Educar en el asombro (segunda parte)
Se habla mucho de la estimulación temprana hoy en día, pero hay que tener cuidado con estimular demasiado. En el libro se centran en las consecuencias de la sobreestimulación a la que sometemos no solo a los más pequeños, sino a todos los niños a lo largo de toda su infancia. Te cuento de algunas de las consecuencias que mencionan:
Anula el sentido del asombro, la imaginación y la creatividad, pues sustituye el motor del niño.
El niño deja de tomar iniciativa, se vuelve pasivo, se ilusiona menos y muestra más apatía. Pero una apatía necesitada de ese ruido que la sobreestimulación a la que está acostumbrado.
El niño se vuelve hiperactivo, nervioso. Necesita buscar entretenciones o sensaciones nuevas cada vez más intensas para aliviar esa adicción a la sobre estimulación.
Busca nuevas sensaciones, se aumenta el ruido de la sobre estimulación y vuelve a empezar el circulo vicioso. Los contenidos a los que tienen acceso los niños son hoy en día demasiado rápidos, ruidosos y violentos
El libro también diferencia los distintos conceptos de juego, diferenciando entre el que entiende por juego la diversión de sentarse frente a la tele y ver qué hay de divertido, o que juega a la consola, juegos que entregan diversión. Del niño que juega concentrado, generando desde el interior el juego, que se pasa la tarde en su mundo, imaginando, creando por si mismo. Es una interesante reflexión de lo que hoy entendemos por entretención, y de lo que quizás debiese ser en realidad entretención. como recomendación, en el libro nos sugieren que el juego “no tenga pilas, para que las pilas nazcan del niño. el niño tiene que pensar, no recibir el juego masticado”
El riesgo de actividades estructuradas o con prioridad sobre la disciplina no sobre el descubrimiento, encasillan a los niños en el aburrimiento o en la ansiedad. Aburrimiento si la tarea es demasiado fácil para el que la realiza, y ansiedad cuando es demasiado difícil y lo frustra. Ambas bloquean el aprendizaje. ¿por que se aburren los niños menores de 6 años si su creatividad e imaginación, según la autora, es infinita a esta edad? Porque el resto del tiempo llevan un ritmo de vida frenético, con un ambiente muy estructurado y niveles de estímulo demasiado altos.
Otra reflexión que me recuerda un cambio que quiero hacer y nunca termino del todo, es el no correr, el no llamar a las terremoto lentas, el no acelerarlas para terminar lo que están haciendo porque llegamos tarde a otro lado o porque sino, no tendrán tiempo suficiente donde sea que vayamos. Os he contado que he introducido algunas rutinas para organizarnos y no andar corriendo. Me ha pasado muchas veces que las niñas, especialmente la mayor, me diga “ya, si ya se, llegamos tarde” o que se etiqueten de lentas. Yo no me escucho etiquetarlas de lentas, sin embargo, no consigo durante un día completo dejarlas seguir su ritmo, sin apurarlas. Decimos que los niños son lentos, pero ¿comparados con quien? ¡Con nosotros que nos quejamos de ir para todas partes como si corriéramos una maratón? ¿Queremos que ellos aprendan a seguir ese ritmo, o preferimos relajar el nuestro? Los niños viven el presente, disfrutan de las actividades que realizan en vez de acelerarse en terminarlas para pasar a la siguiente. En este punto, el libro reflexiona extensamente sobre ello, deberíamos aprender mucho de ellos, y de sus ritmos. En vez de correr y hacer 20 cosas a la vez.
Otro ejercicio interesante es ante la curiosidad del niño, preguntarle su opinión, para que imagine la respuesta, la cree, en vez de siempre racionalizarla. Cuando un niño te pregunta, por ejemplo, “por qué se caen las hojas de los árboles en otoño?” antes de responderle, preguntarle “y tu que crees?” puede ser mucho más sano a veces. Porque van a ponerse a imaginar, van a reflexionar, van a sentirse participes de averiguar la respuesta.
También se reflexiona sobre las rutinas. Yo, ya lo he dicho varias veces, soy incapaz de mantener rutinas conscientemente, aunque me lo propongo. en el libro se reflexiona sobre la diferencia entre rutina y ritual. Con la rutina actuamos de forma mecánica, sin ser conscientes de lo que hacemos, sin poner corazón. Pero a nosotros la rutina muchas veces nos aburre, ¿por qué a los niños no les aburre repetir lo mismo continuamente? Porque ellos disfrutan cada actividad como única, porque para ellos es un ritual no una rutina. El ritual es la rutina, humanizada.
Hemos creado una sociedad que rinde honores a la mente racional y ha olvidado el regalo que es la mente intuitiva. Matar la imaginación, el asombro, y la creatividad de un niño para inculcarle cuanto antes y contra su naturaleza una actitud razonable…es todo lo contrario del asombro. El niño es un adulto pequeñito
El libro tiene muchos más temas que me encantaría seguir contándote, pero creo tendría que hacer montones de posts. Te dejo estos dos posts, para animarte a leer esta pequeña joya para una educación más…asombrosa.
Debemos re-imaginar una educación infantil que cuente con el asombro. Debemos aprender a educar en el asombro. Educar en el asombro consiste en respetar su libertad interior, contando con el niño en el proceso educativo, respetar sus ritmos, fomentar el silencio, el juego libre, respetar las etapas de la infancia, rodear al niño de belleza, sin saturar los sentidos…
Y para saber más…solo tienes que leer el libro