Llegué con tiempo, como me gusta hacer siempre.
Me despedí de mi hijo con un abrazo y dos besos, y le vi entrar en el portal del patio del colegio.
Al girarme, una vocecita me dijo, ¡Hola Júlia!
¡Hola Pau! respondí al compañero de clase de mi hijo.
Aunque no eran amigos íntimos, habían pasado muchas tardes jugando juntos y nosotros habíamos coincidido en muchas actividades sociales y extracurriculares.
¡Veo que hoy te trae papá al cole! ¡Qué bien, ¿eh?!
Sí, es que mamá está resfriada y se ha quedado en la cama…
¡Ahhh! Pues dile que se mejore de mi parte…
Me despedí de Pau como si nada, pero en los ojos de su papá noté tristeza.
Era obvio que había estado llorando, pero no quise decir nada.
– ¡Júlia, espera!
– ¿Pasa algo?
– Es que, quería que lo supieras…
– ¿Que supiera qué? ¿Está bien Paula?
– No, dijo mirando hacia atrás asegurándose de que Pau no pudiese oírle. Tiene cáncer de mama.
Fuimos a tomar un café y me estuvo explicando el shock que había comportado para ellos descubrir que Paula, a una edad tan joven, tenía que pasar por un proceso tan traumático.
– ¿Y Pau no lo sabe?
– No, no sabemos cómo decírselo, y le hemos dicho que tiene un catarro muy fuerte pero que se repondrá pronto. Estoy seguro de que nota algo.
Claro que nota algo, pensé.
Desde edades muy tempranas los niños están pendientes de las emociones de las personas que les rodean, sobre todo las de sus padres.
Si hay algo que les provoque malestar, ello/as lo detectan.
Si hay una persona con cáncer en la familia, ello/as lo perciben.
Por eso, lo peor que podrían haber hecho Paula y Eloy al descubrir la enfermedad de Paula, era mentir a su hijo.
Pero ¡es tan difícil saber cómo actuar en momentos como estos!
En este artículo te explico por qué hay que ser honestos con nuestros hijos ante una enfermedad como el cáncer, cómo afrontar un cáncer en la familia y explicar a los niños que un familiar padece esta enfermedad. Y por supuesto, cómo apoyarlos/as a lo largo del que va a ser un duro y largo camino.
¿Por qué y cómo explicar el cáncer a los niños?
Puede que el primer día Pau acepte que su madre está acatarrada.Y el segundo.
Pero, cuando vea que el catarro no parece catarro, y tanto la enfermedad como el tratamiento están trastocando radicalmente el equilibrio en su hogar y en el comportamiento de sus padres, Pau empezará a preocuparse.
Pau escuchará conversaciones.
Percibirá el dolor en el tono de voz y en los gestos de sus adultos.
Y Pau se sentirá confuso.
Lo peor es que, probablemente, a medida que pasa el tiempo, Pau empiece a desarrollar sus propias explicaciones.
Ya no me quieren….
Mamá va a morir…
Yo tengo la culpa de que esté enferma…
¿Te imaginas lo mal que puede pasarlo un niño creando esos monstruos en su cabeza?
Saber que sus padres le ocultan algo o le mienten provocará en Pau desconfianza y rechazo.
Por eso, hay que ser honestos ante el cáncer.
Y por eso hay que explicar el cáncer a los niños.
¿Cómo?
¿Qué explicación deberían haber compartido Paula y Eloy con su hijo?
Pau es un niño de 7 años.
A esa edad, y hasta los 8 años, las explicaciones pueden ser bastante básicas.
No hace falta entrar en demasiados detalles, pero hace falta compartirlos.
Es a partir de los 9 años, cuando los detalles entran en juego.
Es decir, habrá que entrar en más o menos detalle según la edad del pequeño.
Pero, siempre con la verdad por delante.
Y con todo el apoyo que ellos necesitan y se merecen.
Respondiendo a todas las preguntas que puedan tener sobre el tipo de cáncer, lo que significa padecer cáncer, etc.
Porque cuando les incluimos en esa explicación, demostramos que sus necesidades nos importan.
Y les demostramos que a pesar del conflicto emocional que representa tener una persona con cáncer en la familia, a él o ella, se le tiene en cuenta.
Y mucho.
No está solo/a.
Pero ¡cuidado!
Que no estoy diciendo que Paula y Eloy, o muchas otras familias que optan por no decirle a un niño que un familiar tiene cáncer, actúen con malicia.
Simplemente, es desconocimiento ante una situación que les sobrepone.
Desconocimiento ante el no saber cómo abordar una conversación muy difícil y gestionar emociones que ello/as mismos no saben cómo gestionar.
¿Cómo decirle a un niño que un familiar tiene cáncer?
Lo ideal es intentar introducir la palabra cáncer en el vocabulario y rutina de tu hijo/a lo antes posible.Sin obviarla.
Sin ocultarla.
Sin cargarla de emociones que le puedan asustar.
Pero, siempre, de forma natural: es una enfermedad y exige un tratamiento.
Hay que explicarles qué es el cáncer…
A qué parte/ del cuerpo está afectando…
En qué consiste el tratamiento y los cambios físicos que puede provocar…
Y sobre todo, hay que hablar de emociones.
Sin miedo.
Hay que hablar de la esperanza.
Pero, también de la aprensión.
Hay que ser optimista, pero también realista.
Ayúdales a hablar de esas emociones.
Ponedles nombre.
Dibujadlas.
Ayúdale a que las exprese en papel.
A que exterioricé lo que siente.
Y escúchale.
Responde a todas sus preguntas.
Y deja muy claro que puede preguntarte cualquier duda que tenga.
Que forma parte del sistema de apoyo de la persona con cáncer.
Por pequeños actos que pueda hacer, como regalarle un buen abrazo, traerle un vaso de agua, etc…
Si le haces sentir que os puede ayudar, el pequeño/a se sentirá partícipe en el desarrollo de esta etapa.
Y cuentos…
Encontrarás muchos cuentos en el mercado que pensados para explicarle a un niño que un familiar tiene cáncer.
Tiempo para más cuentos, de Concha de la Hoz Fernández
Mamá se va a la guerra, de Irene Aparici y Mónica Carretero
Una flor de repuesto para mamá, de Rebeka Elizegi
El pañuelo mágico, de Joan González Felís y Mª José Moya Benet
La cola de Sparky de Sarah White
Siéntate con calma y léele cualquiera de estos libros.
Hablad sobre los protagonistas y los obstáculos a los que se enfrentan.
Responde a sus preguntas.
Utiliza estas historias para demostrarle que vais a gestionar este momento en familia y muy unidos.
¿Cómo apoyar a los niños cuando un familiar tiene cáncer?
Tras hablar conmigo, Eloy comprendió que no podían seguir con la mentira que le había contado a Pau.Al fin de semana siguiente, decidieron sentarse con él y explicarle la situación.
Inicialmente, Pau pareció preocupado.
Había oído hablar del cáncer en la escuela, pero no sabía exactamente qué era.
Aun y así, la palabra pareció asustarle.
Eloy y Paula le explicaron todo lo que yo te he ido explicando en este artículo:
Se trata de una enfermedad que exige un tratamiento más complicado que el que aplicamos a la mayoría de las enfermedades…
Mamá va a estar cansada y todos tenemos que colaborar para hacerle la vida más fácil…
Vamos a intentar que su rutina cambie lo mínimo.
A veces se sentirá confuso y posiblemente preocupado, pero ellos estarán a su lado en todo momento.
Van a afrontar el cáncer juntos.
¿Cuál fue la reacción de Pau al comprender su nueva situación?
Pau se convirtió en el mejor “ayudante” de su mami.
Por cuenta propia, Pau decidió que lo mejor que podía hacer por su mamá era ayudarla a sentirse mejor con sus abrazos, su amor, y sus pequeños detalles.
Pero, la reacción de un niño/a ante la palabra cáncer no siempre es la misma. Afrontar un cáncer en la familia es muy complicado, especialmente con niños.
Cada niño es diferente.
Hay niños que reaccionarán con ira.
Otros se encerrarán en sí mismos.
Otros se sentirán frustrados y confusos.
Tu labor, por difícil que te parezca en ese momento, es prestar “primeros auxilios emocionales” a tu hijo/a.
¿No crees que puedas hacerlo solo/a?
En tal caso, te invito a que participes en nuestra Certificación de Facilitadores.
¿En qué consiste?
Es una certificación presencial en Barcelona o Madrid de tres días de duración, dirigida a Educadores, Psicólogos, Coachs y a todas aquellas personas que trabajen con familias y niños y adolescentes,
Basada en el trabajo de las expertas estadounidenses en comunicación entre adultos y niños, Adele Faber y Elaine Mazlish, en la Certificación de Facilitadores te ofrecemos una nueva manera de entender las relaciones y la interacción entre adultos, niños y adolescentes, y de gestionar sus respuestas emocionales para que tanto ello/as como nosotros/as nos comuniquemos de manera empática, respetuosa, afectiva y efectiva.
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¡Hasta pronto!