¿Cómo solemos actuar en estas situaciones?
La primera reacción que solemos tener los adultos es devolver esos gritos con más gritos. Incluso solemos interpretarlo como una actitud desafiante de nuestro hijo hacia nosotros y adoptamos palabras como “es que es un niño muy malo”, “no se porta nada bien”, “esta niña es muy rebelde”… Comportamientos y expresiones que tenemos muy arraigados por nuestra educación y por el entorno en el que nos encontramos.
Antes de proseguir, paremos a hacer una reflexión: si vemos que un adulto ha perdido el control por un ataque de pánico o de estrés, ¿cómo solemos actuar? En un principio intentamos encontrar la raíz del problema. ¿Qué ha provocado esa pérdida de control? En un segundo momento procuramos tranquilizarlo utilizando un tono calmado y sosegado. Incluso le damos consuelo con un abrazo para que acabe de desahogarse y sacar esa frustración que le atormenta. En sencillas palabras, procuramos empatizar con esa persona.
Ahora bien, imaginemos que, a esa persona en pleno ataque de estrés, le gritamos, le decimos que se está portando mal, que está montando un “numerito” y que da igual lo que le haya pasado que no es motivo para montar ese escándalo. Lo normal es que pierda más el control e incluso que se ponga violento. Bien, si procuramos empatizar con los adultos, ¿por qué no lo hacemos con los niños pequeños?
¿Cómo tranquilizar a un niño pequeño?
Como hemos comentado, para poder tranquilizar a un niño que tiene una rabieta, en primer momento tenemos que saber qué es lo que ha provocado ese berrinche. Muchas veces no es consecuencia de una causa concreta: los niños son pequeños, pero son conscientes de todo lo que pasa a su alrededor.
Posibles causas
Si los adultos estamos estresados, ellos se dan cuenta de nuestro malestar, lo único que ellos no saben transmitirlo y por ello, estarán más intranquilos o nerviosos. Esto puede provocando problemas de conducta si nuestros malestar o falta de atención hacia ellos se prolonga en el tiempo. Por eso tenemos que analizar nuestra actitud y lenguaje (tanto verbal como corporal) hacia con nuestros hijos, para evitar esos momentos de estrés que acaben desencadenando en una rabieta.
Otra causa del comportamiento inquieto de los niños puede ser la falta de juego libre. Este es muy necesario para el desarrollo del niño, con él aprende lo que está bien y lo que está mal, soluciona por él mismo problemas sencillos, lo que le da confianza. Sí es cierto que en las ciudades tienen pocos espacios para que los niños estén al aire libre y desarrollen sus juegos, pero simplemente dejar que jueguen con los utensilios de cocina ya es un avance para ellos. Un niño que haya jugado está más tranquilo e incluso en un momento determinado, se puede dialogar con él y se calmará más rápido.
Hemos visto lo que podemos hacer para evitar las temidas rabietas, pero ¿qué pasa cuando “sale el monstruo”?, ¿cómo debemos actuar?
Consejo 1
Debemos comprender que las rabietas son buenas, ya que es el momento en que nuestro hijo tiene sus propias ideas y las expresa. Normalmente es una etapa pasajera, y en el momento en que pueda desarrollar sus ideas mediante el lenguaje esos berrinches irán desapareciendo. Para tranquilizarlos debemos ser pacientes, flexibles y tener expectativas positivas en nuestros hijos.
Consejo 2
Pero, ¿cómo debemos actuar en el momento en que nuestros hijos ya pueden hablar y pueden comunicarse?. Según la autora Rosa Jové el diálogo con el niño se consigue siguiendo tres sencillos pasos:
1. Comprensión
La comprensión es lo primero que nos tiene que venir a la mente a todos los padres y educadores.
2.Educación
Los padres debemos educar a nuestros hijos, explicándoles que se espera de ellos o lo que deben hacer, pero siempre con frases cortas.
3.Elección
Queremos que nuestros hijos sean adultos que sepan elegir, para ellos deben aprender a tomar buenas decisiones, por eso debemos evitar dar órdenes y que las cumpla sin rechistar.
Conclusión
Esto es la teoría, pero siempre a la práctica, suele haber un trecho bastante largo, ¿verdad? Si quieres poder afrontar este tipo de dificultades con tus hijos, mantener una comunicación respetuosa con ellos y que cuando éstos sean adultos sepan tomar sus decisiones, utiliza el método “Cómo hablar con tus hijos”. En él encontrarás las herramientas necesarias para llevar a cabo la educación que deseas para tus hijos.
No me gustaría acabar el artículo sin antes pediros vuestra opinión, que contéis vuestras experiencias e inquietudes, ¿cómo calmas a tus hijos en un momento de estrés o rabieta?