A los niños hay que educarlos….¿Que sensaciones o pensamientos surgen en ti al leer o escuchar esta frase? A mi me rechina…
La palabra educar me gusta mucho y no es que crea que no haya que enseñar a los niños, es que la frase entera no me cuadra…., el “hay que” me transmite obligación, y la frase entera me suena a falta de confianza en la capacidad de los niños, a que si nosotros no intervenimos y les “educamos” ellos no van a ser capaces de convertirse en personas adaptadas a la sociedad y a que no van a saber hacer nada. Desde mi punto de vista (y seguro que hay miles) creo que lo que más perjudica en el desarrollo de los niños es la falta de confianza depositada en ellos ante su capacidad innata de desarrollarse y de adaptarse.
Voy a intentar explicarme por partes…..
¿Qué es educar?
La palabra educar proviene del latin y se encuentran varias palabras de origen:
1. ducere: Guiar.
2. ex-ducere: Sacar de dentro.
Es decir que si lo extrapolamos a la educación de los niños, podríamos decir que “educar” significa: Guiar (en el camino del desarrollo) y sacar de dentro (lo mejor de cada niño, lo que ya tienen dentro).
El sentido que actualmente le damos a esta palabra es el de “transmitir conocimientos, normas y valores” con los que llenar al niño de lo que hay afuera (en la sociedad que le haya tocado vivir).
La presión por educar…
A veces estamos muy preocupad@s por todo lo que tenemos que enseñar a los niños, por que pensamos que lo más importante para su desarrollo es que nosotros les expliquemos todas las normas sociales y les corrijamos en todo lo que no es adecuado, y nos olvidamos de confiar en su desarrollo.
Nos pasamos el día corrigiendo sus comportamientos no adecuados (que no lo son ahora o que creemos que si no los cambian no lo serán en un futuro) y al final nos desgastamos nosotros y muchas veces nos frustramos porque ese comportamiento no desaparece. Y viéndolo desde el punto de vista del niño y de la niña, seguramente se sientan abrumados con tanta corrección y lleguen a pensar que no hacen nada bien (a mi me ha pasado esto incluso de adulta, y he acabado bastante harta de que me corrijan cada 2×3 sin esperar a que, simplemente, coja práctica y aprenda el funcionamiento de las cosas).
La convivencia así se hace complicada, y si creemos que a los niños no les afecta, es porque ellos tienen mucha capacidad de hacer “borrón y cuenta nueva” y vivir momento a momento, sin atascarse en el pasado ni preocuparse por el futuro, algo que por desgracia al final lo van perdiendo por tanta corrección.
Estoy muy de acuerdo en que hay cosas que es necesario que expliquemos a los niños, que les transmitamos, que les enseñemos a “hacer” o “cómo gestionar”, pero hay muchas otras cosas que van a aprender por imitación o simplemente por maduración. Por ejemplo, todos los niños dejarán de tener tanta actividad física a medida que vayan creciendo porque ya no lo necesitaran, o serán capaces de sentarse en el sofá “del derecho” y no “cabeza abajo” aunque nunca les corrijamos.
Hay comportamientos propios de la edad que aunque no hagamos nada, desaparecerán, y hay comportamientos que aprenderán tan sólo imitándonos.
Así que podemos quitarnos un poquito de presión de encima, de aligerar la convivencia, sabiendo que no hace falta corregir todo lo que hacen los niños en nombre del “a los niños hay que educarlos” y que, simplemente, necesitamos confiar en que crecerán y madurarán.
Por otro lado, sabiendo que muchas otras cosas las van a aprender por imitación, podemos también relajarnos y confiar en que lo acabarán haciendo igual que nosotros (tema a parte es la auto reflexión que hagamos sobre el ejemplo que damos a nuestros hijos y si queremos cambiar algo o no).
¿Cómo educar acompañando, sacando afuera…?
La disciplina positiva para mi es una teoría educativa que reúne las herramientas que nos ayudan a educar sacando lo mejor que lleva el niño dentro: haciendo preguntas, utilizando la empatía, motivando y animando en los peores momentos, escuchando, respetando las necesidades del niño, tratando a los niños al mismo nivel, permitiendo que tomen sus propias decisiones, sin sobre-protegerles, estableciendo y explicando limites que le sirvan de guía, etc.
Pero hay algo que nos dificulta mucho el trabajo de educar acompañando, y es la creencia de que debemos “impartir la lección, corregir o explicar” justo en el momento en que el niño se ha equivocado con su conducta. Esas prisas por enseñar en el instante, el creer que una vez pasado ese momento ya no se puede enseñar nada es lo que nos dificulta la labor.
Imagina que te has equivocado en algo grave y te has puesto muy nerviosa porque sabes que lo has hecho mal, o que estás muy enfadada y has dado una mala contestación a alguien…. ¿Qué ocurriría si en ese mismo momento te intentan explicar que lo has hecho mal, que así no se hace, o que no tendrías que haber respondido de esa manera, o que el modo correcto de responder es este otro?…. Seguramente no vas a estar del todo receptiva para aceptar las explicaciones que te ofrezcan, aunque te lo estén intentando explicar de buenas maneras (en tu interior todavía estarán tus emociones ocupando tu atención y necesitarás gestionar esa emoción primero y volver a la calma). No hace falta decir que si te reprochan o te hablan de malas maneras aún menos receptiva estarás y lo más seguro es que tus emociones se incrementen.
Con los niños pasa lo mismo, los niños no se comportan mal porque quieran si no porque van en busca de satisfacer alguna necesidad y chocan con las necesidades de la sociedad. Si a un niño que está enfadado le intentamos explicar los motivos de por qué está mal hacer lo que ha hecho, no va a escuchar atentamente nuestro mensaje, por muy bien que le expliquemos. Primero necesitará calmarse, y cuando esté preparado podremos hablarle y enseñarle cómo hacerlo mejor la próxima vez.
Sinceramente creo que podemos enseñar mucho más fuera del momento de conflicto que en el mismo momento, y que disponemos de muchos recursos que nos ayudan a eso: Cuentos, juegos, sacar temas de conversación y hacer preguntas a los niños sobre su opinión, plantear a los niños casos hipotético y preguntarles que harían ellos en esa situación…. Otro día podemos hablar de ellos.
No quiero despedirme sin antes dejarte esta ponencia cortita del maestro Carlos Gónzalez. Nos ofrece una visión de la educación desde el ser, sacando lo mejor del niño, mirando al niño más allá de las creencias y juicios que su comportamiento pueda suscitar en nosotros. Te animo a que la veas cuando puedas.
Educando desde el Ser, ponencia de Carlos González en el “Primer Congreso Niños del Tercer Milenio from arcoirisdan on Vimeo.
¿Qué te ha parecido? ¿Qué opinas del tema del que hoy me he animado a hablar? ¡Estoy deseando conocer tu punto de vista!
¡Nos vemos las semana que viene!
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