Martes cuatro de la tarde estoy terminando de fregar el suelo de la cocina. Los goterones de sudor me corren por la cara, estaremos en septiembre pero yo sigo teniendo calor por mucho que los escaparates nos muestren la ropa de otoño. Desde el salón me llega el sonido de la tele, los Animales Mecánicos resuenan por la casa mientras el Piojo va saltando por el salón. ¿No debería estar cansado por el madrugón? me pregunto. Acto seguido recuerdo que los peques son como las bombillas de bajo consumo, duran y duran y duran..., los papis nos quedamos en simples bombillas de filamentos que se rompen con un simple golpe. De pronto, escucho al Piojo hablando a mi lado...
_Mamá, ¿estás fregando el suelo?_
_Sí, cariño, pero ya voy a terminar_
_Mamá, estás cansada, tienes que descansar_ la emoción me embarga de pensar que mi pequeño se preocupa por mí. Me río y sigo limpiando._ Mamá, tienes que descansar_insiste.
_Ahora, cariño, que ya termino. No te preocupes que mamá no está cansada_ digo sin poder evitar sonreír. _Ahora, mamá se sienta y se toma un cafecito mientras descansa un poco_
_No, mamá, te tienes que acostar en tu cama_ dice.
Ya empiezo a darme cuenta por donde van los tiros. Su preocupación es una simple fachada. Quiere que vaya a la cama para ir conmigo, quizás, sí esté cansado. Termino de limpiar y me siento en el antaño sofá de papá, ahora sofá del piojo con la intención de hablar con mi madre. Nada. Misión imposible. Mi madre no me escucha a mí, sólo le llega la voz insistente del Piojo con el rollo de que he de descansar y debo acostarme en la cama.
_Mamá, puedes hablar con Yaya en tu cama_ insiste una vez más. Hala, me levanto del sofá y me voy a la habitación seguida por el Comando Piojo al completo. Me recuesto en la cama y acto seguido el Piojo salta en la cama.Me doy cuenta que lo de hablar por teléfono va a ser misión imposible, mientras mi madre y mi hermana se mueren de la risa al otro lado de la línea escuchando al que no se calla ni bajo el agua. _Mamá, me voy a quedar contigo para salvarte_
_¿Para salvarme, de qué?_ pregunto.
_Pues de los monstruos que están otra vez en tu habitación pero yo tengo el manto de la invisibilidad. Gabo, sube..._ dice saltando en la cama e invitando a su fiel escudero a hacer lo mismo. Es ahí cuando no me queda otra que colgar el teléfono, decirle a mi madre que luego la llamo y acabar con la fiesta montada en mi habitación. Me transformo en la bruja loca y pongo al Comando Piojo fuera de la habitación. Mientras los monstruos respiran tranquilos...
Besitos avainillados
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