Hace como dos años presenciamos en este canal de padres el éxito de uno de los artículos más visitados de todo facilisimo 'El día que decidí dejar de gritar a mis hijas'. Sí, lo habéis adivinado, el post iba sobre cómo dejar este pésimo hábito y revisarse como madre en muchas otras formas y facetas. Su autora es una de las más queridas bloggers y amigas de RED facilisimo, Lai, catalana de origen y chilena de adopción, continúa al timón de la bitácora: Así piensa una mamá .
Tuve el placer de entrevistar a Lai hará también dos años ya. Era imposible no hacerlo dadas las ganas que teníais muchos de vosotros de saber un poquito más sobre ella. Y todo lo que aprendí de aquella toma de contacto y de las posteriores reflexiones que ha ido compartiendo en estos años es que, efectivamente, no sirve de nada emplear el lenguaje negativo, ya sea verbal o gestual y que se consigue mucho más a la larga, utilizando la paciencia, el esfuerzo, el perdón, el diálogo, el consenso.
Piensa unos segundos...¿Cuántas veces has llegado a casa terriblemente cansada, enfadada, triste...agobiada y has decidido gritar como forma de comunicación con tus seres queridos? Todos somos humanos y poder soltar un grito de vez en cuando pero lo que nos dicen los expertos es que no debemos quitar el ojo a estos gestos, aparentemente puntuales e inofensivos, puesto que se ha descubierto que tienen mayor impacto en los niños de lo que creemos, especialmente si estos se encuentran entre los 0 y los 7 años, franja de edad en la que el cerebro todavía se está formando y cualquier estímulo externo se multiplica (para bien y para mal)
Según la psicóloga Piedad González Hurtado, cuando hemos gritado al niño, por nimios que nos parezcan estos gritos ''el daño ya está hecho'' a nivel neuronal. Así, según cita la doctora textualmente en este artículo del diario ABC «los gritos perpertuados en el tiempo y en el espacio tienen un impacto en el cerebro humano y en el propio desarrollo neurológico del niño ya que el acto de “gritar” tiene una finalidad muy concreta en todas las especies, que es la de alertar de un peligro. Nuestro sistema de alarma se activa y se libera cortisol, esa hormona del estrés que tiene como finalidad poner las condiciones físicas y biológicas necesarias para huir o pelear». Parece que queda patente la incidencia de los gritos en nuestros peques ¿no?
El lenguaje negativo (los gritos y los malos modos) no solo son un dardo en la educación emocional de los peques sino que, al ser ellos una esponja, van a absorberlos de tal forma que podrían ser parte de sus futuras actitudes como adultos. ¿Asusta, verdad? Hay que se justos y equilibrados. Este mensaje no va para los papás que de vez puntualísima 'pegan un grito'. Sin embargo, hablamos de los padres que gritan por sistema. Los gritos, entre otras cosas...provocan estas 6 terribles consecuencias:
1. Dañan la autoestima del niño.
2. Un grito puede dejar una huella psicológica muy grande en un niño. Puede marcarle de por vida.
3. Pueden general problemas de conducta.
4. El niño se siente intimidado y puede comenzar a contar mentiras.
5. Su rendimiento escolar puede verse afectado.
6. El niño puede volverse mucho más agresivo y generar peleas en el colegio.
Además, un estudio reciente relaciona el lenguaje negativo con una posible reducción del coeficiente intelectual del menor. Es decir, que no solo los gritos tienen implicaciones en nuestra vida emocional, nuestras relaciones con los seres queridos o la convivencia en el hogar, también hacen que nos encontramos con un panorama desolador en cuanto a su educación y desarrollo se refiere.
¿Os vais a replantear cómo utilizáis el lenguaje en casa?