Aprovechando que hace días fue el día del padre, tenía en mente hablar sobre el vínculo del padre en la crianza de los niños, ya que siempre hablamos de la maternidad y de ese apego íntimo establecido entre una mujer y su bebé.
Aunque es cierto que el padre no lleva a su hijo en el vientre por nueve meses y tampoco tiene la mayor carga de cambios físicos y emocionales durante el embarazo, parto y postparto, es injusto decir que él está tranquilo y relajado llevando la mejor parte porque el hecho de no expresar sus sentimientos no significa que no los tenga. Por supuesto que el papá es también muy importante en la crianza. Pues estos héroes sin capa tan propios de la infancia, marcan nuestro norte para toda la vida, convirtiéndose así en otro modelo a seguir -además de la madre- cuando crezca.
Por muchas variables, los hombres se han visto obligados a ocultar su miedo, frustración, tristeza, angustia, impotencia, orgullo, alegría, felicidad y el sinnúmero de emociones que hay en su alma ante la llegada de su hijo. El hombre tiene presentes los sentimientos de responsabilidad, ansiedad y preocupación por su pareja y por su hijo, durante todo el proceso. Posiblemente la dificultad la tenga en poder expresarlo o hacértelo saber, ya que los hombres llevan “la procesión por dentro” y su gran temor a parecer débiles les impide expresar todo lo que sienten. Muchas veces lo que más necesitan es su espació para pensar y actuar.
El padre se puede ver más involucrado y participativo durante el embarazo y crianza, si:
Podéis acudir juntos a la mayor cantidad de visitas prenatales posible, se interesa por el estado del bebe y de la madre participando en los ámbitos alimenticios y en los ejercicios preparatorios. Preparad la llegada del bebé, ayudando a escoger el cochecito, la cuna. Elegís juntos el nombre del bebé. Lo importante es el acompañamiento y apoyo mutuo, que ayuda a crecer juntos como pareja y familia.
Transmítele todo lo que sientes para que él a su vez se siente partícipe en tu embarazo, porque sufre un proceso psicológico paralelo al tuyo, también con miedos e incertidumbres. Sus expectativas y necesidades son diferentes a las de la mujer, escúchalo y no le dejes de lado.
Durante el parto, puede ayudarte animándole a realizar los ejercicios de relajación-respiración, a adoptar las posturas que te hagan sentirse mejor, masajeándote las zonas doloridas, acompañándote a la deambulación.
Ambos debéis participar en el cuidado del hijo para que se fortalezca el vínculo afectivo de ambos con el bebé. Pero déjalo hacer a su manera para que tome parte en los cuidados del bebe (que lo bañé, lo cuide, lo consuele), y así pueda profundizar en los lazos efectivos y en la aventura de ser padre.
Además, tenemos que pensar que existen diferentes tipos de padre, que piensan, educan y aman de diversas maneras. Al igual que cada bebe nace en circunstancias, entornos y diferentes momentos de madurez.
La crianza, el desarrollo y la educación de los hijos no son cuestiones de recetas o patrones porque nuestros niños son seres humanos únicos, irremplazables e irrepetibles. Por tal razón, el verdadero padre es un adulto con grandes competencias emocionales, alguien seguro de sí mismo, valiente y preocupado siempre por dar seguridad, aliento y afecto a ese niño para que el día de mañana abra las alas convertido en adulto libre, maduro y capaz de dar y recibir felicidad.
Podemos sugerir que para lograr este propósito el padre se concentre en aprender más de sí mismo, se relaje, disfrute y confié. Ser padre requiere una permanente y diaria interrelación.
Por todos estos motivos y por muchos más, un papá también es fundamental en la crianza. Permítele tener el lugar que le corresponde a pesar de cualquier circunstancia, pues tener un hijo es cosa de dos.
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