su lengua materna y tú usas una extranjera. Coméntales que hay diferentes formas de criar a un hijo ayudándole a ser bilingüe y que ésta es la que tú has elegido. También podemos contarles los ejemplos de otras familias que ya lo han hecho, y cómo sus hijos, que ya son mayores, hablan varias lenguas perfectamente.

Siéntete bien contigo mismo

No debemos desanimarnos si conocemos a otras personas que están haciendo lo mismo o algo similar y ellos hablan mejor que nosotros; o si sus hijos van a un determinado tipo de colegio y los nuestros no; o si sus hijos ya pueden hacer algo que los nuestros todavía no pueden. Cada familia es diferente. Lo que cada uno de nosotros hemos elegido es lo que le conviene a nuestra propia familia, es lo correcto para nosotros. Hemos dedicado horas y horas a pensar sobre ello. Son nuestras decisiones. Es lo que somos capaces de hacer. Es lo mejor que tenemos. Siéntete orgulloso por ello. Alégrate por los demás y sobretodo, alégrate con lo que tú estás haciendo. Tu familia es única y excepcional, valóralo.

Vive una vida normal

Haz lo normal: ve al parque, ve de excursión, ofrece a tu hijo buenos momentos con familiares, con amigos... Ser bilingüe no es lo único que queremos para nuestros hijos. También queremos que sean buenas personas, sociables, que tengan diversas habilidades, que disfruten de la vida... Algunas de estas cosas las podemos hacer combinadas con el aprendizaje de lenguas. En nuestro propio país o en el extranjero podemos encontrar actividades que no se centran en aprender una lengua directamente, sino que la usan simplemente como vehículo de comunicación para aprender y practicar otras cosas. Queremos niños completos: hábiles, dulces, buenos, inteligentes y si es posible y todo va bien, bilingües o multilingües también.

Comparte tu experiencia

Por último, es interesante exteriorizar y hablar sobre nuestros sentimientos, experiencias, logros y dificultades con otras familias. Hay una gran comunidad de padres que criamos niños bilingües online, y algunos lo estamos haciendo sin ser nativos. Puedes contactar con nosotros o seguir nuestros blogs o páginas en Facebook. Podemos ayudarnos con las dudas, con los momentos complicados y también podemos celebrar y alegrarnos juntos de las cosas buenas que vamos viviendo.

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