Los investigadores preguntaron acerca del programa que llevaban a cabo ambas profesoras y al final, llegaron a una conclusión: La Señora Shwarz jugaba a diario con sus niños.Pero no sólo jugaba, les besaba, acariciaba y abrazaba a diario. Ella sostenía que ''le salía como algo natural'', no sólo porque aquellos niños habían sido educados sin padres, sino porque consideraba que el amor había que demostrarlo, ejemplificarlo, no valía con contarle a los alumnos que debían practicarlo en sus vidas.
Al término del conflicto, ambas profesoras fueron trasladadas a diferentes escuelas lejos de aquella ciudad. Ambos orfanatos se quedaron al amparo de simples conserjes que en nada se implicaban: los niños 'recibían comida y cama', la atención sanitaria era deficiente y nadie se encargaba de jugar con ellos y preguntarles cómo estaban. Como era de esperar, los niños que antes presentaban un índice de crecimiento favorable, comenzaron a adelgazar alarmantemente y empezaron a presentar síntomas variados de diversas enfermedades.
¿Tienen las defensas una relación directa con el amor? No sé si con el amor, pero con nuestra vida emocional, desde luego. ¿No habéis oído eso de que cuando alguien se casa o está enamorado, está más guapo/a? ¿Y lo de las embarazadas, que rezuman tanto amor? ¿Acaso no reciben más piropos que nunca? Cuando la felicidad caracteriza nuestro día a día, cuando nuestras necesidades emocionales se encuentran ''cubiertas'' hay un efecto directo en nuestro sistema inmunológico y por tanto en nuestra salud, nuestro peso...¡nuestro físico!
El caso práctico que os he contado no es un caso aislado. Con el paso de los años, las diferentes escuelas de Psicología han advertido de sus grandes conclusiones y han servido para posteriores estudios y experimentos. Por ejemplo, el de la Universidad de Miami de no hace más de unas dos décadas, en el que se confirmó que los bebés prematuros que están en incubadoras experimentan notables mejorías si sus papás entran, varias horas al día y les acarician y les dan calor con sus cuerpos. ¿Increíble? Para nada. Somos, de algún modo, animales...
Termino con 10 razones por las que, por todo esto y porque está avalado por la ciencia, debemos besar y acariciar a nuestros peques cada día. Porque, si no lo sabíais, demostrar afecto ayuda a múltiples aspectos de la crianza y educación:
- Una de las más importantes, cuidaremos de su autoestima
- Les haremos más seguros de sí mismos
- Se sentirán protegidos y por ello más autónomos
- Favorecemos su sistema inmunológico
- Ayudamos a su sistema psicomotriz
- Las muestras de afecto fomentan la creatividad de los niños
- Su descanso será de calidad y más confortable
- Nosotros también nos sentiremos mejor demostrando amor
- Serán seres más asertivos, aprenderán a decir No sin hacer daño a la otra persona
- Por último ¡pero no menos importante! estaremos ayudando a que sean emocionalmente activos y en un futuro ellos cuiden igual de sus hijos, amigos, hermanos...
¿Dais validez a todos estos estudios? ¿Consideráis que acariciáis y besáis a vuestros hijos lo suficiente?