Las crianzas etiquetadas: ¿Un modelo útil o una fuente de frustración?

Hoy hablo de crianzas etiquetadas

Ser madre no es fácil, y muchas veces nos encontramos cuestionándonos si lo estamos haciendo bien. De hecho, muchas mujeres pueden llegar a pensar “Soy una mala madre” cuando sienten que no encajan en esos modelos de crianza ideales que nos venden. Pero la realidad es que no hay fórmulas mágicas ni recetas perfectas para educar. Como explico en “Para educar no existen fórmulas ni varitas mágicas”, la clave está en la adaptación y en aprender, muchas veces, sobre la marcha.

De ahí que hoy quiera hablarte de todas esas crianzas en las que, detrás de la palabra crianza, se añade algún adjetivo como con apego, positiva,consciente, respetuosa, natural o cualquier otra etiqueta que pretende definir una manera específica de educar.

En mis sesiones de orientación veo a menudo cómo estas etiquetas generan dudas, inseguridades y sentimientos de culpa en las familias. También lo percibo en los mensajes que recibo a diario a través de redes sociales y correo electrónico: padres y madres que sienten que no encajan en un modelo concreto, que se frustran cuando no logran cumplir con todas las expectativas, que se preguntan si lo están haciendo bien o que piensan directamente que hay algo mal en ellos por no saber educar de la manera en la que aspiran.

A mí, esta situación me genera un profundo malestar e incluso cierta rabia, porque representa un daño innecesario para madres y padres primerizos, o no tanto, que solo buscan lo mejor para sus hijos.

Por eso, he decidido escribir este post, con el propósito de tranquilizar a estas familias y ayudarles a comprender que seguir estos métodos de forma rígida puede acabar generando más frustración y sufrimiento que los beneficios que prometen muchos libros y discursos que circulan por ahí. Porque sí, la maternidad también se ha convertido en un gran negocio, donde muchas veces se priorizan los intereses económicos sobre el bienestar real de las familias.

En los libros, todo parece posible, pero la realidad de cada familia es única. Cada madre, cada padre, enfrenta su propio camino con una mochila cargada de fortalezas y debilidades, de experiencias personales, emocionales, familiares, laborales y económicas que influyen en su forma de criar y educar.

Así que vayamos por partes y veamos de dónde surgen estas crianzas etiquetadas, por qué generan tanta frustración y qué podemos hacer para evitar sentirnos incompetentes por no poder seguir sus directrices.

¿De dónde surgen las crianzas etiquetadas?

Las crianzas etiquetadas han surgido de diversas corrientes psicológicas y pedagógicas que, con la intención de mejorar la educación y el bienestar infantil, han desarrollado modelos con nombres específicos como crianza con apego, crianza respetuosa o crianza consciente. Aunque en su origen estas propuestas buscan promover una mejor relación entre padres e hijos, y yo misma he utilizado estos términos en algunos de mis artículos en este blog, muchas veces acaban convirtiéndose en rígidos estándares que generan presión y culpa en las familias.

El auge de estas corrientes, el de las crianzas etiquetadas (sea cual sea la etiqueta que lleven) ha sido amplificado por la difusión masiva de información en redes sociales, libros y cursos que, en muchos casos, presentan modelos de crianza idealizados y poco realistas para la vida cotidiana. Además, la crianza se ha convertido en un negocio lucrativo, donde se comercializan métodos, herramientas y consejos bajo la promesa de ofrecer la fórmula perfecta para criar hijos felices y exitosos.

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No puedo evitar sorprenderme al ver cómo se ha mercantilizado un proceso tan personal y único como es la crianza. Y quizás te preguntes: ¿No estás haciendo lo mismo? Es una reflexión válida. La diferencia radica en que, lejos de reforzar la idea de que existe un único camino correcto, llevo años insistiendo en la necesidad de adaptar la crianza a cada familia, sin imposiciones rígidas ni soluciones universales que, en muchos casos, presentan modelos de crianza idealizados y difíciles de aplicar en la vida cotidiana.

Además, el mercado de la crianza se ha convertido en un nicho lucrativo, donde se venden métodos, herramientas y consejos bajo la promesa de garantizar una educación perfecta. Esta mercantilización de la crianza refuerza la idea de que existen fórmulas infalibles para criar hijos felices y exitosos, cuando en realidad cada familia enfrenta circunstancias únicas y cambiantes.

Otro factor que ha influido en la proliferación de estas etiquetas es el deseo legítimo de muchos padres de alejarse de modelos autoritarios del pasado. En la búsqueda de un enfoque más respetuoso y empático, algunos terminan atrapados en una rigidez opuesta, en la que sienten que cualquier desviación de las normas establecidas por una corriente en particular es un fracaso.

En resumen y para no extenderme más, en lugar de ser herramientas flexibles para el desarrollo infantil, estos enfoques pueden transformarse en una gran losa de dolor para quienes sienten que no logran encajar en estos modelos, generando angustia y un sentido de inadecuación en la crianza.

Por eso y por todo lo que te cuento a continuación pienso que es momento de decir alto y claro: ¡Basta, ya!

¿Por qué las etiquetas en la crianza pueden generar frustración?

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Como decía, todas esas crianzas que llamo crianzas etiquetadas pueden generar una gran frustración tanto en los padres como en los hijos. Porque cuando intentamos encajar nuestra forma de educar dentro de un molde rígido —ya sea la crianza respetuosa, la crianza consciente, la crianza positiva o cualquier otra etiqueta—, corremos el riesgo de sentir que estamos fallando si no cumplimos con todos los principios que se promueven dentro de esa corriente. Y encajar en todo es muy difícil, por más que te vendan lo contrario.

Y por otro lado… ¡qué miedo! Sí, ¡qué miedo tener ese supuesto manual perfecto de crianza que te asegura hijos perfectos! Porque, al final, la crianza no funciona con fórmulas mágicas ni guías infalibles. La realidad es que cada familia, cada niño y cada circunstancia son diferentes, y pretender que todo se ajuste a un único modelo es una receta segura para la frustración.. Cuando intentamos encajar nuestra forma de educar dentro de un molde rígido —ya sea la crianza respetuosa, la crianza consciente, la crianza positiva o cualquier otra etiqueta—, corremos el riesgo de sentir que estamos fallando si no cumplimos con todos los principios que se promueven dentro de esa corriente.

Factores que aumentan la frustración

Algunos de estas crianzas etiquetadas fomentan

Expectativas irreales: Las etiquetas pueden hacer que los padres sientan que deben alcanzar un ideal imposible. No siempre podemos ser pacientes, comprensivos y disponibles al 100%.

Culpabilidad y autoexigencia: Si nos alejamos del manual de la crianza elegida, podemos sentirnos culpables o inadecuados.

Rigidez en la educación: Los niños son distintos, las familias son distintas, y lo que funciona en un caso puede no funcionar en otro. Apegarse a un único enfoque puede impedirnos adaptarnos a las necesidades reales de nuestros hijos.

Juicios y comparaciones: Las etiquetas pueden dividir a los padres en buenos y malos, generando competitividad y presión en lugar de apoyo y comprensión.
De todo ello y de mucho más hablo en mi libro Mi hijo me cae mal. De los hijos ideales a los hijos reales y cómo aprender a convivir con ellos Plataforma Actual, 2023.

¿Cómo evitar esta frustración?

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Si sientes que no encajas en ninguna de esas crianzas etiquetadas y la frustración comienza a pesar, aquí tienes algunas claves para aliviar esa sensación y encontrar tu propio camino en la crianza. También puedes leer sobre los 3 grandes retos de la crianza diaria, donde abordo situaciones cotidianas que pueden generar tensión en las familias.

Flexibilidad: No hace falta encajar en una sola etiqueta. Podemos recoger herramientas de distintas filosofías y adaptarlas a nuestra realidad. La crianza no es un molde rígido, sino un proceso dinámico en el que cada familia encuentra su propio equilibrio. Si te interesa profundizar en enfoques equilibrados, puedes leer sobre las 10 características de los padres autoritativos.

Escucha y conexión: Más que seguir un método, lo importante es entender las necesidades emocionales y evolutivas de nuestros hijos. Esto implica observar, escuchar y estar presentes sin sentirnos atados a normas estrictas.

Autocompasión: No hay crianza perfecta. Es normal cometer errores, tener días difíciles y aprender sobre la marcha. Ser padres no significa ser infalibles, sino estar en constante aprendizaje.

Cuestionar los discursos absolutos: No todo lo que leemos o nos dicen sobre crianza es aplicable a nuestra realidad. Es importante filtrar la información, contrastarla y quedarnos con lo que realmente resuene con nuestras necesidades y las de nuestros hijos.

Rodearse de una red de apoyo: La crianza puede ser agotadora y, en muchos casos, solitaria. Buscar apoyo en familiares, amigos o profesionales puede marcar una gran diferencia en la manera en que enfrentamos los desafíos diarios.

Aceptar que la crianza es un camino propio: Cada familia, cada padre y cada madre tienen su historia, su contexto y sus propios valores. No se trata de replicar modelos ajenos, sea cual sea el modelo de crianza etiquetada, sino de construir el nuestro desde el amor, el respeto y la coherencia con nuestra realidad.

Por eso, prefiero dejar de lado cualquiera de esas crianzas etiquetadas, y hablar sí de un estilo de crianza donde prime el afecto, con límites y normas, un modelo que equilibre el amor, la conexión y la contención con la necesidad de normas y límites claros. Porque la crianza no es una receta, sino un proceso dinámico que se construye día a día.

Reflexión desde la literatura: Madres mamíferas de Eva Millet

En su libro Madres mamíferas: La crianza natural desde una nueva mirada, Eva Millet analiza críticamente la llamada crianza natural o con apego, esas crianzas etiquetadas y cuestiona si estas prácticas realmente favorecen a las madres y a los niños. Argumenta que enfoques como el colecho, la lactancia prolongada o la dedicación absoluta pueden generar una carga excesiva en las madres y reforzar una idealización poco realista de la maternidad. Su libro invita a reflexionar sobre la necesidad de una crianza flexible y adaptada a cada familia.

Puedes adquirirlo desde aquí mismo : Madres mamíferas: La crianza natural desde una nueva mirada

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Imágenes cortesía: https://www.freepik.com

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