Como madre que soy sé muy bien lo difícil que es, ya que resulta ser una situación muy estresante.
Estresante tanto para nuestro hijo como para nosotros mismos, pero ya sabemos que en ese momento es inútil intentar convencerles de nada. Es mejor esperar un poco, ignorar la conducta, dejarles un espacio y luego hablar con ellos. No se trata de ignorar al niño pero sí su conducta. No rechazamos a nuestro hijo, ignoramos su conducta inapropiada.
Mantener la calma en estos momentos es fundamental para no empeorar la situación con nuestra propia frustración, ya que que podemos complicar aún más el estado de las cosas y probablemente tengamos que hacer frente a una rabieta mucho mayor.
También nos ayudará saber que las rabietas pueden darse sólo en casa, y en el cole no. Puede ser que el niño sólo las utilice cuando está la madre presente, pero no delante del padre o viceversa. Todo depende de la respuesta que haya tenido el entorno para mantener la conducta, es decir si el niño ha logrado el propósito que buscaba con su berrinche, aunque sólo haya sido una mala mirada de la madre, padre, maestro … ya que lo que buscaba probablemente era llamar la atención. Una conducta se mantiene o desaparece según los efectos o consecuencias que se obtengan tras su realización. Por tanto, si cuando el niño realiza una conducta inadecuada no le prestamos ningún tipo de atención estaremos contribuyendo a que paulatinamente vaya abandonando esta conducta.
Algunas técnicas para manejar las rabietas (I)
1. Mantenernos firmes y no atender la rabieta.
Claro que resulta mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero es la que mejor funciona.
Para que ello sea así, hemos de empezar por creer que controlamos la situación, si nos dejamos llevar por los nervios o por ese mal día que tenemos podemos llegar a perder toda la credibilidad. Fundamental, calma porque nosotros somos quienes controlamos de la situación.
Este tipo de estrategia deja claro al niño que con su rabieta no obtendrá lo que quiere.
De todos modos, seamos realistas, seguro que durante un tiempo el niño sigue poniéndolas en práctica, pero si somos firmes en no caer en su juego en la mayoría de los casos se dará cuenta de que la fórmula no le funciona y acabará por dejarla.
Ignorar la pataleta es una manera muy eficaz de manejarla, siempre que ésta no suponga ningún riesgo para el niño o para los demás. No se trata de ignorar al niño que está pasando por un mal rato, se trata de no ignorar un comportamiento inadecuado. Podemos abrazar al niño mientras llora, que sepa que estamos a su lado.
Cuando existe el riesgo de que los niños se hagan daño a ellos mismos o a los demás durante una rabieta, se les debería llevar a un lugar tranquilo y seguro para que se calmen.
Esto también se aplica a las rabietas que ocurren en lugares públicos. Sin prestar atención a al niño, continuaremos con lo que estábamos haciendo pero manteniéndose en un lugar en donde nos vea. No le dejemos sólo ya que podría sentirse abandonado.
Con niños de mayor edad les podemos enviar a su habitación para que se calmen. En vez de fijar un tiempo determinado, (en niños pequeños normalmente es un minuto por año), les podemos decir que permanezcan en su habitación hasta que se hayan calmado. Esta opción les permite sentir su poder: los niños pueden influir en el resultado de sus propias acciones, recuperando de este modo la sensación de control que pierden durante la rabieta.
2. No responder con enfado.
Un mal día en el trabajo, el cansancio o el mismo estrés del día a día pueden ponernos de malhumor y es algo natural que una rabieta de nuestro hijo nos cause una enorme frustración y nos sintamos enfadados. Pero responder con enojo a una rabieta es una manera de agravarlas, a parte de fomentarlas y promoverlas. Nuestros hijos nos observan con detenida atención, somos sus figuras de referencia y ellos aprenden por imitación. Responder con enfado sólo ayuda a que ellos tengan la escusa perfecta para responder con enfado en cualquier momento.
Obsérvate por un momento, reflexiona sobre cómo han respondido tus hijos ante ese día tan malo que llevabas, ¿mantenían una actitud tranquila o por el contrario también has notado que aumentaba su nerviosismo y malestar?. Por este motivo es importante no reaccionar con enfado ante sus pataletas.
Te recomiendo que además leas con tus hijos cuentos que le ayuden a identificar lo que le ocurre. “Menuda Rabieta” es un libro muy adecuado para ello. Cuánto más trabajes el autoconocimiento y el autocontrol de tu hijo, ayudándole a identificar cómo se siente y qué tipo de consecuencias tiene su comportamiento más fácil será que aprenda nuevas estrategias y las rabietas vayan desapareciendo.
Artículo actualizado en octubre de 20015, primera redacción marzo del 2012.
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