Pero la navegación por internet tiene que tener mesura, no puede ser incontrolada, ni banalizada. Hoy en día no hay que rechazar internet. Con nuestros hijos no funciona prohibir, no funciona decir “no puedes estar en internet“, lo que funciona es educar.
El modelo que se transmite en la actualidad es de apalancamiento, de apego a los dispositivos. Esto se conoce como phubbing o prestar más atención al smartphone que a las personas.
Surge la pregunta: ¿Hemos desaprendido a comunicarnos? Curiosa paradoja: la comunicación de la incomunicación.
Los niños nos observa e imitan. Algunos niños parecen ejecutivos haciendo zapping entre las apps.
El entretenimiento no lo es todo. Pensamos que compramos tranquilidad cuando le dejamos conectarse a internet y los dispositivos se convierten en niñeras virtuales. Cuidado, los niños acaban tan enganchados que hacen vamping cuando se van a dormir, o sea, se meten en la cama, apagan la luz y conectan su dispositivo.
Enséñale a crear hábitos y rutinas en el uso de las tecnologías. Si aún lo permite su edad, te debe pedir permiso para conectarse a internet.
Razonaliza el uso y conexión de internet. Pon límites. Ayúdale a regular sus hábitos.
Si tu hijo es pequeño debes hacer una labor de acompañamiento y de orientación de cómo utilizar la red.
Si tu hijo es adolescente debes crear un clima de confianza, sin hacer cosas raras, para que te cuente sus preocupaciones. Ya, …, no es nada fácil, lo sabemos, busca cómo.
Predica con el ejemplo, recuerda el anuncio: “Los niños son lo que ven“.
Enséñale a preservar la información personal (dirección, teléfono, contraseñas, …).
Las fotos son indelebles, no se borran de internet. Edúcale en el respeto a si mismo y a los demás.
Valora poner un filtro o control parental.
CONCLUSIÓN. Habla de internet con tu hijo antes de que internet lo haga por ti.
Imagen: Removed (trabajo fotográfico de Eric Pickersgill)