La diabetes (en general) es una enfermedad que se da cuando nuestro cuerpo no es capaz de asimilar bien los hidratos de carbono. Los hidratos son lo que convencionalmente llamamos azúcares aunque esta definición no es del todo correcta ya que la pasta, el pan, el arroz, las legumbres, los tubérculos y algunos otros alimentos se componen principalmente de hidratos de carbono pero no diríamos que llevan azúcar ni que son dulces. Los hidratos se descomponen en glucosa, que es la principal fuente de energía de nuestro cuerpo y por eso son tan importantes en nuestra dieta (deberían ser la base de la misma) y el hecho de no poder absorberlos correctamente puede ocasionarnos varios problemas.
Para permitir que los hidratos de carbono entren en nuestras células y podamos usarlos como fuente de energía, necesitamos una hormona llamada insulina y que es segregada por nuestro páncreas. Digamos que su función sería la de acompañar a los hidratos para que la célula los deje entrar. Las personas que padecen diabetes no producen insulina o la producen en menor cantidad de lo que necesitaría (dependiendo del tipo de diabetes es un caso u otro). El hecho de que la glucosa no pueda entrar en las células hace que tengamos más cantidad de glucosa en sangre lo cual puede provocar varios problemas a varios niveles.
En el caso de la diabetes gestacional lo que ocurre es que todas esas hormonas que tenemos recorriendo nuestro cuerpo y que nos producen tantas cosas a la vez, también pueden hacer que produzcamos menos insulina y, por tanto, que nuestro cuerpo no pueda asimilar los hidratos de carbono que necesita. Como en todas las diabetes (y en la mayoría de enfermedades) existen algunos factores que aumentan el riesgo de padecerla aunque por supuesto, puedes sufrir diabetes gestacional sin tener ninguno de estos factores de riesgo. Los factores más comunes son:
Familiares con diabetes tipo II.
Edad de la mujer, a mayor edad mayor riesgo (el criterio, como siempre, depende del especialista pero suele ser a partir de los 30-35 años).
Raza, son más propensas las afroamericanas, nativas norteamericanas e hispanas (mi ginecóloga me comentó que también las chinas pero como es una aprecición personal lo pongo entre paréntesis).
Obesidad.
Diabetes gestacional en otro embarazo.
Haber tenido en un embarazo previo un niño con más de 4 kilos.
Fumar.
Posibles síntomas
Uno de los grandes problemas de la diabetes es que prácticamente no tiene síntomas y es por eso que en el embarazo se hacen las pruebas de las que ya os hablé en este post.
Algunos síntomas podrían ser la fatiga, visión borrosa, aumento de la sed, ganas más frecuentes de orinar, náuseas o cambios de peso pero como veis son muy fáciles de confundir con los síntomas de un embarazo normal. En el caso de la embarazada, nos pueden servir como posibles "pistas", un cambio muy brusco del peso de la madre (aumento o disminución) o un crecimiento anormal del bebé visto en las ecografías (que aumente mucho de peso o muy poco).
Posibles problemas para el bebé y la madre
Lo primero que hay que decir es que en la mayoría de casos la diabetes gestacional desaparece después del parto aunque para confirmarlo se suele hacer un análisis de sangre un tiempo después de haber parido. En algunos casos, la diabetes perdura después del parto y en otros, se trata de una diabetes que siempre ha estado ahí pero que no se había diagnosticado hasta el embarazo (son pocos casos pero existen). En cualquier caso, la mujer que ha tenido diabetes gestacional durante su embarazo, es más propensa a padecer diabetes de tipo II en un futuro.
Para la embarazada los problemas pueden ser los mismos que con una diabetes normal:
Fatiga: Ya que los hidratos de carbono no llegan a nuestras células y no podemos usarlos para obtener la energía que necesitamos, sentiremos más cansancio o fatiga. Pensad que durante el embarazo ya se da la fatiga de forma natural (que no toda la fatiga ha de ser culpa de una diabetes).
Nauseas y vómitos: Recordemos que una diabetes implica que nuestro cuerpo no funciona de forma correcta y que al no poder asimilar correctamente un nutriente, lo normal es que intente eliminarlo. Una opción son los vómitos pero también puede ser a través de la orina (aumento de las veces que se orina).
Perdida de peso a pesar de un aumento del hambre: Nuestro cuerpo no puede utilizar la energía que proviene de los hidratos de carbono de modo que actúa de 2 maneras. La primera es que utiliza nuestras reservas de grasa para obtener energía lo que se traduce en una disminución del peso (aunque suene muy bien, no es muy buena idea). La segunda manera en que actúa nuestro cuerpo, es aumentando el apetito, es su manera de decirnos que necesita más aporte energético (aunque no servirá de nada ya que no entra en las células).
Lo que varía en este caso particular, son los problemas que puede ocasionar en el feto y el bebé. Los más importantes y comunes en una diabetes gestacional mal tratada:
Macrosomía: Es decir, un crecimiento desmesurado del peso del feto. Esto, a parte de implicar que un bebé nazca mucho más grande de lo que sería saludable (hablamos de relación estatura-peso), puede hacer que existan mayores complicaciones en el parto y que sea necesaria una intervención para ayudar al parto o incluso una cesaria.
Posibilidad de hipoglucemias del bebé: Si un bebé tiene un gran aporte de azúcares en el vientre materno y al salir, la cantidad de hidratos disminuye repentinamente, es posible que este bebé sufra una hipoglucemia (baja concentración de glucosa en sangre).
Mayor probabilidad de malformaciones o muerte fetal: Quizá es la probabilidad más extrema pero también existe.
Tratamiento
El tratamiento consiste básicamente en regular la dieta y el ejercicio de manera que se controla la ingesta de nutrientes de la madre (en especial de los hidratos de carbono) y del ejercicio que se realiza. Con esto se trata de conseguir que las células tengan todo el aporte necesario pero se intenta no hacer una acumulación de glucosa en sangre. Es decir, si una mujer ingiere muchos hidratos y gasta poco, tendrá más probabilidades de que estos queden en la sangre (hiperglucemia) y si una mujer gasta más hidratos de los que entran en sus células (o más de lo que ingiere), tendría un nivel de glucosa bajo en sangre (hipoglucemia). Tanto un caso como el otro, son problemáticos y por eso se intenta llegar a un punto de equilibrio modificando la dieta y el ejercicio de la mujer.
En algunos casos, también se recomienda la administración de insulina que en el caso de embarazadas solo se puede administrar mediante inyecciones. En este caso, es el médico el que ha de recomendarnos la dosis y el momento de pincharnos.
Todo esto ha de complementarse con controles de glucosa en sangre y de controles de cetona en orina además de aumentar las visitas al médico (ginecólogo, comadrona, endocrino,....), hacer alguna que otra analítica "extra" (se pueden unir a las que nos tocarían de control del embarazo) y aumento de las pruebas de control de bienestar del bebé (ecografias, monitorización,...).
Control de glucosa: el número de controles diarios dependerá del especialista (ya sabéis, cada uno tiene su pauta) y el nivel de glucosa recomendado suele ser por debajo de 100mg/dL antes de las comidas y de menos de 140mg/dL una hora después de la comida. Dicho esto, vuelvo a remitirme al especialista ya que, por ejemplo, a mí me pedían niveles por debajo de 91mg/dL y 120mg/dL respectivamente. Para conocer el nivel de glucosa en sangre, nos haremos un pequeño pinchazo con un pinchador y sacaremos una gota de sangre. Esta gota la absorberemos con una tira reactiva y la introduciremos en el medidor para conocer el resultado. No os preocupéis porque en los hospitales y/o centros de salud, suelen hacer un pequeño cursillo (de un par de horas a lo sumo) para explicar todo esto.
Control de cetona en orina: La cetona la produce nuestro cuerpo cuando utiliza grasas para obtener energía. No es un problema grave siempre y cuando no se mantenga mucho tiempo y los niveles no sean muy altos. Aún así, debemos tener un control ya que en este caso puede significar que nuestro cuerpo no asimila bien los hidratos y que deberíamos buscar una solución. Medir la cetona en orina es sencillo, consiste en orinar en una tira reactiva y comparar el color con la leyenda que se nos facilita en el envase de las tiras.
Control del bienestar del bebé: No voy a extenderme en este punto ya que durante el embarazo ya habréis tenido varias pruebas como ecografias y hacia el final del embarazo, todas las embarazadas hacen la monitorización (las llamadas correas).
Analíticas: en este caso, se mirará sobre todo la hemoglobina glucosilada, esta medición, muestra una media de los niveles de glucosa en sangre durante los últimos 3 meses. Esta prueba es muy útil en el caso de que la paciente no haya tomado bien el resto de mediciones (no diremos falsear).
Espero que esto os sirva de ayuda en caso de que os diagnostiquen esta complicación en el embarazo. Recordaros que los partos de diabéticas gestacionales se consideran de riesgo y que es posible que no podáis hacerlo todo de la manera que teníais pensado. Podéis preguntar a vuestr@ ginecolog@ o comadrón/a a ver que os dice ya que depende del caso, podréis hacer según que cosas o no.
Si os queda alguna duda que pueda aclararos podéis escribirme a través del blog o en los comentarios. ¿Vosotras sufristeis diabestes gestacional en el embarazo? ¿Os hicieron estas pruebas y este seguimiento?