Hoy se acercó a mi una compañera de trabajo que es mamá primeriza y tiene poco tiempo de haber regresado de la incapacidad. La pobre con unas ojeras terribles, que bien entendemos las que hemos vivido la etapa zombie con un bebé, me contó que ya estaba cansada de no poder usar la sala de lactancia por que siempre estaba ocupada para juntas a pesar de ser un espacio supuestamente reservado.
Pongámonos en sus zapatos: seguramente durmió en promedio 4 horas, después llegó a la oficina donde le esperaban por lo menos otras 8 horas de trabajo y para acabarla cuando tuvo 15min libres para irse a sacar leche (por que a pesar de tenerlo todo en contra ella esta haciendo el esfuerzo para seguir con la lactancia) y resulta que la sala estaba ocupada por la mismísima gente de RH...y pensar que para allá voy yo también y por lo menos otras 3 de mi oficina.
Pero la sala de lactancia es sólo uno de los tantos puntos a tratar en una empresa, donde como en la mayoría en México, no hay políticas de maternidad definidas. Tienen que ser peticiones extra-oficiales en donde te harán el favor de concederte una situación ¨privilegiada¨ por que se te ocurrió tener un bebé. La palabra "home office" les asusta y ni se diga que les pidas trabajar lo más posible antes del parto por que 6 semanas antes ya eres una bomba de tiempo (bueno de acuerdo al IMSS ya es válido tomar solo 2 por lo que es una pequeña batalla ganada).
En mi oficina el promedio de edad de los empleados va desde recién graduados hasta unos 25 años. Y después estamos el grupo de los veteranos treintones, que somos el espécimen raro que se va antes de las 6pm por que tiene otras ocupaciones diferentes a comerse el mundo laboral y hacer una maestría cuando no tienes ni 3 años de experiencia. Hay cien comités de actividades que van desde el fútbol, los torneos de boliche, el yoga, el día de la diversión...todo para que los empleados jóvenes se diviertan e integren. Pero que no se nos ocurra pedir una sala de lactancia exclusiva por que es sumamente complicado. Hay que acondicionar un espacio privado y eso cuesta, además de tener que sacrificar una preciada sala de juntas.
Las mamás que trabajamos no sólo somos juzgadas por perseguir nuestras metas profesionales, por delegar el cuidado de nuestros hijos a una guardería, etc. sino que dentro del ambiente laboral también tenemos que demostrar que podemos hacer nuestro trabajo sin gozar de privilegio alguno. Ya sabemos como termina esta historia... se pierde otra mujer talentosa que ya no puede con la presión social y laboral. Y créanme que no hay día que uno no quiera mandarlo todo al carajo, pero la gran diferencia es que debe ser por una decisión propia, no por que se nos pongan obstáculos.
No me importa que me etiqueten como "la mamá" en la oficina que siente las miradas encima cuando se va a antes de las 5pm. Me siento muy orgullosa de mi familia y de lo que he logrado profesionalmente, como muchas otras mujeres admirables que conozco que siguen picando piedra y navegando contra la corriente. Son las personas más organizadas y eficientes que se puedan imaginar. No tiran la toalla, buscan sobresalir y acomodar sus complicadas agendas para que todo funcione.
Así que seguiré levantando la voz y pidiendo las condiciones necesarias para continuar con mi carrera no importa cuanta gente ignorante, cerrada y obstinada me encuentre en el camino.