¿Qué hacer cuando nuestro hijo hace una rabieta?
Primero debes saber que son normales las rabietas en los niños sobre todo en la primera infancia, cuando sucede esto debes checar y descartar antes que todo que tu hijo no tenga el pañal sucio, que haya evacuado ese día, que no tenga hambre o sed, que no tenga sueño, que no tenga fiebre o dolor de estómago, etc., recuerda que el llanto es la manera más común de comunicarse contigo.
Educando a nuestro hijo desde el hogar, es así como lograremos que el tiempo de su rabieta vaya disminuyendo día a día. Cuando realice una rabieta tanto dentro como fuera de casa debes tener mucha tranquilidad y hablarle al niño con mucha ternura pero también con firmeza al mismo tiempo, y ver de qué manera tu hijo puede llegar a sentirse más tranquilo, si el niño continúa con la rabieta por capricho debes tenerle paciencia en ése momento como si no lo escucharas y no cedas ante su berrinche. Cuando tu hijo está llorando y gritando muy fuerte significa que tiene una frustración o antojo de algo, así que como verás no ayudará en nada el que te pongas nerviosa o muy enojada así que deja que termine su rabieta, cuando ya termine el niño de llorar estará muy cansado y te escuchara mejor, en ése preciso momento es cuando debes de hablarle de manera tranquila, la cual es la forma más adecuada para transmitirle con efectividad tu calma y tu paz. Para lograr lo anterior, seguirás haciendo tus cosas como leyendo o cocinando etc., y no le dirás nada al niño hasta que termine su rabieta, esto le servirá para que el niño se desahogue y con el tiempo aprenderá y se dará cuenta que no logró su cometido y dejará de llorar, una vez que el niño se calme es cuando ya le puedes preguntar si quiere comer algo o lo que tú quieras decirle dándole calma en todo momento para que sienta su seguridad al lado tuyo y al mismo tiempo logres cada vez que sus rabietas sean más cortas.
Aquí lo principal es que no pierdas la paciencia y siempre tengas la serenidad y el apoyo conjunto de tu pareja para procurar y lograr la mejor educación de tu hijo, pues de ello depende mucho la afectividad hacia sus padres en el futuro.